El quiosco de Santa Lucía busca nuevo dueño tras 23 años
Jesús Palacio, 'Chuchi', cierra las puertas de su negocio, para el que espera un comprador que le dé una nueva vida
Carolina Amo
Valladolid
Sábado, 8 de julio 2023, 00:10
«Tengo unas ganas locas de terminar», confiesa entre risas Jesús Palacio, más conocido como 'Chuchi', sin dejar de mirar al que dentro de poco ... dejará de ser su negocio. El cartel naranja de 'se vende' ocupa todo el foco de atención en la cristalera del quiosco de la calle Santa Lucía, que después de 23 años echará el cierre a finales de año. «Cierro por jubilación. Si es cierto que podría seguir porque este quiosco es bastante majo, pero llega un momento en el que ya no puedes más y hay que parar», confiesa el quiosquero, que a sus 67 años anhela otros planes de futuro. Aunque por fuera está sonriente, dentro de las compuertas de aluminio se respira nostalgia y muchas vivencias.
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El negocio, que fue adquirido en un principio por él y por su hermano, ha dado de comer durante más de diez años a dos familias. El quiosquero asegura que el local «funciona bien, aunque no como antes». Aunque parece de los de toda la vida, el gremio de quiosqueros no ha sido siempre el hogar de Chuchi. El vendedor trabajó parte de su vida en la empresa Cantabro Montañesa como conductor de camiones de reparto de combustible, pero sufrió dos accidentes de tráfico que marcaron un antes y un después. «Mi mujer me dijo que no quería más camiones y tuve que dejarlo», explica.
Fue «un año antes del euro» cuando se le presentó la oportunidad, junto a su hermano, de comprar el quiosco de Santa Lucía que tan buenos momentos le ha dado. Pilar San Emeterio, la mujer de Jesús, admite que gracias al quiosco han podido conocer a mucha gente y tener un trato más cercano con el barrio. «Es un sitio de muchísimo paso. Hay varios colegios en la zona y los niños siempre hacen la ida y vuelta aquí para comprar sus chuches», explica. Chuchi define ser quiosquero como «formar parte de un confesionario donde la gente viene y va contando sus historias«, y gracias a esto, dice, ambos han aprendido mucho. Sin embargo, no todo es bueno en un negocio al que «hay que echarle muchas horas». La pareja de quiosqueros reconoce que la peor parte que se llevan de estas dos décadas a pie de calle es «pasar poco tiempo con la familia».
Una historia con final abierto
Chuchi recuerda que hay quioscos que ya han cerrado sus puertas en Valladolid sin fecha de vuelta. El quiosquero reconoce que el número de venta de prensa papel «ha bajado al menos un 30%» en su negocio, algo que atribuye a que «la gente joven no lee». No cabe duda, «los tiempos han cambiado».
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Dentro de poco más de tres semanas se cumplirá el vigésimo tercer aniversario de su quiosco. «El 1 de agosto de 2000, ese fue el primer día que abrimos y ahora me voy contento de saber que se acaba». El vendedor asegura que su establecimiento tiene un buen expositor, que le favorece a la hora de anunciar revistas y periódicos. Sin embargo, esto no parece surtir el mismo efecto con el cartel en el que se anuncia la venta del negocio, ya que son pocos los interesados que han llamado hasta la fecha. «Me han llamado un par de personas para pedir información y les he dicho que se pasen pero no han venido», explica con desilusión.
La pareja de quiosqueros quiere una nueva vida para su negocio, que alguien pueda aprovecharlo cuando ellos no estén. Saben por experiencia que no es una tarea fácil sacar adelante este espacio de once metros cuadrados. «Vamos a esperar un poco para ver si llama alguien, más o menos hasta finales de año, pero no mucho más», señala Pilar. Y es que si alguien quiere aventurarse a coger el negocio «tal cual, sin hacer nada nuevo», tiene que tener claro que los fines de semana y las vacaciones «no existen» y eso «no lo quiere nadie», admite. A pesar de la incertidumbre que supone no tener todavía un comprador, la pareja no se da por vencida, de ahí el margen de tiempo que han dejado antes de su cierre porque «nunca se sabe lo que puede pasar». Otra de las incógnitas que quedan en el aire tras dejar un negocio que ya «ha pasado a formar parte de la familia» es qué pasará si no aparece ningún comprador pronto. A Chuchi no le queda otra opción: «Para la chatarra queda».
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Un futuro no muy lejano
Prepararse para salir de la que ha sido su casa durante 23 años no es fácil. El quiosquero expresa su deseo de «salir y descansar», pero su mujer admite por ambos que van a echar de menos trabajar en algo que les gusta tanto. «Es un negocio muy entretenido, no dejas de estar en contacto con la gente y te echas buenas charlas», dice Pilar San Emeterio. «También queremos recuperar el tiempo perdido con los nietos, por eso tengo tantas ganas de terminar», apostilla Jesús con una sonrisa de oreja a oreja. El futuro que la pareja de quiosqueros aún percibe lejano está a la vuelta de la calle Santa Lucía, donde ambos esperan «estar tranquilos, paseando por ahí y, sobre todo, sin madrugar».
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