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Instalaciones del Banco de Alimentos en Vázquez de Menchaca, mientras los voluntarios preparan remesas.
Así reparte la comida el Banco de Alimentos de Valladolid

Así reparte la comida el Banco de Alimentos de Valladolid

Más de 6.000 niños comen cada mes con los víveres que reciben de esta entidad

Víctor Vela

Sábado, 14 de noviembre 2015, 09:16

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«¡Uf! ¡A ver si ahora cabemos nosotros!», exclaman Ángel Luis y Enrique cuando ven el Modus gris repleto de fruta. El maletero, hasta arriba de naranjas. Los asientos traseros, abarrotados de caquis. Ahí van unos cuantos kilos de víveres camino de la avenida del Valle Esgueva, hasta el Centro Específico de Rehabilitación de Adicciones Sociales (Cetras). Catorce familias se beneficiarán directamente de los productos que Ángel Luis y Enrique han venido a recoger hasta estas naves de Vázquez de Menchaca. Y en esas familias, claro, hay niños. El Banco de Alimentos contribuye, todos los meses, a llenar las despensas y neveras de las que comen 6.000 niños de la provincia. En total, 17.765 beneficiarios que reciben la comida a través de 180 asociaciones y entidades, como a la que pertenecen Ángel Luis y Enrique.

«El hambre sigue ahí. No ha desaparecido», ilustra Jesús Mediavilla, presidente del Banco de Alimentos en Valladolid. Es verdad que los datos parecen apuntar a una mejoría económica. Es cierto que incluso ha bajado el número total de beneficiarios a los que presta servicio esta entidad (ahora son 17.765, aunque llegaron a las 24.000), pero las necesidades son obvias. «Este descenso se debe a las ayudas que venían de los fondos agrarios para las familias en riesgo de exclusión», aclara Mediavilla. Pero quienes lo pasan peor no consiguen levantar cabeza. Se nota sobre todo entre los hogares con parados de larga duración (los progenitores mayores de 45 años) y aquellos que han logrado un trabajo,«pero en unas condiciones tan precarias que no son suficientes». «El hambre sigue ahí», insiste Mediavilla. El Banco de Alimentos repartirá este año tres millones de kilos de víveres. Son 8.200 kilos al día. Y aún así, hacen falta más. Por eso, el 27 y 28 de noviembre han convocado La gran recogida, una macroperación kilo que el año pasado logró 275 toneladas y que para esta edición se ha fijado un reto aún más ambicioso:alcanzar las 300, garantizar hasta abril el suministro de los hogares más necesitados. Hasta 115 establecimientos (Carrefour, Mercadona, El Corte Inglés, Día, El Árbol, Gadis, Eroski, Makro, Lidl y Lupa)se sumarán a esta campaña específica que quiere llenar las naves de la ONG. Hasta los topes, si es posible.

Pablo González, coordinador de logística, pasea su mirada por las instalaciones mientras repasa el trabajo de una jornada que acaba de comenzar. Son las 8:30 horas y esto ya está lleno de voluntarios. Martín López, 70 años, antiguo trabajador de la Pegaso, se enfunda unos guantes y se aferra al volante de la Citroën Jumper. Es el conductor de uno de los cinco vehículos del Banco de Alimentos que, a diario, atraviesan la ciudad con destino a los almacenes de empresas y cadenas de distribución. Hay un cuadrante en la visera del vehículo donde Martín tiene apuntadas las rutas de cada día. Hoy toca Helios e Hipercor. Otro compañero, Javier Garrote, conductor profesional en paro, se ha acercado hasta los centros de Carrefour... Allí ya les conocen. «¡Viene el del Banco de Alimentos!», dicen. «¡Tráele lo suyo!». Y acercan carretillas con palés llenos de género. En Helios, por ejemplo, mermeladas, miel, pequeños botes de tomate. Suelen ser pruebas de laboratorio, género con defectos en el empaquetado, productos perfectos para el consumo, pero que no pueden salir a la cadena de venta. En Carrefour, fruta y verdura, bollería, algo de charcutería. Las cadenas de distribución que participarán en la campaña de finales de este mes lo subrayan. El objetivo es no desperdiciar comida. Retirar esos productos que ya han superado el consumo preferente (no la caducidad)y donarlos al Banco de Alimentos. Es pan que sirve para rallarlo, paquetes de bollería del que alguien se llevó una unidad, galletas con la caja rota...

Con las tripas del camión cargadas, Martín emprende el camino de vuelta. Allí, sus compañeros están en plena digestión de la actividad. Durante estos primeros compases de la mañana, preparan los pedidos que luego las entidades se encargarán de recoger. Disponen para ello de un programa informático. «Sabemos cuántos beneficiarios tiene cada una de esas asociaciones, y si hay algún niño». Un cálculo equitativo e igual para todos señala cuántos kilos de pasta les corresponden, cuántos de arroz, cuántos de conservas.

Félix Madera tiene delante la lista que llegará hasta María Auxiliadora, en Pajarillos. 58 beneficiarios, dos de ellos bebés. Miguel, Manuel y Eladio colocan en cajas la carga que Félix va cantando y la transportan hasta una de las puertas de la nave, a la espera de que vengan a recogerlo. Allí, en el acceso a las instalaciones, José Luis Lacasa, antiguo ingeniero agrónomo, se encarga de recibir a los responsables de las ONG, parroquias o entidades sociales que acuden a por víveres. Hoy, además del reparto mensual, está el semanal de frutas y verduras. Merche ha venido a por ellos en nombre de la casa de ayuda para enfermos de VIH Sida de Miguel Ruiz de Temiño. Félix ha venido por Proyecto Hombre. Shahid, de Pacto Andino. Por aquí están también las dominicas de Porta Coeli, la asociación Aclad de drogodependientes, Medalla Milagrosa de las hijas de la Caridad de Mojados... Asociaciones que requieren la ayuda del Banco de Alimentos, con la vista puesta en la gran operación kilo del viernes 27 y sábado 28.

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