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Trabajar en la calle cuando el mercurio marca seis bajo ceroLa jornada más gélida de este crudo invierno vallisoletano se dejaba notar, y de qué manera, este martes en la capital. Segundo día con alerta amarilla por bajas temperaturas activada por la AEMET y si ayer se rozaron los tres bajo cero en la capital ... hoy se congelaba hasta el aliento con los mercurios hundidos hasta registrar los seis grados bajo cero, batiendo el récord de mínima en los últimos cuatro años, casi nada. Poco antes de las nueve de la mañana la sensación térmica era tan baja que, sin guantes, costaba incluso mover los dedos y a pie quieto se entumecía el cuerpo.
Pocos valientes de paseo en la zona centro de Valladolid y mucho trabajador al que no le queda otra que plantar cara al seco frío pucelano. Doble sudadera, que el abrigo sobra cuando se trabaja en la obra, varias capas de ropa con «la táctica de la cebolla» y paciencia, mucha paciencia, porque como dicen quienes hoy han pasado ocho horitas al fresco, «esto hay que pasarlo».
A Roberto Ojero, vendedor de la ONCE, solo se le ven los ojos. El gorro y la braga que cubren casi la totalidad de su rostro son imprescindibles en su verde uniforme, aún así se adivina una sonrisa permanente durante las siete horas y media que pasa a la intemperie y a pie quieto en la plaza Mayor con calle de Santiago donde lleva 19 años repartiendo ilusión. Por, eso para él este frío no es nada nuevo. «La peor hora es sobre las ocho de la mañana, que es cuando más baja la temperatura y lo llevo como puedo con mucha ropa, buen humor y algún truquillo», dice Ojero mientras muestra dos calentadores de manos que se cargan por USB.
«Este truco me lo enseñó un policía municipal y, oye, mano de santo», comenta Ojero, quien recuerda un frío mucho peor que el de estos menos seis grados. «El año de Filomena fue horrible y lo que peor llevo es la niebla, sin duda». explica este vendedor que pasa a pie quieto más de siete horas al día y eso se nota en su salud. «A veces me voy para casa con las uñas moradas y al final acabas padeciendo artrosis y dolores musculares. Aunque cómo será el verano aquí que prefiero este frío que esos días de cuarenta grados. Yo no cambio Valladolid por Benidorm», finaliza bromeando.
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A pocos metros, en la calle Atrio de Santiago, un repartidor de Glovo que prefiere mantener su anonimato explica que lo peor llega sobre las nueve de la mañana y también cuando cae la noche. «Al final pasamos muchas horas en la calle y aunque vayas en bicicleta el frío es constante. Hay que abrigarse con ropa térmica y tratar de no parar», confiesa este trabajador que hace una jornada de más de 12 horas diarias. «La parte mental es importante y hay que asumir que vas a pasar mucho frío. No puedes hacer más aunque siempre ayuda cuidarse por dentro para no caer malo estos días y en mi caso tomo mucho zumo de naranja, limonada en ayunas o citrato de magnesio»,relata.
Convencidos de que la jornada será gélida durante todo el día, Jesús García y su compañero Soulin Ansabri están retirando las luces de Navidad comenzando por la zona centro que desemboca en la plaza de Zorrilla. «Hemos elegido la mejor semana», bromea Jesús, quien asegura que no queda otra que abrigarse «como uno pueda y no parar mucho tiempo quieto, porque sino te quedas tieso».
Miguel Ángel Vadillo
El repartidor Miguel Ángel Vadillo ha notado que hoy «sin duda» ha sido el peor día de frío de todo el año. «Hoy ha sido una helada más fuerte y desde las seis hasta las doce del mediodía que empiece a templar se pasa mal sí, aunque se lleva mejor esto que la humedad porque cuando hay niebla te cala hasta los huesos». Aunque parezca que Vadillo es un afortunado por poder subir unos instantes a la furgoneta en al que cuenta con calefacción realmente no lo es tanto. «Con el contraste de temperatura tan grande entre el interior y el exterior cuando estás subiendo y bajando de la furgoneta lo peor viene después porque te pones malo, coges resfriados o infección de oído. No hay más remedio que aguantar, que son cuatro días pero son muy duros», explica antes de coger la carretilla y disponerse a repartir a un bar de la plaza Mayor.
Unos siete usuarios de Auvasa esperaban haciendo cola poco antes de las diez de la mañana en la Oficina de Atención al Público de plaza Zorrilla y coincidían en que esperaban que les atendieran pronto porque el frío «es insoportable ahora mismo», señalaba una mujer de median edad ataviada con plumas, guantes, gorro y bufanda, el 'pack completo' que más se veía esta mañana entre los viandantes de Valladolid. «El paseo hoy va a ser más corto. La barra de pan y poco más», decía Luis Fernández, de 70 años, cuando caminaba por la calle María de Molina sin interrumpir su paso.
Trabaja bajo techo pero no nota mucha diferencia a hacerlo en la calle porque Rubén Herranz, quiosquero de cuarta generación, tira de calefactor eléctrico, «pero abres la ventana para atender, sales para colocar los periódicos, al final nunca coges calor y eso que hago aquí mañanas y tardes de lunes a domingo. Al final te acostumbras aunque la niebla es mucho peor que esto», asegura y es algo en lo que coinciden tanto Rubén como Roberto, también Jesús, Soulin o Miguel Ángel.
Es el enemigo meteorológico común. «Porque nunca te permite entrar en calor, se te mete la humedad hasta los huesos y en semanas como las que hemos pasado que no ves el sol y con la sensación de tristeza que te genera es horrible. Al final días como los de hoy son crudos pero sale el sol y templa aunque sea unos grados», advierte este quiosquero que lleva décadas endulzando las jornadas a los viandantes que paran en su puesto de la calle Ferrari. «Haga frío o calor», finaliza.
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