El sector inmobiliario acoge el nuevo modelo de venta de habitaciones con dudas legales
Desde el Sindicato de Vivienda critican que se trata de una nueva fórmula de «especulación», mientras que los agentes de la propiedad defienden que da «más opciones» a quien no puede comprar un piso
La venta de habitaciones aterrizaba el viernes pasado en Valladolid de la mano de una 'startup' que ha importado el modelo de grandes ciudades en ... las que ya ha vendido 200 cuartos, como Madrid o Barcelona, donde la escalada de precios ha hecho inasumible alquilar tan solo una estancia para muchos bolsillos. Virtud y negocio de una necesidad que buscan satisfacer, enfocándose a estudiantes, a aquellos jóvenes que se aproximan o rebasan los treinta y que, con contrato estable e indefinido, tampoco pueden comprar la vivienda. La fórmula es clara, si el alquiler es caro, compra por lo mismo, ahorra, invierte. Aunque también plantea algunas dudas legales.
En el Sindicato de Vivienda, por ejemplo, lo califican de un «nuevo modelo de especulación». «Es una prueba más de que la vivienda está considerada plenamente una mercancía», critican. Preven que pueda contribuir a la escalada de precios «al dividir aún más la propiedad», haciendo con ello «que sea más difícil el acceso a la vivienda para la clase trabajadora». Y piden no normalizar «tanta precariedad y tanta infravivienda».
«Lo que venden en este caso es un porcentaje de la vivienda, no hacen una división horizontal. ¿Si se sigue vendiendo una única vivienda en qué puede salir más caro?», se pregunta Cristino Torio, vicepresidente del Colegio Oficial de Agentes de la Propiedad Inmobiliaria (COAPI) de Valladolid, que cree que se trata de una fórmula «viable» que «ya está funcionando en otras grandes ciudades españolas». A su juicio, «están dando acceso a la vivienda a muchas personas que de otra forma no podrían», aunque cree que el impacto en el mercado vallisoletano será «más limitado» con respecto al resto de grandes urbes: «La vivienda aquí no está tan tensionada».
«Creo que además en muchas ocasiones les va a ayudar a ahorrar. Una persona que va a pagar lo mismo con un alquiler que por la hipoteca de una habitación, con el paso de los años y por lo que va subiendo la vivienda, está generando un ahorro mucho más grande que si tuviera el dinero en el banco», valora. Aunque reconoce que parte de la rentabilidad de esta fórmula inmobiliaria, que consiste en adquirir una parte de un «proindiviso», equiparable a la copropiedad de un piso en herencia, recala en los servicios asociados que se asumen al momento de la firma.
«Ganan en la compraventa y ganan también en la gestión. El mantenimiento sale más caro porque hay una empresa intermediaria que te vende con unas condiciones. Te obliga, por ejemplo, a que en caso de que quieras alquilar lo hagas a través suyo, lo que tiene unos gastos añadidos porque también tiene un trabajo añadido», detalla. Aunque considera que pueden verse «compensados» cuando un propietario se hace con el resto de las habitaciones del inmueble, ya que podría beneficiarse de ventajas fiscales. «Con la disolución de la cosa común no tendría que pagar el impuesto de transmisiones patrimoniales del resto de habitaciones», detalla.
Dudas legales
A nivel legal, le plantea dudas el marco de afinidad que aplican a la hora de decidir a quien venden o alquilan con posterioridad cada una de las habitaciones. «Hacen perfiles de los compradores antes de decidir si venden a una persona. De ideas políticas, religiosas, de edad. Quiero decir, que tocan temas sensibles dentro de lo que es la protección de datos», señala. Otro aspecto controvertido es la cláusula de venta forzosa que se reservan para casos extremos de problemas de convivencia. «Tengo serias dudas de que puedan obligar a alguien a vender si no se produce la disolución de la cosa común y eso se decide en un juzgado», reflexiona, aunque apela a que aún es pronto para valorar aspectos sobre los que aún no existe jurisprudencia dado lo novedoso del modelo.
Coincide en ello Cristina Gallego, abogada experta en derecho civil y propiedad horizontal, que, sobre el papel, ve «un sistema bien armado», pero aconseja «tomar las mismas precauciones» que cuando se compra cualquier vivienda. Más allá de que la estancia o el piso estén reformados, es importante «saber en qué condiciones se encuentra el edificio para poder prever cualquier derrama», pues al final, es responsable el propietario «aunque sea una habitación y la compra esté muy dirigida por esta empresa».
No ve problemática en la selección de los compradores conforme al marco de afinidad, puesto que son acuerdos alcanzados «en el ámbito privado» que no están sometidos a las mismas normas que cuestiones públicas. Pero sí en la cláusula que obliga a contratar con la intermediaria la posterior gestión del inmueble y de su futuro alquiler, donde ve dudas por la falta de libre competencia. «Es comprensible que puedan pactar las normas para que el piso funcione, pero de ahí a que obliguen a contratarles a ellos para siempre... Lo que puede producirse es que no prestes un servicio diligente porque no tienes que pelearte por conseguir a esos clientes», advierte.
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