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El pozo de los horrores de Medina saca a la luz 30 cuerpos de fusilados
La excavación en la fosa de la Guerra Civil arroja luz sobre los métodos de las ejecuciones y permite rescatar vestigios para su identificación
«Lo que nos están demostrando los vestigios que vamos hallando a medida que descendemos es la meticulosidad y el afán de los ejecutores por ... ocultar los cuerpos de las víctimas a más de treinta metros de profundidad», explica el arqueólogo Julio del Olmo, presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) y responsable de la excavación, paralizada temporalmente por las últimas lluvias, que ha sacado a la luz una fosa común de los albores de la Guerra Civil en un pozo situado en la misma finca, La Revuelta, situada entre Medina del Campo y Rueda, en la que fueron rescatados 26 represaliados de una bodega. Lo que quizás no sabían los autores de esta matanza selectiva, que las pruebas sitúan entre agosto y septiembre de 1936, es que precisamente las condiciones de humedad y falta de oxígeno del siniestro enterramiento permitirían preservar vestigios, como objetos personales (carteras, peinetas, fajas, navajas o tabaqueras), cabello, ropa o restos de comida, que invitan al optimismo a la hora de poder identificar a algunas de las personas que allí yacían en silencio desde hacía 85 largos años.
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Un silencio roto por la voluntad de los especialistas de la ARMH, que en octubre comenzaron las excavaciones hasta llegar a la primera cota de enterramientos, a más de treinta metros de profundidad, y que ahora cumplen dos meses de trabajos arqueológicos en el estrecho pozo de 1,10 metros de diámetro, en el que han rescatado ya los restos, en su mayoría completos, de 30 represaliados. Y aún no han tocado fondo. «Estamos ya a 34,5 metros de profundidad y creemos que podemos estar cerca ya de la cámara final del pozo, que estimamos que pueda ser de otros dos metros y en los que presumiblemente habrá más cuerpos», explica Julio del Olmo, quien aclara que los apenas tres metros que han inspeccionado hasta ahora se apilaban los citados 30 esqueletos. Y pueden faltar en torno a otros tantos para llegar al fondo de esta profunda fosa de los horrores. El fondo muestra ya otros cuatro cuerpos, incluido uno con una larga melena que podría ser de mujer.
«Tenemos datos fehacientes de la posible identidad (sin relacionar aún con los cuerpos) de quince personas de la comarca de Medina y Rueda, pero del resto no se tiene noticias», reconoce el arqueólogo, quien relata que durante la excavación han podido comprobar la concienzuda forma de actuar de los ejecutores. «Parece que era un lugar de referencia para hacer desaparecer los cuerpos de las personas asesinadas, que presumiblemente eran sacadas de sus casas y encarceladas antes de hacerlas desaparecer, en la mayoría de los casos, sin dejar rastro».
«Las víctimas recibieron disparos, no muchos, ya que poco importaba que murieran si luego las arrojaban a 30 metros»
Los restos de pepitas de sandía y uvas hallados en los huecos de los estómagos de las víctimas apuntan de manera inequívoca a que fueron fusiladas a finales de verano, al igual que la ropa. «Las víctimas recibían disparos de pistola o fusil, no muchos, ya que debía importar poco que murieran o no si tiene en cuenta que luego los arrojaban al pozo a más de treinta metros de profundidad, como evidencian las fracturas de la caída que presentan muchos de los cuerpos», explica el especialista antes de incidir en «su voluntad de hacerlos desaparecer de manera concienzuda». Para ello cubrieron los distintos niveles de enterramiento, que acogen habitualmente entre dos o tres cuerpos, con «grandes cantidades de cal» e, incluso, «después arrojaban vísceras de animales para camuflar el olor».
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Neumáticos reutilizados
Algunos fueron arrojados con las manos atadas por delante. «Se han conservado los restos de las cuerdas o las manos aún juntas por las muñecas». Y ni siquiera eran despojados de objetos personales como tabaqueras, con picadura de tabaco que aún se conservan; carteras (sin documentación legible) o, en el caso de las dos mujeres halladas hasta ahora (el resto son varones), peinetas. «Faltan los análisis antropológicos definitivos, pero ojalá podamos identificar a algunos de ellos, ya que en algunos casos se conserva el cabello completo», desea Julio del Olmo, quien explica que, por ahora, han encontrado los restos de, al menos, dos mujeres y de «dos personas muy jóvenes que rondarían los dieciocho años». La vestimenta y los zapatos –las suelas de un par aún lucían parte de la inscripción del caucho reutilizado de unos neumáticos 'Goodriche Souple Courde' fabricados en Francia entre 1911 y 1925– hallados apuntan a que la mayoría, que no todos, serían campesinos de los pueblos del entorno de Medina del Campo.
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