El ensayo marciano
El catedrático Fernando Rull viaja al Ártico para colaborar con la NASA en la preparación de Exomars, la misión espacial a Marte prevista para el 2016
IRIS M. VÁZQUEZ
Lunes, 10 de agosto 2009, 02:52
Fernando Rull, profesor de la UVA y director de la Unidad Asociada UVA-CSIC al Centro de Astrobiología, se embarcó el día 6 en un trayecto de casi 24 horas con destino el Ártico, donde pasa dos semanas. No pretende huir del calor sofocante ni se trata de un viaje de placer: Rull participa en la expedición Amase 2009, coordinada por la NASA y la Agencia Espacial Europea (ESA).
Las Islas Svalbard, al norte de Noruega, son el lugar elegido para la expedición. Allí hace frío. Mucho frío. Casi tanto como en Marte. Es lo que los científicos llaman 'un análogo marciano', un lugar con condiciones climatológicas y geológicas similares a las del Planeta Rojo. Ese es el principal atractivo de estas islas para los científicos, al que se suma el placer de trabajar en un espacio que Rull describe como «espectacular». ¿El motivo del viaje? Probar en la zona la ciencia que será llevada a Marte en el 2016 en la misión espacial Exomars.
El profesor acude al Ártico acompañado por uno de los miembros de su equipo, Antonio Sasano, un experto en geoquímica. Allí trabajarán con científicos americanos pero también con otros tres grupos de científicos europeos. La colaboración entre la NASA y el equipo de Rull comenzó en el verano del 2007 con otra expedición al Ártico -que se repitió un año después-, cuando la ESA consideró que el instrumental que estaban desarrollando era digno de tal honor. Un espectrómetro, el Raman, fue lo que llamó la atención.
Consiste en lo siguiente: el espectrómetro tiene un láser con una longitud de onda fija con el que ilumina cualquier material, ya sea líquido, sólido o gaseoso, orgánico o inorgánico; analizando la luz remitida, el espectro, podemos saber de qué está hecho ese material, qué estructura tiene, su composición química... y todo lo que se quiera. Y eso analizando sólo la cien millonésima parte de la luz que se emite. Tan simple como iluminar algo y... voilà. Eso no podía pasar desapercibido.
La reciente remodelación de la misión Exomars realizada por la ESA llevó a que los instrumentos científicos empleados pasasen de veinte a siete. El Raman fue uno de los elegidos, lo que refleja el valor del espectrómetro desarrollado por el equipo de la UVA.
Misión a Marte
En la expedición AMASE 2009 el espectrómetro ayudará al desarrollo de un modelo geológico de Marte, ya que de los minerales detectados sólo hay 20 ó 30 bien caracterizados, cuando en la Tierra contamos con más de 3.000. Eso da una idea de lo poco que conocemos del Planeta Rojo. A través de ese estudio podrá planificarse a qué parte de Marte podría ir una misión espacial humana en el futuro, en la que el Raman sería una parte fundamental del instrumental.
Las misiones espaciales han sido, hasta ahora, atmosféricas, geoquímicas y mineralógicas. Exomars va más allá: será la primera misión destinada a buscar signos de vida marciana presente o pasada. El papel del espectrómetro también será determinante en este aspecto, dado que no se cree que en la superficie del planeta haya restos de vida, ya que las condiciones atmosféricas y la radiación son muy duras. Hay que buscar bajo esa superficie, por lo que el vehículo que transportará al Raman a lo largo y ancho de Marte estará dotado de un sistema de perforación capaz de llegar a dos metros de profundidad -dependiendo del tipo de roca-. Así se tomarán las muestras que serán analizadas posteriormente por el espectrómetro. Si ha habido o hay vida en Marte, el Raman tendrá la exclusiva.
Pero no sólo del Planeta Rojo vive el Raman. Las aplicaciones terrestres del espectrómetro son muchas y variadas. Por ejemplo, Rull lo ha utilizado para estudiar el Patrimonio Histórico de Castilla y León y gracias a él fue el primero en poder investigar el Beato de Valcabado, que se encuentra en la Biblioteca Histórica de la Universidad de Valladolid. Sacar manuscritos como ese de las cuatro paredes que los cobijan es una ardua tarea, los permisos pueden tardar meses o incluso años. Pero con un sistema portátil como el Raman todo fue mucho más sencillo: Rull trabajó in situ, sin moverse de la biblioteca. También puede ayudar en el estudio de problemas medioambientales analizando, por ejemplo, los gases emitidos por una chimenea. Y permite, además, el análisis de células en vivo, algo genial para la Medicina y la Biología. El Raman es toda una joya.
Buenos cerebros
«En España aún queda mucho que aprender en lo que a Ciencia se refiere. Andamos necesitados de buenos sistemas tecnológicos y de metodología técnica», explica Rull. En los laboratorios españoles se compran instrumentos caros y se trabaja con ellos, pero no se «cacharrea», como dice el catedrático. Eso es lo que hacen los americanos, cacharrear: ellos diseñan y construyen aparatos, montan, desmontan y vuelven a montar. Pero en España tenemos buenos cerebros que han aprendido a trabajar con lo que tienen y a sacar adelante proyectos que hasta la propia NASA quiere tener en su haber. Nuestros científicos también saben cacharrear.
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