Un verano sin las sonrisas del Sahara
Toro ·
Ángel García lamenta no haber compartido estos meses con los dos niños saharauis a los que acoge a través del programa Vacaciones en PazPor estas fechas, estarían preparando las maletas de vuelta y disfrutando de las fiestas patronales de San Agustín que el municipio zamorano de Toro ha tenido que suspender por la pandemia. Los primeros días del mes de septiembre son de inicio de curso, pero también de despedida de los niños saharauis que cada verano pasan sus Vacaciones en Paz en la provincia de Zamora y en toda Castilla y León.
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Este septiembre no habrá despedida, como en julio tampoco hubo recibimiento debido a la crisis sanitaria que ha impedido que los niños saharauis vuelen hasta España a reunirse con sus familias de acogida.
Una de ellas es la de Ángel García González, toresano de 46 años y florista de profesión, que hace diez años acogió por primera vez a un niño saharaui en su casa de Toro. El año pasado fueron tres niños los que pasaron sus vacaciones en el municipio zamorano. Dos de ellos, Aziz y Mohamed, de 13 y 10 años, lo hicieron con la familia García González.
Este verano ha sido muy diferente para Ángel. «Echamos mucho de menos a nuestros niños del Sahara, era ya parte de nosotros», explica el toresano, a quien todos los días le vienen a la cabeza recuerdos de veranos pasados y también inquietudes y preocupaciones por las condiciones de vida que ofrecen los campos de refugiados.
«Tengo contacto con ellos y nos vemos por videollamada, pero sé que las carencias allí ahora mismo son tremendas», asegura Ángel García. Y no solo se refiere a las altas temperaturas que soportan en el desierto de Argelia, que en verano llegan a superar los 50 grados, sino también a la falta de cosas tan básicas como agua potable, sanidad, alimentos o medicinas. Además, el coronavirus impide a las familias hacerles ningún tipo de envío. «Aunque queremos, no podemos mandarles nada y carencias tienen de todo tipo».
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Diez años
Voluntario de la Asociación Zamora con el Sahara y presidente de la Asociación Unidos Contra el Cáncer de Toro y Provincia de Zamora, acogió por primera vez a un niño saharaui hace diez años. Este primer niño en pasar el verano con la familia fue Salek, que entonces tenía 7 años. Hoy tiene 17 y vive durante el curso escolar en Toro, donde estudia gracias al programa 'Madraza'. Debido al coronavirus, Salek tampoco ha podido pasar los meses de julio y agosto con su familia del Sahara.
Aunque Salek vive durante todo el curso con Ángel, este ha seguido colaborando con el programa Vacaciones en Paz.
Aziz fue el siguiente niño en ser acogido por la familia y ha pasado en Toro cinco veranos, mientras que Mohamed llegó por primera vez hace tres años. Ambos son primos de Salek. «Mohamed vino un poquito de rebote porque me llamó la presidenta de la Asociación Zamora con el Sahara y me dijo que había un niño que no tenía familia de acogida y que era primo de los dos niños que yo tenía. No lo dudé ni un segundo y comenzó a venir también».
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Lo que más les gusta de sus veranos en Toro es ir a la piscina, jugar en el parque y las fiestas de San Agustín. «Son todo recuerdos. Les recordamos a todas las horas porque te daban una alegría que llenaban la casa», afirma Ángel, quien incide en que además el programa Vacaciones en Paz supone que puedan tener acceso a servicios médicos y revisiones.
La última vez que estuvo con Aziz y Mohamed fue en el mes de diciembre, cuando fue a verlos en su quinta visita a los campos de refugiados. «El pueblo saharaui engancha. Hay que ir allí, en medio del desierto, para vivir la experiencia de cómo viven, su cultura y su hospitalidad. No saben qué hacer contigo durante los días que estás allí y se empeñan en que seas feliz con lo poco que ellos tienen», afirma y añade que los saharauis «son felices sin tener nada».
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Inolvidable
Aunque ha sido un verano triste por la ausencia de Aziz y Mohamed, Ángel confiesa que ser familia de acogida es una experiencia solidaria «inolvidable» y una de las mejores cosas que ha hecho en su vida.
Ahora espera que el reencuentro con las sonrisas del Sahara pueda producirse lo antes posible. Mientras tanto, sigue recordando momentos juntos y reivindicando libertad para el pueblo saharaui porque «ninguna persona humana merece vivir en un campo de refugiados y en unas condiciones tan lamentables».
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