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Sergio Agüero (i) y Yaya Touré (d), en el Santiago Bernabéu.
El Manchester City se duerme al ritmo de Touré
semifinales | vuelta

El Manchester City se duerme al ritmo de Touré

El exazulgrana, pasado de peso y lentísimo, fue el faro de un equipo inglés que nunca dio la sensación de creer en poder llegar a Milán

Rodrigo Errasti Mendiguren

Miércoles, 4 de mayo 2016, 23:09

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La tercera final española de Champions League, después de las vividas en París (2000) y Lisboa (2014), volverá a contar con la presencia del Real Madrid, que salió victorioso de las dos anteriores antes ante Valencia y Atlético. Los blancos lograron el billete de una manera extraña, en un duelo que, viendo la manera de competir del Manchester City, no pareció toda una semifinal de Champions League.

Y eso que la puesta en escena, el ambiente alejado de los turistas asiáticos domingueros, la música motivadora previa, los cánticos, los tifos y arengas previas (Juntos no hay imposibles, Hagámoslo real, Reyes de europa). todo hacía entender que aquello era una cita importante. Cuando arrancó la pelota la cosa cambió. El Madrid parecía tener vértigo a encajar ante un Manchester City que se sentía cómodo con un ritmo bajísimo. Con el recuerdo de Múnich tan presente, la comparación era inevitable.

A esa velocidad estaba cómodo Yaya Touré, otrora ogro madridista. Pasado de peso, su estética y la camiseta fosfórica le hacían ser el centro de atención de todos. Cuando se colocaba junto a Modric era como una especie de padre del croata. Se le veía trotar por el centro del campo, intentando ser la referencia de un City, que perdió a por una nueva lesión a Kompany teniendo que usar a Mangala, nada incómodo en su rol de paciente.

Seguramente porque el costamarfileño, un autobús lento con el '42' a la espalda no está para imprimir más ritmo, de aportar ese espíritu ganador que se necesita en estos encuentros. La intensidad inglesa era tan escasa que en una buena combinación al primer toque llegó el único gol del partido, ese 1-0 decisivo que la UEFA consideró fue en propia puerta. Sólo podía ser así. Otamendi no tiró bien el fuera de juego, Bale intentó centrar, la bola tocó en Fernando y se alojó en la red tras pegar en el larguero. No hizo falta más.

El City, andando

Aquello apenas varió el plan, el City no se inmutó y su mejor plan era buscar a Jesús Navas para que provocase algo de miedo en banda. A esa velocidad era imposible generar peligro y muchas veces el andaluz se veía obligado a recular para cerrar las subidas de un Marcelo que sí generaba inquietud con su velocidad y anarquía.

El duelo a ratos parecía de verano, con un Cristiano dolorido que parecía no querer forzar y esperaba sus momentos para esprintar. Su rival tampoco inquietaba, aunque en la única buena combinación entre De Bruyne y Fernandinho terminó con un chut al palo del brasileño, que cumplía años. Un susto para que Chamartín no creyese que la final española ya era una realidad.

Jesé fue el otro que más corrió en la primera parte, aunque también parecía que obligaba, sin querer, a su equipo a tener una marcha menos de la necesaria para certificar la clasificación. Quizá por eso Zidane, a los diez minutos del segundo acto, lo quitó por el eléctrico Lucas, que hizo una falta de roja que pudo costar caro en el 82'. Antes Isco, que se ofreció siempre pero como otras muchas veces le sobró un toque para que su juego fuese más efectivo que efectista, tumbó a Yaya en una disputa para sorpresa de todos.

Miedo y poca ambición

El Madrid apretó un poquito y tuvo cerca el 2-0. Hart frenó los intentos de Modric, cuando estaba sólo, y de Cristiano, primero de cabeza y después desde lejos. Para la media hora final, Pellegrini optó por Sterling, el fichaje más caro del verano en Europa, por Touré. La idea era subir un punto de intensidad y ritmo, que el extremo aprovechase su velocidad para hacer daño a una zaga en la que sus jugadores tienen alma de arietes.

El 2-0 parecía lo más previsible, e incluso Bale se topó con el poste en un cabezazo a balón parado. Zidane puso en el campo a James y Pellegrini contestó con Iheanacho, a costa de Navas, en el momento que la grada pedía más testiculina a los blancos. A veinte minutos del final daba la sensación de que el City no terminaba de creerse que estaba a un gol de Milan. No notó el temor local, no achuchaba ni se dejaba la vida como si no fuese la oportunidad de su vida de poder ver de cerca una 'orejona'.

Una pequeña tangana entre Fernandinho y Kroos agitó a los locales en la recta final. Los ingleses seguían fríos, como si aquello fuese el Trofeo Bernabéu. El Real Madrid llega a la final de la Champions en Milán tras una temporada que parecía perdida, dejando dudas de su capacidad competitiva con Zidane, tras eliminar al tercero de la Serie A, al décimo de la Bundesliga y al cuarto de la Premier. Su rival ahora es el Atlético, ante el que Zidane perdió su primer partido como técnico pero al que viene recordando la final de Lisboa cuando quiere intimidarlo.

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