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I. URRUTIA
Domingo, 27 de julio 2008, 03:46
Es dueña de su tiempo y aunque no le sobre, «me siento una privilegiada», asegura Tadea Zayas, gerente de auditoría de la firma de servicios profesionales Deloitte, en la sede principal de Madrid. No sabe lo que son las horas muertas: desde el primer momento, conoce su plan de trabajo, va quemando etapas y, apenas termina, se marcha. «Nadie se queda ni un minuto más por cuestión de imagen».
Trabajar en una empresa líder en asesoramiento, que abarca más de 140 países, no es una tarea fácil pero ella lo vive sin angustias. Tiene un grado de estrés continuo que le permite lidiar con el día a día. «Soy inquieta, así que lo llevo bien». Vizcaína de nacimiento, estudió el último curso de Económicas en Alemania; allí se quedó cuatro años en Arthur&Andersen, luego se desplazó a Barcelona y, finalmente, recaló en Madrid. Está acostumbrada a adaptarse con rapidez. La jornada intensiva de verano le parece «una buena manera de prepararse para las vacaciones».
Una única queja
El horario laboral de Deloitte entre el 1 de julio y el 15 de septiembre le permite disfrutar de la vida familiar. Son meses de menos presión y los empleados se dan un respiro: entran a las 8.00 y salen a las 15.00 horas, «es decir, se generaliza la jornada que tenemos los viernes a lo largo de todo el año».
Tadea tiene 35 años, dos niños y un marido que trabaja como autónomo, también en temas financieros, y que viaja muy a menudo. Y pese a todo, «nos las arreglamos bastante bien, tenemos claro que nuestra prioridad es la familia».
Los críos -Juan, de seis años, y Tadea, de cuatro- están acostumbrados a la hiperactividad de su madre. Será cosa de familia: no se pierden ni un cursillo de deporte apenas terminan las clases; y cogen la bici cada dos por tres; y chapotean como locos en la piscina de su casa del barrio madrileño de Aravaca; y se van a pasear con sus padres y... un montón de cosas más En el hogar de Tadea no se pierde el tiempo. «Es que la vida pasa volando. Yo aprovecho de jugar al golf, al tenis y de leer. ¡Sólo lamento no tener más tiempo para poder implicarme en alguna labor social! En fin, que no se puede tener todo, ¿no?».
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