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Isidoro Baraja, de 93 años en el centro, con sus cofrades antes de repartir las castañas Laura Negro
Provincia de Valladolid

En Peñaflor la devoción se celebra con castañas

Isidoro Baraja, de 93 años y mayordomo del Santísimo Rosario de Peñaflor de Hornija cumple con una de sus tradiciones más arraigadas, cocer y repartir castañas en la víspera de la misa de difuntos

Laura Negro

Valladolid

Domingo, 12 de noviembre 2023, 18:57

Peñaflor de Hornija es un pueblo que se aferra con orgullo a sus tradiciones. En concreto, a una de ellas, que este fin de semana ... se ha celebrado por todo lo alto, igual que se hacía hace cientos de años. El segundo sábado y domingo de noviembre, los miembros de la cofradía del Santísimo Rosario reparten castañas cocidas entre los cofrades y el párroco. Se trata de una costumbre simple, pero muy significativa, que sobrevive a día de hoy, gracias al tesón de 27 de cofrades, todos hombres.

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El ritual comienza cuando el mayordomo cuece varias decenas de kilos de castañas. Lo hace a fuego lento con sal, comino y anises. Este año, este honor ha recaído en Isidoro Baraja López, que a sus 93 años es el decano de los cofrades. Este peñaflorino personifica la continuidad generacional de esta práctica ancestral, siendo hijo, nieto y biznieto de cofrades y a su vez, también padre y abuelo. El rostro surcado por el tiempo de este albañil jubilado, se ilumina al hablar de sus años de servicio a la cofradía. «Mi bisabuelo Gabriel, a mediados del siglo XIX ya sirvió a la cofradía y probablemente antes que él, ya lo hicieran otros parientes. Yo siempre lo he visto en casa y para mí la cofradía lo significa todo. Es una ilusión que he tenido toda la vida y me llena de orgullo poder compartirla con mi hijo Juan y mi nieto Abel», cuenta este veterano que acumula 65 años de servicio a la hermandad. «A pesar de mi antigüedad, esta es la segunda vez que soy mayordomo. La vez anterior fue en 1970 Ahora sólo somos 27 cofrades, pero antaño éramos más de 100 y nunca había pasado que se diera la vuelta a los turnos. Soy el primero de nuestra historia que repite este honor», añade orgulloso.

La tradición de cocer y repartir castañas viene de muy antiguo. «Antaño, las cofradías, además de tener una faceta religiosa, tenían una faceta asistencial. Había mucha necesidad y las hermandades se encargaban de llevar castañas, pastas y vino a las viudas de los cofrades y a los enfermos. Suponemos que la tradición pueda venir de ahí», explica Cirilo Real, quien se ha preocupado de estudiar los orígenes de la cofradía. «No sabemos a ciencia cierta el año de la fundación, pero puede ser del siglo XVI. El libro más antiguo que conservamos es de 1745, cuando la cofradía ya estaba muy establecida», añade.

Isidoro Baraja repartiendo las castañas a Paco Real, uno de los cofrades Laura NEgro

El sábado, víspera de la misa de los difuntos de la cofradía, se reunieron al anochecer para cumplir con este antiguo rito. Las castañas y el vino corrieron por cuenta de la cofradía. «Antes, como había mucha necesidad, el mayordomo pagaba las pastas a mayores. Ahora, somos más espléndidos y además de pastas, el mayordomo invita a una buena merienda», dice Juan Baraja, hijo del cofrade decano.

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Para repartir las castañas utilizan una medida especial de hierro que tiene más de un siglo de historia. «La hizo el herrero del pueblo y aunque está muy desgastada es la que seguimos usando», cuenta Paco, otro de los cofrades. Todos se pusieron en corro, alrededor de la olla y mientras Isidoro, con la medida en la mano, fue entregando una ración a cada uno. El crujir de las cáscaras de las castañas y las risas compartidas fueron la sinfonía que reinó durante el resto de la velada.

A misa con sombrero de ala ancha

Ya el domingo, los cofrades acudieron a la misa los hermanos difuntos y sacaron a la Virgen del Rosario en procesión alrededor del templo. Y lo hicieron, tal y como mandan los estatutos fundacionales, luciendo sombrero de ala ancha como prenda distintiva. También repasaron las tablas para comprobar si alguno faltaba a esta misa de obligado cumplimiento. Al finalizar repartieron más castañas entre los cofrades y el párroco. «Debemos acudir a la eucaristía este domingo, el día de la Virgen del Rosario y el día de la Dominica, que es el 15 de agosto. En caso de no hacerlo se paga la multa de 3 euros», explica Abel Barajas, el nieto de Isidoro que a sus 35 años es el secretario en funciones. «Yo he vivido la cofradía desde muy pequeño con mi padre y mi abuelo y estaba deseando tener los 18 años para poder servirla también. Me hace mucha ilusión que sigamos tres generaciones de los Baraja en activo. Mi abuelo es el más mayor y yo el más joven», apunta este joven dispuesto a dar continuidad a esta tradición local y familiar para las generaciones venideras.

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