Un poema para reconstruir la alegría

Madre piadosa, así, naturaleza,

conviene ser con la ambición madrastra,

enjugando el sudor, al uno, el ocio,

y, al otro, el duro afán de las ganancias

FRANCISCO DE TRILLO Y FIGUEROA

La luz que se vislumbra al final del pasadizo. La palabra alegría que surge al final del poema, y que nos obliga a leerlo de nuevo, a reconstruir su verdad profunda en nuestra consciencia. A hacerlo nuestro. La recompensa, al fin, detrás del sufrimiento, del esfuerzo, del escepticismo. Del largo camino (todavía) con los pies descalzos, sobre el filo de la cuchilla de la incertidumbre. Sobre el vértigo de la nada. Y el reencuentro necesario con la Naturaleza. Esa madre a la que negamos y vapuleamos tantas veces en nuestra ingratitud, pero que está siempre detrás de nosotros, acompañándonos. Porque no sabemos, no podemos ser, no somos sin ella.

'Variaciones sobre un lugar común' pone, en cierta manera, el broche a un año en el que Antonio Carvajal decidió, desde el primer momento, combatir las reducciones y los cautiverios con el mejor recurso que tenía a mano: la poesía. Ese arma cargada de futuro. Esa otra madre que, al igual que la Naturaleza, siempre está ahí cuando la necesitamos. Día a día, desde el whatsapp o desde el correo electrónico, el poeta de Granada regaló a sus amigos un poema. Así hasta superar los cien. Un poema, además, ilustrado. Y acompañado también por el registro de la voz del poeta o, en su defecto, de la propia voz de Carvajal recitando el texto.

El último de la serie, bautizada como 1POEMAxDIA, lo ofreció, escrito y leído por el profesor sicialiano Rosario Trovato, el 1 de julio de 2020. Son infinitos los escritores que han aprovechado el tiempo de su cautiverio, ora cervantino ora becqueriano, para revisar o aumentar su producción literaria. Antonio Carvajal prefirió repartir cada día, a modo de provisión de resistencia, la alegría de un poema ajeno. Hoy nos deja uno propio. Pendiente del final de la tormenta. Por Carlos Aganzo.

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