El acusado de dejar a un hombre en coma dice que solo soltó «un guantazo» para defenderse
La acusación y la Fiscalía piden una pena de diez años de prisión para R.M.B. por un homicidio en grado de tentativa, mientras la defensa solicita la libre absolución
EL NORTE
Miércoles, 23 de octubre 2013, 15:50
Separado de su presunto agresor por un biombo, el hombre que en septiembre de 2010 estuvo cerca de un mes en coma después de recibir un golpe en la cabeza en plena Calle Real relató ayer ante el tribunal de la Audiencia de Provincial de Segovia que juzga su caso las consecuencias que ha tenido en su vida aquella fatídica madrugada. «Se me fue todo al carajo desde entonces», aseguró en su comparecencia.
Este hombre, que en el momento de la agresión tenía 34 años, conserva en la cabeza varias cicatrices de las heridas que le produjo el golpe, no ha podido volver a competir como jinete profesional, que era precisamente lo que le había traído a Segovia esos días, ya que participaba en una prueba hípica, sufre problemas de memoria y ha visto agravadas las depresiones que ya sufría en ese momento.
Agua desde el balcón
De aquella noche recuerda que había salido a cenar por Segovia con un grupo de amigos y conocidos y que bajaban por la céntrica Calle Real cuando se desencadenaron los acontecimientos.
A la altura del número 3 de la calle Cervantes, una mujer arrojó desde el balcón del tercer piso un cubo de agua y reprochó a las personas que se encontraban en ese momento en la calle el ruido que estaban haciendo. Iniciaron una discusión verbal interrumpida por la aparición, procedente del portal número 3, del marido de la citada mujer, R. M. B., al que la Fiscalía y la acusación particular imputan un delito de homicidio en grado de tentativa por el que solicitan diez años de prisión.
Él aseveró ayer en el juicio que se limitó a salir al balcón a reprochar a las personas que se encontraban bajo su casa las molestias que le estaban causando a él y a su mujer, que estaba embarazada de seis meses, y a su hija, que se encontraba con fiebre.
Después bajó a la calle y, aseguró, volvió a pedir que dejaran de hacer ruido a estas personas, que según su versión le empujaron varias veces en el transcurso de lo cual propinó «un guantazo» a uno de los hombres que le empujaban y se marchó corriendo Calle Real abajo hasta buscar resguardo en el domicilio de su abuela, situado en el barrio de El Carmen.
Tras ser atendido en el lugar de los hechos, la víctima fue trasladada al Hospital General de Segovia, donde a las pocas horas fue derivado al Río Hortega de Valladolid. Allí permaneció en coma durante casi un mes.
Una vecina del inmueble de la calle Cervantes, que declaró como testigo protegido, corroboró ayer el relato del acusado, pero en sus comparecencias anteriores, ante la Comisaría Provincial y el juzgado de instrucción, afirmó que la víctima se había golpeado en la cabeza al resbalarse y también que la esposa del acusado le había invitado aquella misma noche a hablar con su marido y que éste le había dicho que sabían que lo había visto todo y que debía declarar que habían lanzado agua por el balcón y que el hombre lesionado se había resbalado con ella.
La declaración de dos de las personas que iban con la víctima, que también comparecieron como testigos protegidos, difieren completamente del testimonio ofrecido por la vecina. Uno de ellos comentó que vio salir súbitamente del portal al acusado, que se tropezó y cayó al suelo y que vio cómo R.M.B. golpeaba a su compañero en la cabeza con un palo.
El otro testigo añadió a esa exposición de hechos que el acusado también propinó una patada en el suelo a la víctima y que vio a aquél volver a entrar en ese portal número 3 de la calle Cervantes.
Los agentes de la Comisaría que acudieron a la llamada que se les realizó aquella noche confirmaron que encontraron unas jambas de madera en la propia calle. La mujer del acusado, que también defendió que su marido se limitó a dar»un guantazo» a uno de los chicos, reconoció las jambas como suyas.
Una de ellas pudo ser la utilizada por el acusado, que rechazó que fueran de su propiedad, para dar el golpe, aunque la defensa intentó hacer ver al tribunal que ninguna de esas jambas se encontraba manchada de sangre.
Pidió para su defendido, al que, subrayó, nadie vio salir del inmueble a pesar de que este estuvo custodiado por la Policía, la libre absolución con la aplicación de la eximente de legítima defensa. Rechazó las tesis de la Fiscalía y de la acusación, que sostuvieron que R.M.B. tuvo ánimo de matar, ya que propinó el golpe en una zona vital -la cabeza- y lo hizo con una gran contundencia. Un médico forense aseveró que no se puede descartar que la víctima se produjera las lesiones al golpearse con el suelo, pero que «lo más verosímil» es que fueran consecuencia de un golpe contundente con un objeto.
Abuso de superioridad
La abogada de la acusación, Alicia Garzón Merino, del despacho Sáez Chillón Abogados, que pidió además que se le aplique el agravante de abuso de superioridad, solicita el pago de una indemnización para la víctima de 15.730 euros por las lesiones, 73.000 euros por las secuelas y 120.000 por haberle incapacitado para el trabajo.
El ministerio público, mientras, limitó la responsabilidad civil del acusado a 14.456 euros por las lesiones y otros 60.000 por las secuelas. «Me dieron por muerto, tenía un 90% de posibilidades de morirme, según los médicos», relató la víctima durante el juicio, que quedó visto para sentencia.
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