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JESÚS BOMBÍN
Jueves, 10 de octubre 2013, 13:15
Al arte de la perfección. A eso le gusta a Manuel Moleiro decir que se dedica su editorial, que ha hecho de la clonación de códices, mapas y manuscritos iluminados un arte por el que es conocido en las principales bibliotecas y museos del mundo. Desde su creación en 1991 la editorial Moleiro ha clonado unos cuarenta códices entre los que figuran joyas bibliográficas que se crearon en la Edad Media y el Renacimiento. Algunas de esas obras están relacionadas con la historia de Castilla.
Evita el concepto de facsímil para definir sus trabajos. ¿Por qué?
El diario 'Le Monde' decía sobre nosotros que lo que hace Moleiro está mucho más lejos de lo que es el facsímil y, por tanto, habría que identificarlo como un clon. Y eso define nuestro trabajo. El casi original fue un término que acuñé yo cuando fundé la editorial en 1991 para marcar una diferencia clara con el facsímil, pues hay cosas catalogadas como tal que no tienen nada que ver.
¿En qué se plasma esa perfección?
Me apropié de esa expresión, que fue el titular que nos dedicó 'The Times' en 2002. Clon es una cosa idéntica, una duplicidad exacta de lo mismo. Cuando reproduzco un códice lo hago íntegramente en todos los sentidos: la misma piel para encuadernarlo, lo coso de la misma manera y reúne todas las características que ofrece el original. Si alguien cogiera ahora el original del 'Breviario de Isabel la Católica' y pone al lado nuestra réplica, visualmente no lo diferenciaría.
¿Cómo surgió la idea de montar una editorial con esta especialidad?
Pensé que las grandes bibliotecas de Francia, Rusia, Inglaterra, Estados Unidos y otros países guardaban códices que muchas naciones habían perdido a lo largo de la historia. Es el caso de Castilla, y su valor es tan incalculable que casi nadie tiene acceso a ellos. Como mucho se podía ver alguna página tras la vitrina de una exposición. Y pensé en lo valioso que sería recuperar todo eso, ponerlo a disposición de un grupo de personas sacando los códices de esas vitrinas para hacer llegar réplicas exactas a universidades, instituciones o particulares de todo el mundo.
¿Cómo es el proceso de elaboración de un códice?
Lo estudiamos desde el punto de vista histórico, artístico, arqueológico..., se hacen estudios muy completos y no por un solo autor, sino por un elenco de especialistas que puede estar formado desde por un experto ruso a otro de Singapur. Después elaboramos un tratado científico en inglés, francés y castellano. Ahora estamos trabajando en 'El Tractatus de herbis', que se hizo en Lombardía en 1440 y recoge plantas, animales y minerales que se utilizaban en medicina.
En su tiempo los manuscritos iluminados fueron un símbolo inequívoco de poder.
Nosotros hemos contribuido a democratizar el conocimiento de estas joyas bibliográficas, a hacer posible su disfrute y su estudio. También los clones son un modo de preservar el conocimiento si desaparecieran los originales.
¿Cuál es el perfil del comprador de estas obras clonadas?
Quien se interesa por un códice, por un tratado o por un atlas de cartografía de la época de los descubrimientos es siempre alguien culto, El cliente puede ser pobre o rico, pero siempre una persona con formación y gusto exquisito. Todos nuestros códices se agotan. De todos ellos se hacen un total de 987 ejemplares, copias certificadas. Creo que es una buena cifra; el hecho de que sean menos de mil hace que la revalorización futura sea más importante. Los códices, como la cultura, son para disfrutar y un patrimonio cultural para transmitir a sucesores, padres, hijos... queda ahí como un recuerdo de familia que nunca se olvida. Tenemos obras que pueden costar desde 2.000 euros hasta lo más caro que son 20.000 euros. El más asequible fue un mapa de Colón que hicimos y salió por unos 500 euros.
Algunas de esas joyas bibliográficas tienen que ver con Castilla.
Siempre he estado muy implicado en todo lo que tenga que ver con Castilla. El 'Breviario de Isabel la Católica', 'El libro del caballero Zifar', manuscrito hecho para Enrique IV de Castilla, cuyos miniaturistas Juan y Pedro Carrión eran vallisoletanos; los cinco beatos más importantes que se conservan, el 'Libro de horas de Juana I de Castilla'... La importancia que tienen los códices es esencial para que la gente conozca su historia y sus raíces.
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