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Vista general de la calle Santiago. HENAR SASTRE

Valladolid recibe más población extranjera, pero no compensa la baja natalidad

La recuperación económica y la crisis en Sudamérica generan un repunte en la inmigración

Víctor Vela

VALLADOLID

Martes, 26 de junio 2018, 14:00

El Instituto Nacional de Estadística (INE) ofreció este lunes el dato que faltaba para completar la fotografía demográfica de Valladolid que, aunque menos tenebrosa que en el conjunto de la región, arroja nubarrones en el horizonte para garantizar el relevo generacional.

Los padrones de la provincia dieron de baja durante el año pasado a 2.406 personas (a un ritmo de 6,6 vecinos menos al día), lo que hizo que el 2018 comenzara, a 1 de enero, con 520.801 vecinos.

Es el dato provisional desvelado ayer por el INE y que, una vez confirmado a finales de año, será hecho oficial por el Consejo de Ministros.

¿Cuáles son los motivos por los que Valladolid pierde población por sexto año consecutivo? La semana pasada se desveló la primera causa. Valladolid, como ocurre también en Castilla y León y en el conjunto de España, tiene una diferencia vegetativa negativa. Es decir, mueren más personas de las que nacen. Durante 2017 hubo 4.996 defunciones y tan solo 3.673 nacimientos (la tercera peor cifra desde 1941). O sea, una diferencia de 1.323 personas.

Pero este dato no basta. El INE completó ayer el dibujo con más cifras. Y son importantes. Porque la realidad demográfica de un territorio ha de tener en cuenta no solo los que nacen y mueren, sino también la movilidad de sus habitantes:cuántos vienen a vivir desde fuera y cuántos han elegido marcharse a otras provincias o países. En el conjunto español, el saldo migratorio ha sido positivo. El repunte en la llegada de extranjeros ha conseguido compensar la pérdida de población por causas naturales (nacimientos y defunciones) y así, el padrón de España creció en 2017 por segundo año consecutivo, con 132.263 personas más.

Pero eso no ocurre en Valladolid. La provincia también pierde población en estos capítulos. La primera cifra es la de las migraciones interiores, los movimientos entre provincias. Aquí hubo un desfase de 276 personas. Se marcharon 5.359 y llegaron 5.083. Madrid sigue siendo el principal destino. La capital de España acogió el año pasado a 1.303 vallisoletanos (desde allí vinieron 732 personas). Si se echa un ojo a las edades, el saldo negativo se ceba sobre todo en el segmento entre 25 y 34 años. En términos absolutos, Valladolid perdió 281 personas en este tramo de edad, de acuerdo con las cifras del INE.

El padrón también sufrió fugas en las migraciones exteriores. Aunque la llegada desde el extranjero ha crecido durante los últimos dos años (hasta los 2.235 que aterrizaron en Valladolid en 2017), sigue siendo mayor el número de personas que dejan la provincia para marcharse a otros países (3.029). Mucho son búlgaros y rumanos, que salen de España para conseguir un puesto de trabajo (no necesariamente vuelven a sus países, Francia o Alemania suele ser su destino), pero es significativo que son muchos los vallisoletanos (636) que dejan el país para labrarse un futuro.

Así, la demografía de Valladolid sufre por todas partes:mueren más de los que nacen, se van más de los que llegan. Y eso, a pesar de que la cifra de extranjeros que llegan aquí está en una tendencia claramente creciente. No se recuperan las cifras previas a la crisis (en 2008, por ejemplo, llegaron 3.629 extranjeros), pero parece quedar lejos aquel mínimo de 2013, cuando el paro alcanzó su pico en Valladolid (22,09%). Ahora, la recuperación del mercado laboral contribuye a que, de nuevo, lleguen más personas procedentes de otros países. Lo certifican desde las asociaciones que atienden a población inmigrante. Eduardo Menchaca, de Red Íncola, confirma que los datos del INE se corresponden con la realidad.

«Se han incrementado durante los últimos meses, también los que llegan sin papeles. La mejor marcha de la economía española influye, pero tiene mucho que ver la grave situación que viven ciertos países», explica. Colombia y Venezuela son los casos más significativos y encabezaron las llegadas durante 2017, junto con los tradicionales flujos que proceden de Bulgaria (la comunidad con más presencia en Valladolid), Rumanía y Marruecos. Marta García, de Procomar-Red Acoge, insiste en esta realidad, con un incremento de población procedente, sobre todo, de Sudamérica. Entre julio y diciembre de 2017, llegaron a Valladolid 1.292 personas desde más allá de las fronteras españolas. Es la cifra más elevada para un semestre desde principios de 2009, en los primeros compases de la crisis, lo que las asociaciones de atención a inmigrantes consideran como muy significativo de la situación aquí, pero también en sus países de origen.

Los testimonios

«En Venezuela, el lujo es comer», dice Ariana Cleves. Llegó a España en octubre de 2017. Desde noviembre vive en Valladolid, ciudad a la que llegó por referencias familiares, porque aquí, a orillas del Pisuerga, vive la prima de uno de sus abuelos.«En Venezuela estudié Enfermería y terminé el curso para ser azafata de vuelo. Allí no basta con tener un trabajo. El salario medio es de 1.500 bolívares. Un helado cuesta 1.200. La inflación está descontrolada, no hay calidad de vida. No se puede vivir. Tener un plato de arroz con tajadas y carne mechada es un lujo. Comprar zapatos y estrenar un pantalón es solo para personas con mucho dinero», dice Ariana, una de los 198 venezolanos que el año pasado llegaron a Valladolid. La situación de su país ha obligado a muchos compatriotas a emigrar. «Y no es fácil. Yo salí sola. Hasta entonces estuve siempre a la falda de mi mamá y ahora tienes que salir adelante por ti misma. Afortunadamente, he conocido a muchos españoles que me han tratado súper bien». Por ejemplo, dice, el apoyo recibido desde Red Íncola. Ha homologado su título de Bachillerato, trabaja en el servicio doméstico y confía en estudiar turismo e idiomas para dedicarse a su sueño:convertirse en azafata de vuelo. «Es difícil, pero si quieres, lo puedes lograr».

Colombia es el país que más vecinos aportó el año pasado a los padrones de Valladolid. Erika Marcela Martínez procede de allí y llegó hace unos meses para labrarse un futuro. En Colombia trabajaba como contable y responsable de auditoría en varias empresas. Ahora tiene un contrato como cajera. Confía en dedicarse aquí en España a la que era su profesión al otro lado del océano. «No es fácil encontrar trabajo. La mayor parte de las ofertas son para camarera y yo ahí, no voy a mentir, no tengo experiencia». Cuenta que le gustaría quedarse en España, conseguir un trabajo estable, a jornada completa. «Que me pueda mantener por mi misma». «La cosa no está fácil, lo sé, y me he dado un plazo. Hay que intentarlo», explica Erika, quien en sus primeros pasos en Valladolid recibió el apoyo de Procomar-Red Acoge y Cruz Roja, con cursos de formación laboral.

Josefina Mbomio regresó hace unos meses a Valladolid (donde ya pasó una temporada en 2015 antes de volver de nuevo a su país, Guinea Ecuatorial). Estudia Administración yDirección de Empresas. Huérfana de padre y de madre, decidió venir a España para completar sus estudios y, con suerte, obtener un empleo. «El futuro es incierto, pero aquí es mejor que en mi país».

Dos concejales menos

La pérdida de población y su envejecimiento tendrán graves consecuencias a medio plazo (más pensionistas que trabajadores, mayor gasto sanitario...). Pero hay un factor más cercano. Si el dato de ayer se confirma a finales de año, la capital perderá dos ediles (de 29 a 27) para las elecciones de 2019. La proyección delINE dice que en la capital viven 299.460 personas. La ley electoral de 1985 fija 25 ediles para los municipios de 50.001 a 100.000 vecinos y uno más por cada 100.000 residentes o fracción (siempre impar el resultado final). Al bajar de 300.000, serían dos ediles menos.

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