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V. M. NIÑO
Sábado, 24 de enero 2009, 02:54
«Que mi calvario no lo pase nadie», se dijo el percusionista Tomás Martín López hace 20 años. Y recientemente un tribunal formado por músicos, profesores y médicos aprobó su tesis doctoral sobre las lesiones de los intérpretes de cuerda y percusión derivadas de los movimientos repetitivos que requiere su práctica. Dentro de ellas se ha centrado en la más común, la epicondolitis lateral, comúnmente conocida como codo de tenista.
«Estuve un año y tres meses, entre los 18 y los 19 años sin poder tocar. No podía coger un vaso de agua», explica este profesor del Conservatorio Superior de Salamanca. En ese tiempo la medicina no le solucionó su lesión y fue un osteópata quien le devolvió a la música en cinco semanas. Tomas Martín (Madrid, 1970) estudió entonces osteopatía y masaje e inició una carrera paralela a la percusión.
«Nadie, ni el propio músico, repara en que puede lesionarse. Tras la idílica estampa de un concierto hay instrumentistas que repiten los mismos movimientos miles de veces cada día durante horas. Es lo mismo que les ocurre a los deportistas. Pero en el caso de los músicos sólo nos damos cuenta cuando tenemos un profesor que ha sufrido una lesión o cuando la padecemos nosotros mismos», explica Tomás quien imparte una asignatura sobre higiene postural y prevención de lesiones en el ciclo superior. «Es una optativa y sólo los dos últimos años. La tesis demuestra que debiera ser una asignatura para todos los estudiantes y desde cursos más tempranos».
Su estudio se ha basado en la observación de 150 alumnos del Conservatorio de Salamanca. En 90 de ellos se siguió el programa de prevención y tratamiento de la epicondolitis. «De los 90, 77 tenían molestias relacionadas con la práctica del instrumento y al acabar el experimento (en el curso 2004-5) un 78% reconocieron su mejoría». Aunque no ha hecho distinción de secciones, sí se reconoce la cuerda, el piano y la percusión como las familias más afectadas por esta dolencia. Y Tomás recuerda piezas como la 'Sinfonía nº7', de Mahler, que dirigió Petrenko la semana pasada, «son 78 minutos en tensión y los platillos «pesan casi cuatro kilos cada uno». Mismo caso se da esta semana con 'Kullervo', de Sibelius, otros 70 minutos de sinfonía.
Consulta a los 477 días
«En el caso de los intrumentistas de viento metal se da más la distonía de embocadura, que es una lesión neurológica más complicada consistente en que el cerebro no manda el impulso motor al músculo para tocar».
Los problemas del codo se producen por microrroturas de fibras, de baja intensidad, provocados por el movimiento continuado y repetido. «Ese tejido muscular roto va cicatrizando pero mal. Lo que hay que conseguir es que se produzca una cicatriz más móvil. Como es un proceso que se repite, el músico no sabe cuando parar -ensayos, conciertos, estudio- y la lesión se cronifica y se hace más importante. La Orquesta 'juega' cada semana».
Tomás Martín, ayudante de pericón en la OSCyL, ve las lesiones de los compañeros en consulta. «Cuando llegan a la consulta los músicos llevan una media de 477 días mal. Con mi tratamiento se soluciona en 33 días». Su remedio se basa en técnicas que mezclan osteopatía y medicina deportiva. «Es una combinación de masaje, ejercicios de fricciones, manipulación osteopática, técnicas de puntos de gatillo (como la acupuntura pero sin agujas) y crioterapia. Luego el músico debe seguir otras dos sesiones en su casa».
Tomás subraya la importancia de la prevención, «en los conservatorios nos han enseñado la postura desde el punto de vista estético e interpretativo, pero falta la saludable, la mejor para evitar lesiones. Los músicos me hacen caso cuando han pasado por una».
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