Eugenio 'El Pastor de Robladillo, junto a su hijo José Luis Rodríguez en su nave agrícola. Alberto Mingueza

Eugenio, el pastor de Robladillo: «Me llena de pena haber tenido que vender mis ovejas»

Eugenio y su hijo José Luis Rodríguez, venden su rebaño de 700 cabezas de raza assaf, después de toda una vida dedicada al campo

Laura Negro

Valladolid

Lunes, 27 de diciembre 2021, 07:09

«No nos hemos ido del campo. Nos han echado», repite una y otra vez Eugenio Rodríguez, conocido como 'El pastor de Robladillo'. «Nos ... han obligado a marcharnos», insiste con una mezcla de emoción, resignación y enfado. Este veterano pastor está a punto de cumplir 80 años, los mismos que lleva entre el ganado. Sin embargo, en su majada se ha dejado de escuchar la banda sonora de balidos y cencerros que les acompañaba cada día. Sus ovejas ya no están. Eugenio, y su hijo José Luis, titular del rebaño de 700 cabezas de raza assaf, han tenido que venderlas. Ambos recuerdan que el momento de despedirse de ellas, fue uno de los más tristes de sus vidas. Unas iban a un centro de desvieje. Otras ya forman parte de grandes rebaños en Marruecos. «Me llena de pena haber tenido que venderlas. Hemos llorado mucho. Cuando vino el camión del carnicero a por los lechazos, los mastines no dejaban de ladrar. Sentían cómo se llevaban a los animales de casa. Yo por fuera estaba como que no me pasaba nada, pero la emoción iba por dentro, al ver como subían al camión una tanda, y otra tanda…», se emociona al recordarlo.

Publicidad

Las políticas agrarias, además de los bajos precios de los productos ovinos y los elevados costes del pienso, de la luz y de otros suministros, les han imposibilitado subsistir en un sector en el que cada día desaparecen más explotaciones. «Nací en Castromonte y con 12 años ya manejaba yo solo el atajo de mi primo. Durante años trabajé como obrero para otros pastores. Llegué a Robladillo con un morral y una cachava y pude hacerme con mi propio rebaño. Ahora siento que nos han destrozado nuestro trabajo», lamenta. «Nosotros éramos pastores porque nos gustaba el campo y vivir del campo y nos pedía el corazón cuidar de las ovejas. Las cuidábamos como una persona cuida a sus hijos, pero era imposible aguantar más. El precio de los lechazos ha estado por los suelos. Ahora, con las fechas que son, están muy caros, pero en la carnicería, no en la majada. 70 euros por un lechazo no es dinero para un ganadero. En luz gastábamos 500 euros al mes, que ahora sería mucho más. En pienso entre 3.000 y 4.000 euros mensuales. Además, teníamos otros gastos, como los productos de la máquina de ordeño. Perdíamos 1.000 euros al mes. Ha sido muy triste deshacernos de algo que queríamos tanto, pero es que veíamos que nos estábamos metiendo en un pozo, del que no íbamos a poder salir», continúa este sabio del campo.

«Han destrozado nuestro trabajo; era imposible aguantar más, veíamos que nos estábamos metiendo en un pozo»

La dedicación a ese oficio que tanto le apasiona, le ha valido a Eugenio el reconocimiento de la Junta de Andalucía y del Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino, que en 2010 le concedió la Medalla al Mérito Agrario. Es, además, todo un referente del ámbito rural, ya que colabora habitualmente en las ondas radiofónicas, haciendo llegar a la audiencia su opinión sobre el campo, la política y la actualidad, con su sencillez y cercanía habituales. «A mí lo que más me gusta es el campo. En mi opinión, aquellos que tienen las ovejas en las naves, no son pastores de verdad. Son 'pastores de comedera'. Hace años, incluso cuando llovía, yo subía al monte a dar de comer a las ovejas y lo hacía contento, porque sabía que me traía el jornal para casa. Ahora es distinto; por mucho que trabajes no ganas dinero», afirma Eugenio.

Les queda el consuelo de tener a Perico, su burro y fiel compañero de tantas jornadas en el campo. También mantienen a sus inseparables perros y a siete corderas. «Las hemos dejado pensando en el belén viviente que organizamos todos los años», aclara José Luis, que es, además, alcalde del municipio. «Es un ganado que casi no ha sido aprovechado. Casi todas las ovejas eran nuevas. En otros países las cambiarán el chip y las aprovecharán. Está visto, que hoy en día, solo pueden pervivir las grandes explotaciones y con todo y con eso también lo pasan mal. El pastor que ya tiene una edad, aguanta como sea para jubilarse, pero al que le queda mucho… lo está dejando antes, porque no se puede trabajar a pérdidas», dice mientras observa su nave desmantelada.

Publicidad

«La agricultura ahora es muy agresiva: se abusa delos herbicidas y no quedan rastrojos para las ovejas, cosechan y a los dos días ya empacan

Los pueblos se quedan cada vez más vacíos. También de ovejas. Eugenio y José Luis advierten de la 'España ganadera vaciada'. «El campo es muy bonito, cuando te dejan trabajar bien. Antes daba gloria, porque las ovejas tenían para comer. Venía el sobre de la leche y se veía que el trabajo cundía. Hoy en día no pueden comer nada y el ganado estabulado no es rentable porque se come todas las ganancias. Para tenerlo estabulado, hace falta una gran explotación con varios trabajadores y una elevada inversión. Otro grave problema es que la agricultura ahora es muy agresiva. Se abusa de los herbicidas y no quedan rastrojos para nuestras ovejas. Cosechan y a los dos días ya están empacando. Eso no puede ser así. Si cobran la PAC, entonces se les debería obligar a que nos dejaran pastar durante la campaña de verano. Creo que no es mucho pedir. Si los pastores cumplimos y no entramos en las tierras cuando no nos corresponde, los agricultores también deben cumplir. A mí jamás me han puesto una multa por llevar las ovejas donde no debía. ¡Ni me han llamado la atención! Y lo digo bien fuerte», exclama Eugenio.

Cambiar la cayada por la paleta

José Luis ha cambiado el zurrón y la cayada por el mono y la paleta. Ahora trabaja en una empresa de construcción. «Estoy encantado», dice. «Antes me levantaba a las 4:30 de la mañana para atender al ganado. Ahora me levanto a las 7 y siempre llego antes de tiempo a la obra. Antes de incorporarme he hecho el curso de prevención de riesgos laborales y lo que hago me encanta. He trabajado mucho en mi vida y no se me caen los anillos por nada», continúa el expastor.

Publicidad

«Perdíamos 1.000 euros al mes. Ahora por mucho que trabajes no ganas dinero, Es muy triste deshacernos del rebaño»

Cuando entran en su nave, ahora vacía, dicen que se les remueve todo. «La sala de ordeño está desarmada y los bebederos y comederos los hemos regalado. Las administraciones no nos han hecho nunca caso. Me hubiera gustado que un ingeniero agrónomo viniera conmigo al campo y me dijese a la cara el daño que hacían mis ovejas cuando entraban en una rastrojera y que viera todo el perjuicio que nos causan los agricultores. Las administraciones no se hacen ni idea de todo el ahorro que supone el aprovechamiento de los pastos. Su obligación es hacer cumplir unas leyes, que no se respetan. De tanto herbicida que se echa en las tierras, ya no hay liebres, ni pájaros, ni perdices. Los caminos tenían que estar verdes y en cambio, están completamente secos. El campo ahora es un desierto», concluye Eugenio cabizbajo.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

3€ primer mes

Publicidad