«Mi sueño es tener un hogar, encontrar un empleo y formar una familia»
Víctor Rollón ha pasado por la cárcel, ha vivido en la calle y ahora comparte piso
Víctor Rollón es de origen zamorano. Llegó a Valladolid «por motivos judiciales», en abril de 2021. Tan sólo trajo consigo «lo puesto». No tenía a ... dónde ir ni dónde dormir y Cáritas le acogió. «Yo estaba cobrando un subsidio en Zamora y compartía piso. Empezamos a tener problemas con uno de los compañeros porque no pagaba el alquiler. Casi nos matamos y el juez me puso una orden de alejamiento de él, del piso y de Zamora. Llegué a Valladolid justo el mes antes de que se me terminara el subsidio. Estuve yendo a Cáritas durante varios meses, allí me dieron mucha ayuda», relata.
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Los problemas nunca vienen solos. Fue entonces cuando una expareja suya volvió a aparecer en su vida, denunciándole por maltrato, lo que le llevó a pasar 7 meses en la cárcel de Villanubla. «Me pidieron 3 años y finalmente me condenaron a 2 años y 2 meses. Yo recurrí porque era todo mentira. A los 7 meses salí de prisión y me vi otra vez en la calle y sin nada de nada. En Cáritas me volvieron a acoger. Estuve un tiempo en la calle hasta que me dieron plaza en el albergue», recuerda.
Cuando empezó a cobrar el subsidio para liberados de prisión por excarcelación, pudo permitirse una pensión en la que vivió durante 4 meses. Allí conoció a un compañero que le ofreció compartir piso. «Pago 180 euros. Tengo una habitación pequeñita pero para ir tirando, tener un hogar, un techo y un aseo, me sirve», se conforma. Actualmente, Víctor está realizando un curso de construcción, a través del Servicio Público de Empleo. Ya le han hecho tres entrevistas de trabajo, lo cual le llena de orgullo y le dignifica. Su sueño es encontrar un empleo. «La calle es muy dura. En ella te falta todo. Intimidad, higiene... Estar en la calle es algo fatal», reconoce.
Mientras preparaba las piezas del 'Museo sin hogar', algo dentro de él se removió. «Recordé todo el proceso que ha sido mi vida. La cárcel, los albergues, las pensiones… Ahora, gracias a Dios, estoy bien. Busco un trabajillo y hacer una vida como cualquier persona». El futuro lo ve con optimismo. «Mi sueño es el de cualquier otra persona, tener un hogar, encontrar un empleo, formar una familia y disfrutar en esta vida. Sin Cáritas, gente como yo, no seríamos nada. No tendríamos ni dónde desayunar, ni donde asearnos, ni cómo hacer gestiones. Cáritas es todo para nosotros», concluye.
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