José Luis López Vázquez, el actor total

La muerte ayer, a los 87 años, de José Luis López Vázquez sobrecogió no sólo al oficio del cine, el teatro y la televisión, sino a todos aquellos ciudadanos que se habían acostumbrado durante décadas a su presencia y a compartir con él, desde la ficción realista que a veces permite la interpretación, la evolución cambiante de la sociedad española. Para muchos de quienes disfrutaron de su comicidad única, de su atípico protagonismo construido sobre una reconocible imagen de tipo común y sin galanura, el recuerdo del actor madrileño estará siempre ligado al forzado costumbrismo de las películas de Mariano Azores, o de aquellas otras que reflejaron en la pantalla el primer desarrollismo de un país aún sin libertad. Pero el repaso a su extensa y desinhibida filmografía devuelve, sin duda posible, el retrato de uno de los grandes de la actuación; de un artista que, más allá de sus trabajos para el gran público, tuvo la oportunidad, pero también la habilidad, de participar en algunos de los títulos imprescindibles del celuloide español; todos los que, en el momento de su muerte, reconstruyen la memoria de un trabajo excepcional prolongado durante más de medio siglo. Un trabajo cuya revisión -con filmes emblemáticos dirigidos por Berlanga o Marco Ferreri- ayudan a dibujar la historia cotidiana del país, las penurias que López Vázquez también llegó a sufrir, las expectativas, las mutaciones sociales al calor de los cambios políticos. Pocos actores como él lograron convertirse en tan entrañables como para formar parte del imaginario colectivo, hasta el punto de hacer sentir, sinceramente, su pérdida. Quizá porque no sólo carecía de los atributos obvios de las estrellas, sino porque nunca dio la impresión de querer conducirse como ellas. Lo suyo fue otra cosa: un inmenso talento desarrollado con la modestia propia de quienes, atesorándolo, no parecen otorgarle más importancia de la necesaria.