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Operarios de la construcción, sector en el que más ha caído la siniestralidad laboral, trabajan en una obra en la ciudad. / A. de Torre
LABORAL

El miedo a denunciar se alía con la crisis para reducir más la siniestralidad laboral

La provincia fue la única de la comunidad autónoma que finalizó 2013 sin víctimas mortales

CÉSAR BLANCO

Lunes, 3 de febrero 2014, 17:17

Como una imagen vale más que mil palabras, el gráfico que acompaña a esta información deja bien a las claras que cada vez hay que lamentar menos accidentes en el trabajo. El año pasado mantuvo la tendencia a la baja en los datos de siniestralidad laboral en Segovia con una reducción general del 10% con respecto al curso anterior (de 1.414 a 1.274, sin contar las bajas causadas en el trayecto de ida o vuelta al puesto de trabajo). Además, por primera vez desde hace al menos diez años las estadísticas no contabilizan ningún fallecimiento. Pero que la buena nueva de las cifras oficiales publicadas por la Junta no oculte el bosque de una realidad (que no figura en el cuadro explicativo) y que sí vienen denunciando los sindicatos desde hace tiempo.

Es un efecto dominó perverso que detona la espoleta de la crisis generalizada que sufre España desde hace seis años. Es como aplicar una sencilla regla de tres, solo que en juego están las vidas de trabajadores. A menos actividad económica, menos productividad, cierran empresas, se firman menos contratos y las listas del paro se hacen más largas. Por lo tanto, la población activa expuesta a sufrir un accidente en su desempeño laboral es mucho menor que en la década pasada.

Además, los sindicatos alertan de otra consecuencia de esa acuciante crisis, un efecto cada vez más recurrente y que repercute directamente sobre el «enmascaramiento» de las aparentemente buenas cifras que dan fe notarial de ese descenso de la accidentalidad en los centros de trabajo. Hay un miedo creciente a declarar un percance. Detrás está el temor a perder el empleo, según han detectado las asesorías jurídicas sindicales y las áreas de prevención de riesgos laborales.

Unido a la precariedad

Muchos incidentes, sobre todo leves, no se notifican. Así lo ha hecho saber en repetidas ocasiones el secretario provincial de la Unión Provincial de Comisiones Obreras (CC OO), José Antonio López Murillo. Una percepción que comparte el responsable de la Federación de Servicios Públicos de Unión General de Trabajadores (UGT), Miguel Ángel Mateo. Los empleados quieren conservar por encima de todo ese tesoro que a día de hoy es un contrato laboral. Pero aún hay más 'maquillaje' en la caída de la accidentalidad. Tras esta situación también subyace la precariedad cada vez más presente en la que se mueve el mercado laboral, avisan los representantes de los trabajadores. Un ejemplo de ello es que el 92% de los contratos que se suscribieron en 2013 fueron temporales, como alertó el diputado nacional socialista por Segovia, Juan Luis Gordo, al hacer balance de cómo se comportó el empleo provincial el curso pasado.

«Hay muchos accidentes que se ocultan, bien porque a la empresa no le interesa registrarlos o bien porque se presiona al trabajador para que no se dé de baja», exponen fuentes de la Unión Provincial de Comisiones Obreras. El departamento de Prevención de Riesgos y Salud Laboral certifica que ahora hay más miedo a la hora de solicitar la baja. Por eso los trabajadores «se quejan la mitad de la mitad, y si uno se pilla un dedo, lo mete en agua fría y continúa», comentan desde CC OO.

La deseada disminución de los percances sufridos en el lugar de trabajo no deja de ser otra cruz de las múltiples que ofrece la cara más cruel de la crisis económica y financiera. Hay menos inversiones, menos partidas y por tanto menos dinero para los planes de promoción de la salud laboral y la prevención de riesgos. Los sindicatos insisten en culpabilizar de este escenario de precariedad a la reforma laboral impulsada por el Gobierno central.

El desplome del 'ladrillo'

Esa misma radiografía de la siniestralidad laboral deja al descubierto la depresión en la que se han visto inmersos algunos sectores productivos desde que estallara la dichosa crisis. El más damnificado, el de la construcción.

El negocio del 'ladrillo' ha sido vapuleado. El desplome en la edificación y el 'crack' inmobiliario que empezó a castigar la actividad principal y los mercados auxiliares entre finales de 2007 y principios de 2008 no solo deja la huella de un parque de cerca de 19.000 viviendas vacías en la provincia y un reguero ingente y constante de más desempleo y nuevas clausuras de empresas. La reducción del capital humano se acerca al 70% desde que comenzaran a notarse los primeros síntomas de la crisis dentro de este segmento económico y laboral, según los cálculos manejados por la patronal provincial de la construcción, APIC.

Con menos industria, menos producción, menos facturación, menos obras y menos operarios, la repercusión es poco menos que lógica: una menor accidentalidad. Y así lo atestiguan esas cifras oficiales tan sospechosas e irreales en opinión de los sindicatos. En Segovia, se contabilizaron el año pasado 112 incidentes laborales, ninguno grave. El descenso respecto a 2012 es del 40%, pero esa bajada de la sinestralidad de la construcción es todavía más acusada si se toma como referencia el inicio de la crisis. Esa disminución se acerca al 78%.

Pero esa bajada de la accidentalidad no es generalizada. Mientras la construcción acapara buena parte del descenso, acompañada por una menor siniestralidad en el régimen agrario y en el sector de servicios, los percances en el ámbito industrial aumentaron el año pasado en Segovia.

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