Más de 30.000 visitantes acudieron a esta gran cita del motor vintaje J. C, Castillo

Valladolid Motor Vintage 2025: un museo rodante que llena Valladolid de recuerdos

Más de 30.000 personas abarrotaron el centro de la ciudad para disfrutar de la duodécima edición de la cita con los vehículos clásicos

Laura Negro

Valladolid

Domingo, 5 de octubre 2025, 17:13

Durante el domingo, Valladolid se ha convertido en un gran museo rodante al aire libre. El Valladolid Motor Vintage, organizado por El Norte de Castilla, ha celebrado su duodécima edición con 510 participantes y con más de 30.000 aficionados y curiosos recorriendo el paseo del Campo Grande, la Acera de Recoletos y la Plaza de Zorrilla.

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Allí, cada vehículo contaba una historia, desde los centenarios hasta los populares de los setenta. La del ayer fue una importante cita que contó con el patrocinio y colaboración de Mapfre, Fundación Michelin, Lexus Valladolid, Red Itevelesa, Ayuntamiento de Valladolid, Coca-Cola y Rock on Wheels España.

En la explanada se pudieron ver auténticas joyas. Entre los más admirados, un Berliet MGB-2 propiedad del Museo de Historia de la Automoción de Salamanca, que parecía salido de una película de época. Muy cerca, un impecable Rolls-Royce, pero más allá del metal, lo que más atrapó a los asistentes fueron las memorias ligadas a cada coche.

Allí estaba Leandro Herrero, mecánico de profesión y orgulloso de su gran joya del motor, un Land Rover básico modelo 86 de 1955, que en 1973 su padre adaptó como grúa y que durante décadas lo estuvo usando para su taller en Medina de Rioseco. Un vehículo cuyo primer propietario era descendiente de los reyes de León y del mismísimo Cristóbal Colón. «Para los que amamos el motor, acudir a esta cita es un cúmulo de sentimientos», comentaba Leandro Herrero satisfecho.

Los Seat 600 tal vez fueron los que arrancaron más sonrisas y recuerdos por parte de todos. Allí estaba el de Gonzalo Sierra, de Palencia, que data de 1972 y cuya baca iba cargada de squies, botas y otras reliquias. «Fue mi primer coche y me ha dado muchas alegrías. Me lo paso muy bien con él. Lo restauré hace 5 años», dijo su orgulloso propietario. A su lado estaba un llamativo Seat 600 D, de 1954 completamente tuneado.

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«Le compré hace tres años para la boda de un sobrino. He invertido en él infinito dinero. Si se enfada mi mujer, me da igual, pero que se me rompa el coche… eso es otra cosa. El 600 es intocable. Es mi gran capricho», bromea su dueño José Manuel Cabello. Otro de los vehículos más fotografiados fue un Zimmer de 1976 propiedad de los palentinos Miguel Ángel Martín y Emi Collazos. «Lo trajimos de Estados Unidos. Es el coche que sale en la película de 101 Dálmatas y solo se fabricaron 87 unidades. Tiene motor Ford. Le tenemos con todo el capricho», comentan sus propietarios.

También joyas de dos y tres ruedas

Tampoco faltaron las motos clásicas, como una BMW de los años cincuenta o varias scooters Vespa y Lambretta, que a muchos les hizo recordar sus años mozos en la carretera. Una que causó gran sensación, como la Peugeot Movesa de 1959, propiedad de Enrique Sánchez. «La adquirí en 1978 y con ella he hecho grandes viajes. Me ha acompañado toda mi juventud», dice mientras la acaricia. O la Mobylette AV88 de 1965 que ha restaurado el mecánico Antonio Velasco. «Era del tío de mi mujer y estuvo años en un pajar. Tiene todas piezas originales y estoy en proceso de darla de alta como vehículo histórico», comenta.

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La cita contó también con un caricaturista, Daniel Verdugo, que retrató a curiosos y participantes en el puesto de Red Itevelesa, donde también se realizaron inscripciones para el partido solidario en favor de Aspaym, que se celebrará el sábado 15 de noviembre con más de 20 creadores de contenido en el polideportivo Barrio de las Delicias.

La afición por los clásicos no deja de aumentar. El público vallisoletano volvió a demostrar que lo antiguo le sigue emocionando al abarrotar el recorrido durante toda la mañana. Además, el agradable sol invitaba al paseo y a disfrutar de estas preciosidades rodantes. Al final de la jornada, cuando los motores dejaron de rugir y los vehículos se disponían a regresar a sus garajes, muchos visitantes seguían tomando fotografías. Y eso es porque Valladolid Motor Vintage es mucho más que coches, son recuerdos en movimiento.

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