Valladolid
Salud mental en adolescentes: el Clínico atiende cada vez más casos y más gravesEste viernes se celebró una fiesta de fin de curso en el Jardín Terapéutico, para los 27 adolescentes que actualmente reciben tratamiento en el Hospital de Día de Psiquiatría Infanto-Juvenil
En un rincón del Edificio Rondilla, perteneciente al Hospital Clínico de Valladolid, alejado de todo el bullicio de las entradas y salidas hospitalarias, hay un ... jardín que no solo da oxígeno, sino que también devuelve la esperanza. Es el Jardín Terapéutico del Hospital de Día de Psiquiatría Infanto-Juvenil, y este viernes acogió una fiesta muy especial de final de curso. Una celebración tan divertida como necesaria.
Desde 2008, este recurso intermedio entre el ingreso hospitalario y la atención ambulatoria ha atendido a cerca de un millar de menores con trastornos mentales graves. «Son chavales con mucho sufrimiento que, en muchos casos, no están yendo al instituto, que no salen de su habitación y muchos de los cuales tienen ideación suicida. Están muy desregulados emocionalmente y no pueden seguir con su vida cotidiana», informa Cristina Domínguez, psiquiatra infanto-juvenil del Clínico.
Actualmente este hospital de día atiende a 27 adolescentes en tratamiento, aunque la capacidad es de 30. El perfil, según informan sus responsables, ha cambiado en los últimos años. Cada vez llegan más pronto y con más gravedad. «Cada vez vemos casos más graves. Las principales patologías son los trastornos de la conducta alimentaria y los afectivos, por el acoso escolar, las redes sociales y el abuso sexual. Hasta hace unos años, por ejemplo, el inicio de los trastornos de la conducta alimentaria era a los 14 o 15 años, y ahora tenemos pacientes con diez y que ya tienen un recorrido importante. Porque para ingresar en el hospital de día, han tenido que empezar mucho antes», señala la psiquiatra Soraya Geijo. «Vemos un sufrimiento brutal en ellos, que muchas veces se ha ido cronificando. Cuanto antes intervengamos, mejor pronóstico tendrán», prosigue.

Entre los diagnósticos más frecuentes están los trastornos de conducta alimentaria (11 de los 27) y el resto son principalmente trastornos afectivos y de ansiedad. «El número de casos con ideación suicida y autolesiones es muy elevado», apunta Domínguez. También están viendo como el consumo temprano y sin control de redes sociales agrava los cuadros clínicos. «Muchos de los chavales que atendemos están hipersexualizados y sobreestimulados. Las redes sociales son un poco el reflejo de lo que la sociedad está demandando: la belleza por lo estético, el cuidado por el cuerpo, la delgadez… ven que la persona que es delgada es la que tiene más éxito en la vida y eso conlleva una gran presión por encajar, por mostrar un cuerpo perfecto, por gustar… Eso les genera una angustia brutal», añaden estas tres profesionales sanitarias.
El equipo lo componen 5 personas, una de ellas a media jornada, entre psicólogos, psiquiatras, un terapeuta ocupacional y una enfermera. «La entrada al hospital de día se valora entre todos los profesionales. Decidimos si el paciente necesita venir uno, dos, tres o cinco días a la semana, y se le hace un plan personalizado», detalla Fernández. Los tratamientos son personalizados e intensivos, con terapias individuales, grupales, familiares y de reintegración social. «Aquí tratamos de reconstruirles, de generar un nuevo vínculo con el adulto y de que puedan recuperar su identidad, su valía», explica Cristina Domínguez.
Una de las claves del proceso está en trabajar con las familias, que deben estar atentas a las pérdidas bruscas de peso y a los cambios en el comportamiento de sus hijos. También los colegios son otro pilar fundamental. «Los padres tienen que estar vigilantes, hablar con sus hijos y preguntarles sin miedo cómo están. Es importante que coman todos juntos en casa, que es algo que se ha perdido», apunta Soraya Geijo, quien también afirma que el gran enemigo silencioso de la salud mental entre los más jóvenes, es el móvil. «No se les puede dejar alegremente el móvil, porque pueden ver cosas para las que no están preparados. Los padres deben tener un control a nivel de horarios y de contenidos. Por otro lado están las redes sociales, que están causando muchos casos de patologías muy graves», añade.
Una gran fiesta para todos en el Jardín Terapéutico

La jornada de fin de curso tuvo una gran carga simbólica, además de lúdica. «Les preparamos actividades y les premiamos por su esfuerzo. Es importante que sientan que han logrado algo, que se reconozca su trabajo. Han luchado muchísimo», señalan Fernández, Geijo y Domínguez.
Lo celebraron en el Jardín Terapéutico, un espacio que para ellos es sanador. «Aquí trabajan la tierra, plantan, riegan… Están encantados. Es un entorno donde se cuida, se cultiva y se da amor. Aquí se tiene paciencia para que crezcan y se desarrollen. En este jardín vemos florecer a los chavales. Ellos llegaron aquí rotos como un jarrón y esta fiesta sirve para mostrar cómo se les ha ayudado a crecer, a desarrollarse y se les ha dado un espacio para sentirse seguros. En verano es el momento en el que damos altas a los que ya se han recuperado y están bien, y luego incluimos a los nuevos», informan.

Para aquellos jóvenes que están cercanos a los 18 años y necesitan más tiempo de terapia, lo ideal es que continúen siendo atendidos en salud mental comunitaria, pero no siempre hay recursos. «Necesitamos una mejor transición a adultos, porque muchos se quedan colgados», indica Blanca Fernández. «Podemos alargar la atención hasta los 19 años, pero lo ideal sería tener personal para trabajar en una transición a la vida adulta, ya que el programa de adultos tiene otros recursos, otras maneras y otros tiempos», añade.
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