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Inscripción en la tumba de Paestum.

Paestum, la tumba del nadador feliz

Un paseo por la historia ·

La metáfora del fresco es clara: el ser humano se lanza al vacío desde el instante en el que nace

Martes, 22 de julio 2025, 00:04

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Él sabe que ya está muerto. Lo supo en el momento preciso en el que despegó sus pies de la pileta y se zambulló hacia ... el vacío. Lo piensa cuando su cuerpo empieza a descender, después de haber alcanzado su máximo esplendor. Ahora se arquea ligeramente y alcanza una posición de atleta olímpico. El cuerpo es una línea perfecta, curvada como las medias lunas que dejará de ver. El cielo lo espera al final del impacto, en ese mar de aguas celestes que se encrespa, que lo recibirá con olas épicas. Está a punto de sumergirse. Será la confirmación de que fue, de que su vida transcurrió entre tardes de verano en el sur, piel morena sobre otras pieles, el amor y la muerte a punto de inaugurar la espuma del mar.

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