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Una temporera deja las uvas recién cortadas en la cesta. Pago de Carraovejas

Valladolid

La vendimia se encarece: menos manos y más máquinas

La falta de temporeros dispara las tarifas por encima de 15 euros la hora y acelera la apuesta por la mecanización en las bodegas

Lucía San José

Valladolid

Domingo, 17 de agosto 2025, 08:16

En los viñedos vallisoletanos, el sonido de las tijeras convive cada vez más con el zumbido de las vendimiadoras. La campaña llega marcada por una ... escasez de mano de obra, salarios cada vez más altos y decisiones estratégicas que dividen al sector en septiembre: apostar por la velocidad y eficiencia de la máquina o mantener la precisión y el cuidado de la vendimia manual. Las bodegas buscan el equilibrio antes de que el reloj y el termómetro jueguen en su contra. Mientras, las cuadrillas de temporeros eligen solo trabajar con «los de confianza».

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«Me cansé de las complicaciones. Siempre había alguien que daba problemas y además la vendimia muchas veces se adelantaba. Ahora muevo solo mi cuadrilla fija, unas cuarenta personas y así trabajo con la misma gente siempre», explica el propietario de la empresa de servicios agrícolas Darserv 2013, Daniel Toderescu. Durante años llegó a contratar más de un centenar de vendimiadores, ahora ha reducido su actividad y solo atiende a las empresas con las que colabora todo el año.

La dificultad para encontrar personal no se limita a la campaña de uva; de hecho, advierte que también afecta a otros cultivos y labores. «Pasa con la patata y en cualquier labor del campo. Algunos prefieren quedarse en casa con las ayudas que trabajar jornadas duras», denuncia el gerente.

El factor económico también influye en esta cada vez más complicada decisión entre los vendimiadores o las máquinas, porque según Teoderescu, en los últimos años el precio de la hora de vendimia se ha encarecido de forma constante, en parte por la subida del salario mínimo. «Ahora estamos entre 15 y 16 euros la hora. Hace dos años eran 3 o 4 euros menos. Con menos gente disponible es normal que suba», asegura.

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Elena Rivilla, responsable de viticultura de la bodega. Pago de Carraovejas

Por su parte, la responsable de viticultura en la bodega Pago de Carraovejas, Elena Rivilla, confirma que las cuentas se han ajustado y «cada año se paga aproximadamente un euro más la hora». Aun así, defiende que la vendimia manual en su caso es innegociable, sobre todo por la calidad, ya que buscan que la uva llegue «lo más entera posible».

Antes, recuerda que era habitual que los vecinos, incluidos muchos jóvenes, participaran en la vendimia unos días. «Ahora apenas queda esa tradición. La mayoría de las cuadrillas son extranjeras, sobre todo búlgaras asentadas en Peñafiel. Hemos tardado años en tener equipos estables», destaca la viticultora.

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Por ello, la bodega ha optado por fidelizar a sus vendimiadores y ofrecerles trabajo en otras épocas del año. «Les llamamos para los trabajos en verde y nos aseguramos su compromiso para septiembre. Es más fácil cuando viven aquí y conocen nuestra forma de trabajar», explica Rivilla.

Albert Ustrell, propietario de bodegas Félix Sanz, posa con sus vinos. El Norte

En Rueda, el propietario de bodegas Félix Sanz, Albert Ustrell, coincide que la escasez de trabajadores no es un fenómeno puntual de este mes. Además, «las alternativas son pocas y, cuando existen, no siempre están disponibles para los plazos que necesitamos», señala.

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La solución que adoptó hace más de dos décadas fue la mecanización. «En el vino blanco, la máquina nos permite vendimiar de madrugada, con la uva fría, sin oxidación y en apenas una hora por hectárea», añade. El bodeguero insiste en que «las vendimiadoras de hoy trabajan con más precisión, apenas dejan hojas o ramas y respetan la cepa».

En Peñafiel, en Pago de Carraovejas, recogen sus 150 hectáreas a mano. «La máquina no permite seleccionar racimos y eso es clave para nosotros, porque si un racimo no está perfecto, lo dejamos en la viña, pero con la mecanizada, todo lo que hay en la cepa entra, bueno o malo», advierte la responsable.

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Con esta opinión coincide el propietario de la empresa agrícola, que reconoce que, pese a su menor velocidad, la vendimia manual «cuida mejor el viñedo» y entrega una uva con más calidad. «La máquina puede dañar la espaldera y el racimo llega más golpeado. A mano, aunque tardes más, el resultado es otro», afirma.

La rapidez, sin embargo, es un argumento difícil de ignorar para algunas bodegas. La responsable de viticultura de Carraovejas calcula que una cuadrilla de doce personas necesita entre cuatro y cinco horas para vendimiar una hectárea, y esto «en zonas con rendimientos más altos, como Rueda, marca la diferencia», admite, porque la vendimiadora hace «una hectárea en apenas una hora», apunta el propietario de Félix Sanz.

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Un temporero recorre las viñas de Peñafiel. Pago de Carraovejas

El futuro, según la empresa agrícola, pasa por una planificación más estricta y por garantizar que quienes trabajan en el campo tengan condiciones claras. «También hay que cuidar el trato con las bodegas, porque no todas pagan a tiempo, y eso obliga a seleccionar con quién trabajas», destaca.

Aun así, Rivilla no descarta que, si un año la meteorología lo exigiera, se recurriera puntualmente a la máquina: «Si hay un riesgo de enfermedad o una urgencia, la posibilidad está ahí. Pero mientras podamos, seguiremos a mano. No es lo mismo para el vino que queremos hacer».

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En conjunto, el sector se mueve entre dos certezas: la vendimia mecanizada gana terreno por rapidez y disponibilidad, mientras la manual sigue siendo referencia en calidad y selección. Entre ambas, el precio de la mano de obra sigue subiendo debido a un mercado cada vez más estrecho.

La campaña 2025 llega con la misma tensión que en años anteriores: uvas que no esperan y manos que escasean. En ese pulso entre tradición y tecnología, la viña sigue marcando el tiempo y la factura.

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