Carlos Vega
Un verano a la última ·
Este profesional se confiesa un «enamorado» de su trabajo, a pesar de ir al tajo todo el veranoSilvia Osorio
Jueves, 14 de agosto 2025, 00:37
Carlos Vega carraspea antes de coger el micro y empezar a entretener a todo el personal. Sol y más de 30 grados. El calor aprieta. ... No le importa. A sus 38 años, es jefe de animación en el hotel Garden Playanatural Hotel & Spa, en El Rompido (Huelva), y cada día del verano echa el resto en un trabajo que le tiene «enamorado».
– Sin ánimo de boicotear: habla con alguien a la que no le seduce demasiado eso de ponerse a bailar en la piscina, aunque ponga a la Carrà.
– En nuestro hotel no tenemos mucho problema en eso.
– ¡Anda! Enseñe sus cartas.
– Hay dos piscinas. La gente a la que no le apetece hacer nada se va a la de abajo y así está a su bola. Pero también hacemos muchas relaciones públicas. Hablar con ellos, generar una relación de confianza, que nos conozcan... Muchos se acaban animando.
– ¡Fuera vergüenzas! ¿Le pesa a la gente el sentido del ridículo?
– Hasta que van conociendo a otros huéspedes. Hay gente que viene dispuesta a hacer todo y otros a nada, pero, al final, entran en vereda. Y cuando hacen una actividad, generan un vínculo y se van abriendo más. Tenemos un equipo muy sociable. Aunque a principio les da mucho reparo.
– Eso no va con usted.
– Hay que saber socializar o verse en un escenario con 400 personas enfrente. Hay que ser extrovertido, abierto. Es un trabajo muy bonito, pero no todo el mundo vale. Llevo 17 años y soy un enamorado de él.
– No lo puede decir mucha gente…
– Obviamente, trabajamos para ganar dinero, pero con este puesto eso se te olvida.
– ¿Qué es lo más gratificante de su profesión?
– La gente. Clientes que vuelven año tras año y te traen un detalle. ¡Me han llegado a hacer poemas!
– ¿Y lo peor? Confiese.
– No hay muchas cosas.
– ¿Ni los turnos partidos? ¿Ni trabajar a 35 grados?
– Puede ser lo peor, pero somos privilegiados porque tenemos acceso a bañarnos en la piscina y una cosa compensa la otra. Sarna con gusto no pica. Para cualquier persona que sea sociable y dicharachera, abierta… es su trabajo perfecto.
– Que quede claro.
– Es un trabajo al que sigo enganchado.
– ¿Cómo llegó a ser animador de hotel?
– De rebote.
– No me diga.
– Me gustaba de siempre, pero no era algo vocacional. Fue casualidad total. Un amigo mío trabajaba de camarero, le dijeron que había vacantes en animación y dijo que tenía un amigo que era muy payasete.
– Y se presentó.
– Al día siguiente. ¡Y hasta hoy!
– ¿Lo de ir al tajo en verano cómo lo lleva? ¿No le dan envidia las vacaciones de otros?
– Tengo dos niños pequeños... Cuadrando un par de días libres te puedes escapar. Pero vivimos al revés del resto.
– ¿Prefiere niños o adultos?
– He trabajado con ambos. Con niños es muy gratificante porque te conviertes en su ídolo. Ves cómo les llenas, sus caritas sonrientes... Pero hoy los niños no tienen nada que ver...
– No sueltan los móviles.
– El que menos tiene ya uno mejor que el padre. Y no se entretienen con nada, van por delante de su edad… Antes teníamos la minidisco con canciones como 'Veo, veo', que siempre ha sido un clásico. Hoy se la pones y enseguida te piden Lola Índigo.
Miedo a las reseñas negativas
– ¿Y entre los adultos? ¿Qué público es más difícil?
– Entre la clientela extranjera, los alemanes son muy cuadriculados. El grueso viene a desconectar. Como tengas la música más alta de la cuenta les molesta mucho.
– Y no es cuestión de llevarse un corte.
– Uff, encima hoy en día, con las redes sociales, enseguida te ponen una reseña negativa. Es nuestro mayor miedo. Puedes hacer un muy buen trabajo, pero un comentario malo en redes puede resultar muy dañino.
– ¿Algún disgusto?
– Una vez un guiri escribió que aquí en El Rompido no hacía sol. Le hizo nublado y nos puso a caer de un burro... ¡Ni que fuéramos nosotros el hombre del tiempo! Cosas surrealistas hay muchas.
– ¿Está todo inventado en cuanto a animación en hoteles?
– Se sigue practicando el tiro con arco, hay que hacer cosas nuevas. Aquí, en el hotel, hemos adaptado el concurso de 'La Voz', por ejemplo.
– ¿Hay alguna actividad que deteste?
– El 'sjoelen' (billar holandés) se me hace muy pesado. Llevo tanto tiempo haciéndolo... Y sigue habiendo gente a la que le motiva.
– ¿Es también usted de los que se pone a hacer zumba cuando va de vacaciones?
– Sí, inconscientemente hago comparativas con lo que hacemos nosotros. Coges ideas...
– ¿Cree que es una profesión poco valorada?
– En este hotel no, aquí hay un compañerismo enorme. Pero en otros he visto incluso algo de inquina porque ellos están con sus uniformes y nosotros bañándonos en la piscina.
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