La zona básica de salud de Villafrechós, que engloba a trece pueblos, tiene tan solo cinco positivos por Covid-19, tres ya recuperados. Alberto Mingueza

Los vecinos de Valladolid más 'alejados' del coronavirus

Los 13 pueblos que pertenecen a la zona básica de salud de Villafrechós y que engloban a unas 2.650 personas registran tan solo cinco casos positivos, tres ya recuperados

Eva Esteban

Villafrechós

Viernes, 10 de abril 2020, 08:05

Son la excepción que confirma la regla. Un oasis en medio del desierto. La pandemia del Covid-19 ha llegado a la gran mayoría de los rincones de la provincia de Valladolid, pero en el entorno de Villafrechós, en los trece municipios que pertenecen a su zona básica de salud (Aguilar de Campos, Barcial la Loma, Bolaños, Cabreros del Monte, Morales de Campos, Palazuelo de Vedija, Pozuelo de la Orden, Santa Eufemia del Arroyo, Tordehumos, Villagarcía, Villamuriel de Campos y Villanueva de los Caballeros, además de Villafrechós) el virus está dando una tregua. En este ínfimo territorio de la comarca de Tierra de Campos resisten a su azote.

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La pandemia se ha saldado, por el momento, con cinco víctimas, tres ya recuperadas, de un total de unos 2.650 vecinos, repartidos entre las citadas localidades. Aunque con matices. De los que ya han pasado la enfermedad, tan solo una de ellas, una mujer de 64 años vecina de Barcial la Loma, es 'nativa' del entorno. Los otros dos positivos fueron «de casualidad» y se dieron «al principio». El primero se trató de un varón que reside en la capital vallisoletana pero que tiene la cartilla médica en Villafrechós (aunque según confirman fuentes sanitarias allí tan solo se le diagnosticó, pues realizó el proceso de recuperación en su domicilio habitual en la ciudad) y, el segundo positivo, de una mujer que se encontraba en el citado pueblo visitando a un familiar y acudió al médico tras encontrarse mal. Asimismo, se desconoce de dónde son los dos casos activos en la actualidad.

El centro de salud de Villafrechós, que mientras se prolongue el estado de alarma ejerce como punto neurálgico de la actividad sanitaria de la zona, pues allí se congregan todos los profesionales –cinco médicos y cuatro enfermeras– que en otras circunstancias tendrían que estar en sus correspondientes consultorios, apenas recibe llamadas de ciudadanos que buscan respuestas sobre posibles síntomas compatibles con el Covid-19. «Está la cosa bastante tranquila», asegura la coordinadora del centro, Esther Miñambres.

«La verdad es que sí, pero desde el principio; sí que ha llamado gente pero tampoco algo exagerado», añade la responsable de enfermería, Amparo Espinilla. Allí, como en el resto de ambulatorios vallisoletanos, la vida sigue. Los profesionales llegan en torno a las ocho de la mañana y permanecen hasta las tres de la tarde. Pero están de guardia lo que queda de día. Disponibilidad continua. De ello se encarga un sanitario, y rotan según los turnos de trabajo. «La cosa es que haya siempre alguien por si ocurre alguna urgencia o llaman con alguna duda, por si acaso», señala Miñambres.

Atribuyen esta situación a que, al ser municipios «muy envejecidos y con patologías», llevan a «rajatabla» el aislamiento

Lo «primero» que hacen –«además de dar los buenos días», bromea la coordinadora– es «comentar los casos (de coronavirus, si ha habido alguno nuevo y, en caso contrario, interesarse por el seguimiento de los afectados) y, seguidamente, cada uno «se pone con su agenda». Realizan las consultas vía telefónica y, en aquellas cuestiones que sean necesarias, se trasladan hasta la vivienda en cuestión, con independencia del pueblo en el que esté ubicado, aunque siempre dentro de los trece que pertenecen a esta zona básica, para atender a los pacientes.

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Son las diez y diez de la mañana y Reyes Alcalde, enfermera de Tordehumos, sale del consultorio de Villafrechós para emprender la ruta domiciliaria para realizar pruebas «que no pueden esperar». «Me voy yo ahora y cuando vuelva te vas tú, ¿vale?», propone a Espinilla. Estos días, explica, ella se encarga de hacer la zona sur y la responsable de enfermería, la norte. Esta vez, previo aviso telefónico, acude a visitar a tres pacientes.

Atención domiciliaria

Primera parada, Villanueva de los Caballeros. Allí controla el sintrom a Félix López, de 76 años. A este varón, vecino habitual de Valladolid, el decreto del estado de alarma le pilló «desprevenido» en su segunda residencia. Cuenta que iba a visitar el desfile de carrozas de los carnavales de Toro, en Zamora, y cuando se quiso «dar cuenta» no podía regresar a la capital. «Nos pilló de sorpresa y, por responsabilidad, dijimos que hacíamos el encierro en casa; la verdad es que creo que va para largo, veo que va a venir San Isidro (cuyo festividad se celebra el 15 de mayo) y aquí seguimos», apunta.

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Apenas está cinco minutos en el interior de su casa. Cuanto más rápido, mejor. «Y siempre sin tocar absolutamente nada», reitera. Regresa a su coche, se rocía las manos con gel hidroalcohólico y se dirige hacia Villagarcía de Campos para «poner un inyectable» a Agustina Francisco. Diez minutos después, misma estampa, pero diferente escenario. La tercera y última para la realiza en Tordehumos y, de ahí, vuelve a Villafrechós. «Intentamos hacerlo rápido no porque tengamos prisa, sino porque hay que estar el menor tiempo posible en las casas, muy poquito», manifiesta Alcalde.

Los sanitarios atienden las consultas por teléfono y se trasladan a los domicilios para realizar las pruebas que «no pueden esperar»

No existe una respuesta irrefutable sobre el por qué esta zona está sorteando la pandemia. Tampoco una fórmula secreta. Sin embargo, tanto Miñambres como Espinilla coinciden en el argumento: al tratarse de unos municipios «muy envejecidos y con diversas patologías», están llevando a «rajatabla» el confinamiento domiciliario. No salen de sus domicilios para «prácticamente nada». Incluso, si pueden, encargan la compra a familiares u optan por el servicio a domicilio. «Lo están haciendo francamente bien, no ves un alma por las calles de los pueblos», expresan las representantes del centro, quienes reiteran que esta circunstancia solo es atribuible al hecho de que «se están exponiendo poquísimo».

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El alcalde de Villafrechós, Miguel Ángel Gómez, secunda ese planteamiento. «El encierro lo llevamos a rajatabla. Nadie se sale del tiesto, se están haciendo las cosas muy bien», asevera, aunque advierte de que, en su opinión, el hecho de que haya tan poco casos puede ser fruto de la «casualidad». «La gente se ha adaptado bien, ha entendido el concepto de que, aunque no se vea, el virus mata, y aquí, como en los pueblos de alrededor, vive gente muy mayor que debe cuidarse mucho», apostilla.

«Hay que seguir en alerta»

«Tampoco tenemos que confiarnos, porque por ejemplo Villabrágima está aquí al lado –a apenas 15 kilómetros, pero pertenece a la zona de Medina de Rioseco– y tiene doce casos que sepamos; nos puede tocar en cualquier momento», continúa.

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Rosa Villarragut, de 65 años, es una de las vecinas que cumple con esta orden «de arriba a abajo». Cuenta que hace la compra una vez a la semana y lo «aguanta» al máximo. No sale para «nada más». «Estaba acostumbrada a salir a andar, y eso sí que loCuenta que hace la compra una vez a la semana y lo «aguanta» al máximo echo de menos, pero ahora lo hago por el patio, que parezco una noria», bromea. A pesar de que dice que lleva «bastante bien» el confinamiento, reconoce que se hace «un poco pesado que dure tanto».

En una situación similar se encuentra Teresa Mellado, fructuosa de 67 años. Si no tiene medicamentos que comprar, se queda en casa. «Tengo comida en el congelador y ahora salgo porque necesito los fármacos, si no nada», sostiene. Las localidades pertenecientes al área de salud de Villafrechós aguardan con inquietud la merma de la pandemia aunque, por el momento, no se confían. «Hay que seguir en alerta», reivindican.

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«Al principio estuvo fastidiadilla, pero por suerte ya está bien»

Celerina Herrera, de 64 años y vecina de Barcial la Loma, ya está recuperada del Covid-19. Esta mujer, uno de los tres casos de coronavirus recuperados de la zona básica de Villafrechós, recibió el lunes el alta médica después de diez días ingresada en el Hospital Río Hortega de Valladolid. Ahora, explica su marido y alcalde del citado municipio, Mariano Carbajo, que dio negativo en el test, está «bien, tranquila». No obstante, deberá permanecer catorce días aislada en una habitación del domicilio. «Ya está recuperada, solo que ahora el procedimiento es así y tiene que permanecer confinada», sostiene el regidor.

Asimismo, reconoce que «al principio» el virus le hizo pasarlo «bastante mal». «Estuvo fastidiadilla, aunque por suerte ya está mejor», apostilla. Ahora, el matrimonio solo tiene palabras de «agradecimiento» para un personal sanitario que, dice Carbajo, «se ha volcado con nosotros». «Se han portado muy bien; todo el rato pendientes de su evolución», añade.

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