Salvador jugando la partida de cartas junto a vecinos de Porto durante un verano pasado.
Un agosto diferente

Cuando se echa de menos todo: la gente, el río, el paisaje...

Porto de Sanabria ·

El escritor Salvador Carracedo lamenta no pasar las vacaciones en la localidad zamorana, donde tenía previsto presentar su nuevo libro, que contiene un homenaje al pueblo

Alicia Pérez

Zamora

Sábado, 22 de agosto 2020, 08:25

Porto de Sanabria es el municipio de Castilla y León más alejado de una capital de provincia. 175 kilómetros separan el pueblo de la capital zamorana. Hasta esta localidad de la Alta Sanabria, en el límite con las provincias de León y Ourense, no se ha trasladado este verano desde Barcelona el escritor Salvador Carracedo Dapena, portexo (así se llama el gentilicio de Porto), que pasaba todos los meses de agosto en la localidad.

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Pocos motivos han impedido a Salvador pasar las vacaciones en Porto desde que vive fuera. Únicamente, ha faltado a la cita estival con su pueblo durante la espera del nacimiento de sus dos hijas o por el cuidado de algún familiar. Aunque siente no poder estar en Porto este verano: la pandemia le hace ser prudente.

Hubiera sido un agosto especial porque hace tan solo unas semanas que Salvador ha publicado su nuevo libro, 'Las huellas de la vida', que contiene, en la parte más importante de la publicación, un homenaje a Porto de Sanabria y narra la historia social y económica de un pueblo zamorano al que se llega pasando por Galicia y cuyos habitantes hablan un dialecto del gallego. «Me hubiera gustado presentar mi libro precisamente en Porto porque lo he preparado con ilusión», explica el autor.

Nacido en el municipio hace 76 años, es titulado en Magisterio y licenciado en Filología Inglesa. Su vida profesional ha estado dedicada a la enseñanza, dos años en Zamora tras aprobar las oposiciones, y después en Barcelona. «Este año no es prudente ir dadas las circunstancias y claro que tengo deseos de ir, pero se impone la prudencia», explica sobre un agosto diferente en el que echa de menos a la gente de Porto, el río, el paisaje, «la camaradería que hay entre los portexos» y tantas y tantas cosas. «Hay que afrontarlo como viene y tener prudencia», afirma.

Durante sus vacaciones en la localidad, le gusta pasear por los caminos, no perdona la partida en el bar de Sole, que es centro de reunión, y cuando llegan las fiestas participa al máximo de cualquier actividad, sobre todo en el baile. También dedica ratos a la lectura y, especialmente, a observar. Encuentra inspiración en su pueblo. «A veces paseando y observando es cuando se te ocurren temas», asegura.

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Ya de pequeño afinaba el oído al cruzar el puente del pueblo, lugar en el que los vecinos se paraban a conversar. Esas anécdotas, algunas serias y otras de humor, inspiraron su anterior libro, 'Los relatos del puente'.

Su nueva obra, 'Las huellas de la vida', tiene cuatro partes. Una de ellas, la tercera, es un homenaje a Porto en forma de relatos bajo el título 'Al abrigo de la montaña'. «Hago un homenaje al pueblo de Porto y a su gente y, al mismo tiempo, cuento la historia social y económica del pueblo», señala el escritor.

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Gran parte de estos relatos se los contó un pastor de la localidad mientras le grababa e iba tomando notas. La publicación también refleja la buena e importante relación de la comarca de Sanabria con Galicia. La localidad sanabresa es famosa por sus ferias de ganado. Cuando había feria en Porto acudían los gallegos de pueblos próximos y los portexos no faltaban a las que se celebraban en la comunidad vecina. «Teníamos una hermandad tremenda y lo he querido reflejar porque merece la pena que se conserve y que los jóvenes sepan que los de antes nos tratábamos muy bien».

Su ilusión era presentar su nuevo libro en Porto junto a sus vecinos, un plan paralizado por el coronavirus. Durante estos años, a su vuelta, ha encontrado cambiado el pueblo, con más servicios públicos. No hay que olvidar que Salvador conoció Porto con las calles embarradas, sin asfaltar y pocos servicios. Todo eso se ha ido modernizando, pero la localidad ha ido perdiendo población porque muchos portexos han emigrado. «Esa es la pena, porque la gente se va buscando el medio de vida», lamenta. Este verano Salvador no está en Porto, donde por la noche admira la vista que ofrecen las estrellas y las luces del pueblo. Quizá, de esta ausencia a 973 kilómetros de distancia, surja un nuevo relato.

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