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Uno de los pilares básicos de la economía agraria de la región lo representa el sector del vino, tanto por el valor económico que genera ( ... 1.000 millones de euros al año) como por el número de personas que ocupa y el papel que desempaña en la fijación de población en el medio rural. Alrededor de 15.500 viticultores y 650 bodegas, de las que dependen 3.300 puestos de trabajo directos, dan una visión de la importancia del sector. Para hacer la vida más fácil a todos estos profesionales y conseguir mayores rendimientos, hace unos años que apareció la viticultura de precisión que permite a través de drones con cámaras o satélites captar las necesidades y situación del viñedo en cada momento.
Detrás de toda esa tecnología están profesionales como Sergio Vélez, un ingeniero agrónomo vallisoletano, experto en teledetección, que desde hace más de tres años desarrolla su tesis doctoral en el Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León (Itacyl), centrada en la zoonificación del viñedo. «Mi doctorado se basa en utilizar la teledetección para hacer la zoonificación del viñedo, estudiar diferentes parámetros de producción o calidad a partir de imágenes que nos dicen si hay que regar más o si es necesario fertilizar», cita como ejemplos.
El lenguaje de Sergio es agrario, pero combinado a la perfección con el de los algoritmos o el 'machine learning', una rama de la inteligencia artificial que permite que las máquinas aprendan sin ser expresamente programadas para ello. Los datos que ha obtenido a lo largo de estos años son muchos, algunos de ellos se han ido publicando en revistas especializadas, «la parte final consiste en juntarlo todo para escribir la tesis y utilizar esas publicaciones para darla más peso».
De momento, uno de sus hallazgos ha sido premiado en el Congreso Nacional de Ciencias Hortícolas que se ha celebrado hace poco más de una semana en Córdoba y que, de entrada, resulta más que interesante si se expone directamente el resultado: simplificar el trabajo de una semana en apenas 20 minutos.
El área folial de la planta, su estado, da una idea de si ese viñedo está bien regado o fertilizado, «lo que se hace normalmente es ir al viñedo y tomar fotografías al mediodía, pero nosotros las hemos hecho por la tarde y en vez de a la vegetación, las hemos realizado a las sombras y eso es lo que hemos analizado».
Hasta ahora, esos métodos para saber el crecimiento de las plantas de los viñedos eran «muy laboriosos» y la forma de medir ese área foliar es mirar el ancho o el largo de la hoja, algo que desde Itacyl han realizado con una cámara sujeta al dron «y hemos sacado imágenes con bastante precisión». Para el análisis de las imágenes ha aplicado un método basado en un algoritmo de procesamiento de imágenes que les ha permitido «tener en 20 minutos toda la información para la que antes necesitabas una semana».
En esta ocasión, el trabajo no ha sido tan sencillo porque «hemos tenido que validar el método, pero una vez comprobado, ya se podría utilizar sin tener que ir planta por planta».
El futuro del sector agrario pasa por la teledetección «al 100%», augura Sergio Vélez, quien añade que «es algo que se utiliza en todos los ámbitos y aunque la robótica está más de moda necesita unos ojos, la teledetección son los ojos de los posibles robot que puedan llegar al campo para que identifiquen lo que están viendo. El futuro pasa por esos dos puntos clave».
A lo largo de su doctorado este ingeniero agrónomo becado por el Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA) ha realizado estancias en Argentina, Sudáfrica y Francia donde ha desarrollado colaboraciones con otros equipos que le han permitido ver que «fuera de España, hay más trabajo de esto».
Esa perspectiva internacional también le ha llevado a comprobar que métodos como el suyo, para conocer de manera rápida y barata el desarrollo vegetativo de la planta, «son caros o complicados, algo así, como ésto, fácil y barato no existe».
Cinco investigadores del Itacyl, de la Unidad de Cultivos Leñosos y Hortícolas del área de investigación, se han encargo de la toma de hojas del campo, «yo he ideado el método, pero había muchas plantas que cortar, es un trabajo en equipo y me han apoyado todos», aclara Sergio.
El propio investigador confiesa que este estudio «no estaba previsto», por lo que no existe un contacto previo con alguna empresa que pudiera estar interesada en utilizarlo. «Supongo que cuando se publique el estudio alguien se pondrá en contacto con nosotros» y aunque todo queda perfectamente explicado en la publicación científica, «si quieren copiarte pueden hacerlo, aunque lo lógico es que te consulten».
El sistema utilizado, el dron y la cámara, tienen un coste de unos 700 euros por lo que entiende que «es algo rápido y barato, cualquier empresa pequeña podría hacer vuelos baratos, los bodegueros o un grupo y así podrían saber el desarrollo vegetativo, un dato muy importante».
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