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Recogida de resina en San Bartolomé de Pinares, Ávila.
Opiniones encontradas entre los resineros de San Bartolomé de Pinares tras la primera campaña

Opiniones encontradas entre los resineros de San Bartolomé de Pinares tras la primera campaña

Los beneficios rondan los 6.500 euros brutos de media y los nueve trabajadores demandan que la resinera de Coca eleve el precio de compra

E. RODRÍGUEZ (ICAL)

Domingo, 23 de noviembre 2014, 19:02

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Esta semana ha terminado la recogida de la resina y lo hace con relativa satisfacción entre los trabajadores de San Bartolomé de Pinares (Ávila) que este año se han iniciado en el oficio. El hecho de que la campaña arrancara dos meses más tarde de lo debido (en abril, en lugar de en febrero) ha sido uno de los factores que ha impedido a la mayoría de los resineros desroñar y picar todos los pinos que se les habían adjudicado. A esto se suma que era el primer año en el oficio, lo que implica falta de destreza; la inversión inicial para comprar los utensilios necesarios y que las temperaturas de los meses de verano no han sido demasiado elevadas.

Es el sentimiento general que comparten con Ical siete de los nueve resineros que este año se dieron de alta como autónomos al ver en la resina una salida a su situación de desempleo. Procedentes la construcción o la hostelería, la mayoría reconoce que si hasta que comience la próxima campaña consiguieran un empleo con cierta estabilidad en otro sector profesional, abandonarían la resina.

No obstante, dado que el panorama laboral no les depara muchas esperanzas, se agarran a aquello de que el primer año es el más complicado y esperan mejorar sus beneficios durante la segunda campaña. Para hacer el oficio más rentable, demandan a la resinera de Coca (Segovia) a la que entregan la materia prima, que incremente el precio al que les paga el kilo de resina, que actualmente es un euro. También exigen la limpieza del monte, puesto que en algunos lotes gran parte del tiempo se va en desbrozar para abrirse camino.

El testimonio más optimista lo brinda Alejandro Berzal, con el que Ical compartió una jornada de trabajo en el pinar de Quintanar el pasado mes de junio. Ya entonces se mostraba encantado con el oficio y mantiene la misma actitud al finalizar la recogida. Las intensas jornadas laborales, sin domingos ni festivos, le han permitido desroñar y picar los más de 4.800 pinos que le fueron adjudicados. Estima que los beneficios pueden rondar los 8.000 euros y espera con ganas el próximo mes de febrero.

«Ha sido una buena campaña. Ha servido para aprender el oficio y escapar del paro. Aunque haya echado muchas horas, todo el beneficio es para mí», celebra. Hasta el próximo inicio se dedicará a atender la viña y el huerto, aunque también realizará un viaje para descansar. Él es el único que tiene «clarísimo» que en 2015 seguirá como resinero.

Algo menos optimista se muestra Ángel Gómez, con quien Ical vuelve a contactar para hacer balance. «Es lo comido por lo servido», lamenta, puesto que al empezar tarde solo ha conseguido desroñar y picar la mitad de los casi 5.000 pinos de su lote. Estima que el beneficio rondará los 6.000 euros de los que, advierte, hay que descontar los gastos de combustible de los 30 kilómetros diarios que tiene que realizar desde San Bartolomé hasta el pinar, el pago del 15%a la Junta de Castilla y León por aprovechamiento de monte público (el resto, corresponde al Ayuntamiento y no lo va a cobrar), el porte de los bidones a la resinera y la inversión en utensilios aunque puntualiza que esta se irá amortizando en posteriores campañas.

Su principal queja es la falta de limpieza de su parcela, por lo que los estos meses los dedicará a desbrozar el terreno para ganar tiempo de cara a la próxima campaña. Ángel, de 55 años, empezó en la resina después de llevar un año y medio en paro y su esperanza es que en años venideros mejore la rentabilidad. «Hasta que no lleves dos o tres años no te puedes hacer una idea fiable de lo que puedes sacar», reconoce. «Hemos superado el año más difícil», añade con un poco más de optimismo.

Álvaro Salgado comparte esta percepción y valora que para ser el primer año, las expectativas se han cumplido. En principio, seguirá preparándose para la campaña 2015 porque la resina seguirá siendo su ocupación mientras no haya otra cosa».

Única alternativa

Ángel López y Julio Maestre trabajaban en la construcción y la hostelería, respectivamente. Ante la ausencia de salidas laborales, decidieron apostar por la resina y lamentan, un tanto resignados, que no se hayan cumplido las expectativas. Ángel ha llegado a 3.000 de los 4.500 pinos que tenía adjudicados, pero reconoce que para una sola persona es mucho trabajo y descarta contratar a alguien porque entonces perdería dinero.

«Este trabajo sería ideal para una familia que no tiene que repartir los beneficios individualmente», comenta para considerar que se trata de un «parche para el paro». «Sacas el jornal, pero muy poco dinero limpio», se queja. Lo positivo de extraer la resina es que al ser autónomo regula sus propios tiempos y que el trabajo no es muy duro. «Lo malo es que apenas dé para cubrir los gastos», insiste. Iván Gómez coincide con él y asegura que si encontrara un empleo en la construcción, más o menos estable, «casi seguro que dejaría la resina», confiesa, porque así se garantiza un sueldo fijo al mes.

Julio Maestre espera obtener entre 3.500 y 4.000 euros netos. Añade que para mejorar la rentabilidad es necesario que la resinera suba el precio al que se les paga el kilo, «por lo menos para cubrir el gasto de gasoil o la cuota de autónomo». Terminada la campaña, ha encontrado trabajo en Madrid en su sector, la hostelería, por dos meses. Si ese contrato se alargara, dudaría regresar al pinar de Quintanar. «Es bonito ser tu propio jefe y trabajar en la naturaleza, pero si no ves beneficio, no interesa», concluye.

Complemento

Para Jesús Hernández la campaña también ha ido «regular». En su caso, la resina constituye un complemento a su oficio de ganadero, por lo que no ha podido dedicar todas las horas que hubiera necesitado. «Tengo vacas de campo y estoy solo, así que hay días en los que no he podido ir al monte», lamenta. No obstante, agradece los 3.000 euros (brutos) que ha obtenido. «Es una ayuda para mi casa, para mi mujer y mi hija», indica, para insistir en la necesidad de desbrozar las parcelas.

Para todos ellos ha terminado su primera campaña resinera, en la vieron una salida para su situación de paro, pero en la que, salvo excepciones, no ven claro su futuro. Aún así, darán tiempo al tiempo con la esperanza de que si en 2015 empiezan a desroñar los pinos en febrero, los beneficios sean más claros./p>

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