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Edificio del Frontón Cinema en la localidad de Nava de la Asunción. A la derecha, su actual propietaria, Angélica de Santos, en el patio de butacas. / F. DE LA CALLE
SEGOVIA

Huérfanos de cine

FERNANDO DE LA CALLE

Viernes, 7 de diciembre 2007, 10:05

El próximo día 19 se cumplen sesenta años desde que Bette Davis llenara por primera vez la pantalla del Frontón cinema de Nava de la Asunción con la película 'La carta'. Sesenta años de proyecciones que tocan ahora a su fin con el cierre definitivo de la histórica sala y con la película 'El orfanato'simbólico título que define el sentir de una localidad, de una provincia que se queda huérfana de cine.

«A ti es a quien tenían que dar un Oscar». Estas fueron las palabras que el director de cine Pedro Almodóvar le dijo a la dueña del cine de Nava, Angélica de Santos, cuando coincidieron hace años y supo de la labor que llevaba haciendo durante tanto tiempo al frente del Frontón Cinema. Una labor que le llevó a mantener la sala abierta cuando cerraron todos los cines de la provincia incluidos los de la capital y que se ha mantenido estos últimos años sin apenas espectadores en sus butacas.

Con el Frontón Cinema no pudo la televisión a finales de los cincuenta y principios de los sesenta, tampoco lo hizo la aparición del video en los ochenta o el DVD de los noventa, pero la llegada de las descargas ilegales de películas a través de Internet de este principio de siglo han sido el detonante de una despedida anunciada.

Atrás quedan aquellas duras butacas de madera que fueron sustituidas hace algo más de una década cuando un temporal afectó seriamente al edificio, siendo reformado de inmediato pese a ser un negocio en claro declive y a tener una propietaria al borde de la jubilación. «Ha sido toda mi vida. Nací en la antigua casa junto al cine y cuando tenía doce años se abrió», recuerda Angélica.

Antiguo frontón

Y es que la vida familiar de Angélica siempre ha estado muy relacionada con el público, desde sus que sus abuelos, Santiago y María, aprovecharon la afición que había en la comarca al juego de pelota para abrir un frontón y un pequeño bar. Luego, sus padres Pedro y Maura, junto a su tío Pepe, abrieron el primitivo cine en lo que hoy es el ambigú de la sala.

En aquellos primeros años, la familia simultaneó los dos negocios pero mientras los aficionados al deporte de la pelota fueron disminuyendo año tras año, los del séptimo arte llenaban los dos cines de Nava en casi todas las sesiones.

Decidieron entonces aprovechar el creciente negocio cinematográfico cubriendo el frontón, que pasó a albergar una gran pantalla de cine y 800 butacas, convirtiéndose hace ya casi cuarenta y cinco años en el más grande de toda la comarca.

El 'cine de la Maura' como se le conoció popularmente durante años, siguió llenándose, pese a aquellos sospechosos cortes en las escenas de besos y en gran medida gracias a las películas españolas de la época. «Antes decían que las películas españolas eran malas, pero llenaban el cine», comenta Angélica, quien reconoce con humor que pudo hacerse un chalet con los beneficios de la época del destape.

Y es que cuando Angélica se puso al frente de la sala hace treinta y dos años, dio un giro radical tanto a la forma de llevar el negocio como a la programación de títulos, siempre procurando conseguir estrenos lo antes posible. «Cuando me hice cargo del cine me fui a las distribuidoras en persona a negociar los contratos de las películas que iba a poner ya que antes tenías que pagar lotes de películas y muchas no eran taquilleras. Llegué a pagar un lote entero por poner 'El crimen de Cuenca', que fue un bombazo» , dice Angélica quien recuerda otros dos títulos, 'E.T. el extraterrestre' y "Titánic' como los más taquilleros de la larga historia del cine de Nava.

Precio razonable

Con el cierre, el futuro de la sala y su utilidad es incierto. «Gracias a Dios no necesito venderlo para vivir aunque si el Ayuntamiento está interesado se podría buscar un precio razonable pues me gustaría que tuviera una utilidad pública», afirma Angélica.

En el momento de la despedida, no olvida a todos los que le han ayudado con su trabajo a mantener el cine abierto, muchas veces de forma desinteresada. Es el caso de su amiga Lidia, gracias a la cual los naveros llevan casi treinta años disfrutando de unos inmensos carteles anunciadores de películas pintados a mano y de forma autodidacta al más puro estilo de los cine de la Gran vía madrileña. Y de quien Angélica tampoco se olvida es de ese público que durante mucho tiempo llenó el cine. «Sólo quiero dar las gracias con cariño a todos los que han hecho posible que el cine haya llegado hasta aquí, tanto de Nava como de todos los pueblos de alrededor» concluye agradecida, sin darse cuenta de que ha hecho más por la cultura que muchos ayuntamientos.

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