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El limpio tercer encierro de San Antolín se convierte en el primero sin heridos de las fiestas de Medina
La anécdota del día la protagonizó un jinete que se cayó en el embudo y su caballo se metió junto a las reses en el descansadero
El tercer encierro de San Antolín ha sido el primero sin heridos en las fiestas de Medina del Campo. Las reses de Aurelio Hernando se han comportado con una nobleza extrema, tanto por el recorrido urbano como por el campero, y han dejado estampas para el recuerdo de caballistas y corredores. La anécdota del día la protagonizó un jinete que tocó tierra con su garrocha en el embudo y eso le hizo perder el equilibrio sobre su montura. El caballista acabó en el suelo sin resultar herido y su caballo emprendió en solitario el camino por la calle Logroño hasta acabar en el descansadero, junto a bueyes y reses bravas. Por fortuna, el animal no fue embestido y se le pudo sacar del corral sin complicaciones.
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Todo hacía presagiar desde la suelta que el encierro se llevaría a cabo sin grandes sobresaltos. Salieron tranquilos de los corrales los seis novillos, que fueron encabestrados con acierto en la Finca Sotoverde de Aldeamayor de San Martín. Los caballistas les estaban esperando junto a la puerta y rápidamente se encargaron de arroparlos para evitar carreras inesperadas y comenzar el recorrido campero caminando, sin dar un solo susto. Prueba del hermanamiento entre bueyes y reses bravas es que incluso se les pudo ver pastando juntos el cereal cosechado en las breves paradas que se fueron efectuando para el descanso de la manada.
La llegada a la Finca La Calabaza transcurrió por los mismos derroteros y parecía que el momento de mayor riesgo iba a llegar en la zona del 'Charco Lavaculos', justo antes de pasar por el túnel que pasa bajo la línea del Ave, pero no fue así. Un novillo se paró unos metros antes de pasar bajo la línea férrea, en la Cañada, pero rápidamente fue reconducido junto a sus hermanos y lo que pudo ser un momento crítico fue solucionado con una parsimonia y una tranquilidad que solo se rompió al llegar al embudo.
Los caballistas comenzaron a aligerar el paso y llegó la hora de que las garrochas hicieran su trabajo. Los novillos se encauzaron hacia el embudo con rapidez y en ese punto cayó al suelo el caballista del que hablábamos al principio de la crónica, para que acto seguido su caballo emprendiese el camino hasta el descansadero sin jinete sobre su lomo. El incidente se pudo solventar y toros y bueyes pudieron retomar fuerzas antes de que un cohete a las 10:45 horas anunciara el inicio del tramo urbano.
La manada se mantuvo agrupada por las calles de Medina y dejó que los mozos protagonizaran buenas carreras, ayudados por el buen hacer de los pastores, que ya cuentan las horas para que el jueves se celebre el último encierro mixto de estas Fiestas de San Antolín en Medina del Campo.
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