Las secuelas de la covid en los jóvenes: «He perdido sensibilidad en el cuerpo y me asusta»
Tras padecer la enfermedad prácticamente asintomáticos estos cinco jóvenes sufren diversas afecciones que dificultan su día a día
Las secuelas que el coronavirus deja en algunos pacientes estuvieron, inicialmente, relacionadas con la salud mental, como estrés o ansiedad. A medida que se ... han ido realizando estudios se ha descubierto que el término 'síndrome post Covid' ha ido ganando reconocimiento entre las comunidades médica y científica, lo que se traduce en diversas afecciones sufridas una vez superada la fase vírica de la enfermedad. Lidia Arévalo, Mónica Palacio, Luis Enrique Martínez, Laura Roldán y Ana Iturralde, todos menores de 30 años, lo ejemplifican. Pese a que la covid apenas les afectó en lo que a síntomas se refiere, las secuelas que padecen meses después dificultan su día a día. «Tengo el lado izquierdo de mi cuerpo sin la misma sensibilidad que el derecho y no sé si algún día lo recuperaré», explica Ana, de 25 años, tras haber padecido la enfermedad en marzo de 2020. Luis Enrique, de 26 años, y Lidia, de 24, padecen parosmia, una afección derivada de la covid que afecta a la percepción de sabores. «Cuando como cebolla, ajo o algo de carne me sabe horrible; me es imposible disfrutar de la comida», precisan ambos.
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Estos jóvenes ejemplifican que las secuelas no diferencian por edad y se desconoce su duración. Así, la publicación de dos artículos, uno por 'Nature Medicine' y otro por el Grupo Taylor & Francis, recogen las secuelas que el coronavirus producido por el virus SARS-CoV-2 deja en los supervivientes a la enfermedad. Estos estudios demuestran que la covid prolongada afecta, incluso, de leve a moderada a adultos jóvenes que no requirieron de hospitalización o soporte respiratorio durante el padecimiento de la enfermedad.
«No he recuperado el olfato desde septiembre, que es cuando di positivo en coronavirus», explica Mónica Palacio. Esta joven de 25 años ha buscado soluciones a sus secuelas, pero no es muy optimista en su recuperación. «He visto que hay una terapia de reeducación olfativa que consiste en visionar la imagen de, por ejemplo, un limón e intentar recordar cómo huele. Lo hago de vez en cuando pero me cuesta mucho llegar a acordarme cómo olían las cosas; es casi un año con la pérdida de olfato y es complicado», lamenta. Mónica asegura que «hay días que pienso que no voy a recuperarlo nunca y se hace muy cuesta arriba».
Como ella, Laura Roldán también presenta secuelas derivadas del coronavirus que, en su caso, han afectado al sistema respiratorio. «Tengo mucha tos y hay días que apenas puedo dormir por los ataques que me dan», relata. Además, la fatiga no la ha abandonado desde que tuvo covid en diciembre de 2020 y asegura que «vivir así es complicado porque no sabes cuándo va a terminar». Una situación con el mismo origen, el virus, pero con secuelas diferentes es la que vive día a día Luis Enrique Martínez, al que determinadas comidas le saben «horrible, como a petróleo o a plástico quemado» tras haberse contagiado de covid en diciembre de 2020. Además, a día de hoy le cuesta estructurar los sucesos del pasado. «Si me preguntan qué hice el fin de semana anterior, tengo que pensarlo muchísimo y, aun así, hay detalles de los que no me acuerdo aunque hayan pasado hace apenas unos días».
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Secuelas diversas
Las afecciones sufridas por los supervivientes de coronavirus durante el padecimiento de la enfermedad «no son nada comparado con lo que te deja después», según señala Lidia Arévalo. Esta joven ha perdido casi por completo el gusto y el olfato.«A nivel olfativo habré recuperado un 20% de lo que tenía antes y el gusto lo tengo alterado por completo», relata. Es incapaz de ingerir cualquier alimento que esté cocinado con cebolla, ajo o que tenga cacao entre sus ingredientes porque «sabe realmente malo». Lo que más molesta a Lidia es no poder acudir a cenar con sus amigos o familiares. «Me es imposible comer fuera de casa y eso me frustra muchísimo porque a nivel social afecta bastante», explica. Su diagnóstico no es claro y la única recomendación que ha recibido es realizar terapia olfativa para recuperar ese sentido.
Una rehabilitación todavía sin especificar es la que tendrá que realizar Ana Iturralde. Se contagió de coronavirus en marzo de 2020 y, desde entonces, la sensibilidad de la mitad izquierda de su cuerpo es «bastante menor» a la de la derecha. «Un mes después de dar positivo comencé a notar que algo no iba bien porque apenas sentía la mano y el pie izquierdo; acudí al médico y todas las pruebas resultaron bien, pero continúo con una sensibilidad muy baja en la mitad izquierda y no sé lo que durará», precisa Ana. En su vida diaria «apenas afecta» esta dolencia pero «estaba mejor antes y me gustaría volver a sentir todas las partes de mi cuerpo por igual, aunque lo que más me preocupa es que esa no sensibilidad se agrave y se extienda por todo el organismo afectando a los nervios».
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Peor calidad de vida
Si en algo están de acuerdo Lidia Arévalo, Mónica Palacio, Luis Enrique Martínez, Laura Roldán y Ana Iturralde es en que desearían no haber tenido coronavirus nunca. «Al principio te lo tomas como una broma y le restas importancia, pero lo peor de la enfermedad son las secuelas que deja y eso no lo sabes hasta que no pasa un tiempo», explica Lidia Arévalo. El estudio realizado por 'Nature Medicine' concluye que «la atención a los pacientes de coronavirus no concluye con el final de la enfermedad, pues meses después pueden quedar secuelas multiorgánicas más allá de la fase aguda de la infección». Por ello, estos jóvenes destacan que «al virus no le importa la edad, es mejor cuidarse siempre y evitar tener secuelas porque no se sabe cuánto durarán y si remitirán en algún momento».
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