Adiós Congosto

Apesar del confusionismo creado desde el propio Gobierno -lo que desgraciadamente ya no constituye noticia-, algo ha quedado muy claro en la selección de candidatos enviada al Consejo de Ministros para decidir qué población española acogerá el futuro almacén de residuos nucleares: no será la localidad palentina de Congosto de Valdavia. La elegida finalmente será Zarra, en Valencia (según apuntó el ministro de Industria, Miguel Sebastián), al haber obtenido la mayor puntuación por parte de los expertos, o alguna de las tres siguientes en preferencia (Ascó, en Tarragona; Yebra, en Guadalajara, o Villar de Cañas, en Cuenca), y José Luis Rodríguez Zapatero o la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega, dirán, pero no Congosto, que en puntuación se ha situado en el penúltimo lugar entre las ocho candidaturas.

Así que ha llegado el momento para que vuelva la calma a la zona y también para que tanto partidarios como detractores del almacén se sosieguen. Porque aunque se entienden perfectamente los argumentos de quienes sotienen que los almacenes nucleares no son la mejor forma de revitalizar un pueblo como Congosto de Valdavia, atenazado por la despoblación, como muchos otros, también resulta perfectamente justificable que un alcalde como Eduardo Vicente intentara que la candidatura de su pueblo progresara para acoger el ATC.

Muchos estudios pertinentes aseguran que no existen riesgos para la población que vive cerca de un almacén que acoge residuos nucleares, aunque también sea comprensible la postura de quienes defienden que el ATC debe situarse en aquellos lugares con centrales nucleares próximas, como es el caso de Zarra o Ascó. Pero el alcalde de Congosto lo ha intentado, como lo han hecho los de las poblaciones vallisoletanas de Melgar de Arriba y Santervás de Campos. La oposición de los ecologistas ha sido fuerte, pero pesan más otros condicionantes a la hora de decidirse por el candidato idóneo que las protestas en la calle de los opositores.