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La vida de diez abuelos narrada a través de varios estudiantes«Vuestras historias no son pasado, sino memoria viva». Así arrancó esta semana la emocionante celebración del cierre del proyecto intergeneracional 'Trazando Historias'. Una iniciativa ... que durante meses ha mantenido unidos a diez alumnos del ciclo formativo de Grado Medio en Atención a Personas en Situación de Dependencia del Centro Didáctico, con los usuarios de la residencia Legado del Niño Jesús.
El pasado mes de diciembre, un equipo de El Norte tuvo oportunidad de presenciar uno de los encuentros entre mayores y alumnos. Fue un rato repleto de conversaciones profundas y aprendizajes mutuos. En ellos, Sagrario Martín, Veneranda Alonso, Ester Rodríguez y Mariano Yagüe se convirtieron en profesores de vida para sus «nietos adoptivos», Andrea Rodríguez, Sonia Georgieva, Jimena Gutiérrez y Adrián Hernández. El objetivo era que cada alumno escribiera la historia vital de su «abuelo», en un libro personalizado.
Este miércoles, en un acto que estuvo cargado de abrazos y lágrimas de emoción y gratitud, se entregaron los diez relatos de vida. Diez libros que hilvanan memorias y que han servido para tender un puente entre generaciones. «Con este proyecto buscábamos crear vínculos para también la estimulación cognitiva que es tan importante y necesaria para estas personas. Buscábamos la reminiscencia, hacerles recordar episodios de su vida, anécdotas, las dificultades que han pasado y todo lo bonito que han vivido», explicaban Carmen Hernando y Consuelo Guadián, profesoras del Centro Didáctico.
Clara Gahona es una de las alumnas. Ella ha compartido muchos ratos con Pilar Antolín, de 95 años, quien se sorprendió muy gratamente con todos los detalles que la joven había logrado rescatar de su memoria. «Es un libro precioso. Lo tengo que leer con calma. Eres maravillosa. Me ha hecho mucha ilusión», le decía agradecida. «Para mí ha sido muy emocionante conocerte Pilar. He descubierto que tenemos muchas cosas en común. He aprendido mucho de ti y te has convertido en una persona muy especial para mí», le respondía la joven.
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Fueron muchas las emociones que salieron a relucir durante el acto. «¿Me merezco yo tanto?», comentaba Ester Rodríguez con lágrimas en los ojos al recibir su libro de manos de Jimena Gutiérrez. «Apenas veo. Me lo tendrán que leer mis sobrinas», añadía mientras acariciaba la portada. Su compañera de residencia, Antonia Palacios, hacía lo propio con el libro que le ha escrito Mara García. «Tengo 89 años y he sido maestra. Todavía no lo he abierto, pero me lo voy a leer entero. Y si tengo que dar quejas, las daré», decía entre risas. «Aunque seguro que me encanta», añadía mientras abrazaba a su «nueva nieta».
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Para algunos alumnos, como Lorena Merino, el proyecto ha sido también un proceso personal de duelo. «Mi abuelo Jesús acababa de fallecer cuando iniciamos el proyecto. No me sentía preparada para hablar con otros mayores y lo que hice fue escribir su historia como recuerdo para mi familia. Ha sido una forma de mantener viva su esencia. Ha sido una experiencia extraordinaria», comentaba esta joven de 18 años.
Veneranda Alonso, de 93 años y acompañada de su hija, tampoco podía disimular la emoción al recibir el libro en el que Sonia Georgieva le había dedicado las siguientes palabras: «Su historia es un testimonio de vida sencilla, pero plena de valores firmes y de un corazón que ha sabido amar sin esperar nada a cambio». «¡Ay por Dios! ¿Eso has escrito de mí? ¡Que me emociono de verdad!», exclamaba mientras le abrazaba.
Para las profesoras Carmen Hernando y Consuelo Guadián, este acto final de proyecto fue también muy significativo. «Hemos superado todas nuestras expectativas. Los chicos lo han vivido como una experiencia muy especial, que les ha llegado mucho. Les ha hecho reflexionar, crecer y madurar. Todos han cogido muchísimo cariño a sus abuelos adoptivos. Ha sido un gran aprendizaje para ellos. Es algo que les vendrá muy bien el día de mañana, cuando salgan al mercado laboral y tengan que trabajar con personas dependientes», explicaban.
El proyecto 'Trazando historias' ha transformado a los estudiantes y a los mayores. Así lo resumía Eva Sampietro, directora de la residencia. «Los mayores se alegran al poder enseñar sus cosas, contar su vida y sintiéndose útiles. Lo que ellos más necesitan es ilusión y alegría y estar con gente joven para ellos es vida», concluyó.
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