Los ultraprocesados atacan el cerebro, pero... ¿es bueno vetarlos del todo?
Un estudio revela que 'lo prohibido' nos tienta más y que darse un capricho esporádico quizá sea el mejor remedio para no caer en el abuso
Es difícil resistirse a la oferta de alimentos ultraprocesados. Seguro que este verano hemos sucumbido más de la cuenta. Y ese relax en nuestros buenos ... hábitos alimenticios tiene consecuencias que ahora vemos rápidamente en la báscula: el Instituto Europeo de la Obesidad estima que llegamos a ganar hasta cinco kilos durante el periodo estival. Lo que nos preocupa ahora en septiembre suelen ser los michelines, aunque la acumulación excesiva de grasa en nuestro organismo –¡ay, esos chutes de ultraprocesados que nos hemos metido tienen mucha culpa!– va mucho más allá de lo estético: ya sabemos que está rotundamente demostrado que la obesidad incrementa el riesgo de enfermedades cardiovasculares, diabetes, artrosis y algunos tipos de cáncer (como el de mama o el de colon), pero es que además, y de esto se habla muy poco, la obesidad afecta al cerebro. Sí, al cerebro.
Acumular excesivas reservas de grasa en el organismo llegando a límites de obesidad –según la Organización Mundial de la Salud, esto sería cuando el Índice de Masa Corporal (el peso en kilos dividido por la altura en metros al cuadrado ) es mayor a 30– incrementa el riesgo de alzhéimer y demencia. ¿Por qué? Porque la grasa excesiva afecta a muchas funciones corporales que terminan impactando en el funcionamiento del cerebro. Por ejemplo, al producir diabetes se descontrolan los niveles de azúcar en sangre, que son muy perjudiciales para las neuronas. Además, el propio tejido graso libera mediadores inflamatorios, que producen una situación de inflamación crónica que es el caldo de cultivo ideal para la degeneración neuronal. De hecho, las personas con obesidad pierden tejido cerebral, como documenta un artículo reciente de la Fundación Pasqual Maragall.
Ya en fetos
Aún más preocupante es la obesidad durante el embarazo, ya que es en el último trimestre cuando en el cerebro del feto se establece el llamado circuito de la alimentación. Si en esa etapa y durante los primeros meses de vida del bebé existe un exceso de consumo de calorías, el circuito se establecerá incorrectamente para toda la vida, lo que generará un desequilibrio entre el hambre y la saciedad, produciendo una mayor ingesta de comida. Además, las alteraciones en este circuito durante la infancia incrementan la posibilidad de sufrir obesidad en la vida adulta, como se explica en el canal informativo 'Cerebro e infancia saludable' que ha creado el Centro Vasco de Neurociencias Achucarro.
Así que, por razones de salud, es evidente que tenemos que evitar el exceso de grasa corporal, y para ello sabemos que debemos hacer ejercicio y comer sano. El primer paso es evitar los alimentos ultraprocesados, que suelen resultarnos muy apetecibles por el atractivo de 'lo prohibido'. Así lo ha demostrado un estudio reciente realizado en el Reino Unido.Los investigadores han descubierto que el cerebro se siente atraído por este tipo de comida precisamente porque sabe que no es lo que le conviene. Chocante, ¿no? Pues sí, el estudio revela que nos dan más placer alimentos que creemos que tienen más grasas y azúcares independientemente de que los tengan o no. Lo que nos atrae es la idea de transgredir.
Y esto no solo pasa con la comida poco sana: las implicaciones de sentir placer cuando sabemos que estamos haciendo algo que es perjudicial para nuestra salud son múltiples y se pueden aplicar también al abuso de drogas o a los deportes de riesgo, por ejemplo. Así que, como en todo en esta vida, en el equilibrio está la virtud. Y quizá es mejor darse el gustazo muy de vez en cuando para que el cerebro no nos pida ese placer de hacer cosas prohibidas con más frecuencia de la que nos conviene.
¿Y si los malos no son tan malos? Vamos a descartar un bulo
Vamos a descartar un bulo con respecto a los ultraprocesados: no, no todos son malos. La etiqueta de ultraprocesados también incluye alimentos enriquecidos con micronutrientes necesarios que pueden escasear en la dieta, como el yodo, el hierro, el ácido fólico o los ácidos grasos omega 3. Los hay, sí. Lo que hace perjudicial a la mayoría de los ultraprocesados es su exceso de calorías, grasa, y azúcar, que además se absorben rápidamente. También su inmediatez para el consumo y su aspecto llamativo y apetitoso.
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