Santa Eufemia del Arroyo se convierte en escenario literario
La escritora Anabel Santos centra la acción de sus dos novelas, El sueño y Ala de cuervo, en su pueblo natal y en otros de la comarca como Rioseco, Villafrechós o Villalpando
Para un novelista los paisajes de su infancia, en los que ha transcurrido gran parte de su vida, son muchas veces una fuente inagotable de ... inspiración en los que situar los escenarios de sus ficciones literarias. Algo que sabe muy bien la escritora Anabel Santos Pumar, que ha centrado la acción de sus dos novelas publicadas en su pueblo natal, Santa Eufemia del Arroyo, y en otros de la comarca terracampina como Rioseco, Villafrechós o Villalpando
En 1991, tras terminar los estudios universitarios de Ciencias Económicas y Empresariales, Anabel pasó un año en el pueblo, conviviendo con sus padres. Todas las tardes, su madre, Tasia Pumar, y sus amigas salían a pasear por el campo y la contaban historias de antaño, según recuerda la escritora, que asegura que “me encantaba escucharlas”. Con el tiempo, “aquellas pequeñas pinceladas de recuerdos” fueron el germen de su primera novela, El sueño. La historia está ambientada en Santa Eufemia, en 1971, y parte de un hecho real: el hallazgo de un esqueleto en el pueblo, cuya antigüedad, según estimaciones, se remontaba a los tiempos de la invasión francesa. A partir de ese suceso, “imaginé una historia completamente ficticia”.
Ahora acaba de ver la luz su segunda novela, Ala de cuervo, que también está ambientada en su pueblo natal y en la comarca terracampina, pero esta vez en el año 1947. Comenzó a escribirla hace dos años, cuando aún vivían sus padres, “quienes me ayudaron a recordar usos y costumbres de la época”. También contó con la colaboración del historiador Agapito Modroño y su libro Entre adobes y tapiales, que le permitió profundizar en las tradiciones de entonces. En esta nueva historia, “he recuperado a algunos personajes de El sueño y los he trasladado al pasado”. La trama encierra el misterio de un joven argentino que viaja a Santa Eufemia para reencontrarse con su hermana, pero al llegar descubre que ha desaparecido y nadie sabe decirle dónde está. Mientras espera su regreso, Marcelo, el protagonista, intenta adaptarse a la vida del pueblo y se enfrenta a costumbres muy distintas a las suyas. Para esta novela, Anabel tuvo la inmensa suerte de contar con la inestimable ayuda de su padre, Silvestre Santos, “cuya lucidez se mantuvo intacta hasta su fallecimiento”. Gracias a su padre, pudo conocer en detalle “el cultivo de cereales, las técnicas agrícolas de la época, el peso de los sacos y costales llenos de cebada, trigo o harina, así como las medidas y, en general, las costumbres de aquellos tiempos”. Las dos novelas se pueden adquirir en Amazon y en el librería Bécquer de Medina de Rioseco.
A sus 59 años y con tres hijos, Anabel Santos siempre que puede se escapa desde Madrid a Santa Eufemia, donde viven su hermana, Nuria, y sus amigos, “para tomar oxígeno, porque son mis raíces, porque no entiendo la vida sin mi pueblo, porque es lo que me alimenta, donde siempre me encuentro”. Por eso, por ahora, todas sus novelas van a estar ambientadas en Santa Eufemia, “porque en un pueblo se desarrollan las mismas emociones, anhelos, esperanzas, sueños, amores, desamores, venganzas o traiciones que en cualquier otro lugar”. En sus novelas, el lector se encuentra con la iglesia del pueblo, el antiguo casino, el palomar y la fragua de Félix, la plaza, las cuatro calles, el río o el juego de pelota, sin que faltes las referencias a tradiciones locales como las carreras de cintas a caballo, la romería de San Gregorio o el toque de campanas en la noche de Santa Brígida el 31 de enero para ahuyentar los nublados También aparecen pueblos cercanos como Villafrechós, Villalpando o Medina de Rioseco, del que siempre están muy presentes “sus fabulosos e intemporales comercios como El Capricho, Confecciones Fuentes o la zapatería de Antonio”. No es de extrañar que su tercera novela esté ambientada en el Santa Eufemia, esta vez de 1939. En el turno de agradecimiento lo hace la cronista del pueblo, Miguel Ángel Cañibano, en especial por su libro sobre las calles del pueblo.
Las dos novelas han visto la luz por medio de la autopublicación. En este sentido la escritora recuerda, tras escribir su primera novela, que en aquella época, “si querías publicar un libro, solo tenías dos opciones: enviarlo a una editorial o asumir los costes de impresión y encargarte de la promoción, recorriendo librerías una a una”. Por eso, la escritora de Santa Eufemia guardó el proyecto y se dedicó a su trabajo y a formar una familia. Sin embargo, hace dos años, descubrió la autopublicación por lo que “retomé el proyecto, corregí la novela y la subí a la plataforma de Amazon”. Sin embargo, de repente, se encontró con un nuevo desafío, el de la difusión. En el pueblo, sus vecinos se interesaron por la novela y la compraron, pero cómo iba a llegar a más lectores.
Entonces surgió la idea de promocionarla a través de las redes sociales, en especial Instagram. Comenzó a compartir contenido relacionado con su libro, el mundo de la escritura y pensamientos positivos. Poco a poco, fue ganando seguidores de diferentes países y, gracias a ello, logró vender ejemplares no solo en España, sino en lugares tan diversos como Estados Unidos, México y Alemania. Para Anabel Santos, “conectar con personas de todo el mundo está siendo una experiencia muy enriquecedora, aunque, por supuesto, no todos mis seguidores, actualmente 13.000, compran mi libro, ya me gustaría”.
Después de sus dos primeras novelas, Anabel Santos explica que “la autopublicación es un camino apasionante, pero también complejo, que requiere un esfuerzo inmenso”, señalando que “nadie corrige mis novelas; aprendo a base de cometer errores y, en ocasiones, son los propios lectores quienes me informan de alguna errata en una u otra página”. Por eso tiene claro que “es un proceso completamente artesanal”. Las propias portadas tienen un componente artístico. De hecho, la primera fue diseñada por su hijo Alonso Estébanez, mientras que la segunda es un diseño propio, un cuervo elaborado en acuarela y carboncillo.
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