Un día a día igual, pese a las nuevas restricciones
Los vecinos de Matapozuelos, Villagarcía, Mojados y Ataquines apenas notan las medidas decretadas por la Junta para los cuatro municipios vallisoletanos
Una nueva normalidad para los próximos siete días, pero «sin muchos cambios». Así afrontan los vecinos de Matapozuelos las nuevas medidas sanitarias propuestas por ... la Junta de Castilla y León debido a la elevada incidencia de la covid-19 registrada durante las últimas semanas. «Tendremos que aceptar las nuevas restricciones, pero siendo sincera no notamos mucho la diferencia ya que hacemos una vida con pocas salidas a la calle», asegura, Cece Pedrosa, que durante la mañana de ayer realizó la compra habitual en su establecimiento de cabecera. «Por la tarde me quedaré en casa viendo la televisión. Es una situación ya larga la que vivimos con la pandemia y todos tenemos miedo, por lo que lo mejor es quedarse en casa».
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El miedo que apuntaba esta mujer de mediana edad, es el que muchos vecinos del municipio sufren desde hace varias semanas. De ello da testimonio Leticia Moyano, una de las trabajadoras de Alimentación Rebaque: «Desde hace dos semanas la gente es más consciente de la situación, se nota que hay menos ambiente por la calle y las compras son diferentes ya que aprovechan para adquirir más pan o más cosas de alimentación básica y no venir todos los días».
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Las compras para varios días se han instalado en Matapozuelos. «No hemos tenido muchos casos en el municipio, pero ahora con estas nuevas medidas sentimos angustia y miedo», confiesa la joven Ángela González, que desde hace meses cambió sus hábitos de vida para adaptarse a la situación sanitaria. «Después de trabajar como mucho sales a darte un paseo por el campo y sin cruzarte con mucha gente para airearte y desconectar; y antes el fin de semana te tomabas una caña, pero ahora ni eso con los bares están cerrados».
Por el momento, las tiendas de alimentación de la localidad permanecen abiertas hasta las siete y media. «Es un horario que hemos adoptado todos, pues al ser considerados establecimientos de primera necesidad podemos estar abiertos hasta las ocho, pero cerramos antes para poder llegar a casa y tener 30 minutos libres antes del toque de queda por si necesitamos hacer alguna gestión», asegura Celia Carretetero, propietaria de un comercio de alimentación. «La gente se muestra ya cansada con esta situación y con todas las restricciones que, como cambian cada dos por tres, muchas veces no sabes qué es lo que puedes o no puedes hacer».
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«No fueron valientes en navidades»
Esta sensación de incertidumbre, es la que también comparten los vecinos de Ataquines que, debido al número de contagios, también han visto cómo las medidas restrictivas se reforzarán hasta finales de esta semana. «La Junta de Castilla y León nos somete a unas medidas más fuertes que en otras localidades, aunque no fueron valientes en navidades, cuando tenían que haber cerrado todo y no ahora», explica el alcalde, Héctor Arroyo. «Es un parche. Esta medida no sirve de nada para salvar nada, ya que estamos viendo cómo los casos siguen en alza; aquí hemos tenido brotes en agosto, coincidiendo con las fiestas patronales y ahora en Navidad».
La única diferencia, según detalló el regidor, es que, durante esta semana, «los bares permanecerán cerrados, incluso los que tenemos pegados a la autovía, que no tendrán ni servicio de restauración para los transportistas». El resto de establecimientos del municipio, en un principio y según detallan desde la administración local, no tendrán que ajustar sus horarios y podrán permanecer abiertos hasta las ocho de la tarde al ser establecimientos esenciales.
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«Mazazo para los residentes»
En Villagarcía de Campos las últimas restricciones apenas han afectado la vida cotidiana de los lugareños, a excepción del cierre de la terraza del único bar del pueblo, «aunque tenía poca actividad», señala el alcalde, César Herrero, quien no entiende que «se mida por el mismo baremo a ciudades grandes que a pueblos como Villagarcía, donde ahora apenas vivimos 150 vecinos».
El primer edil expresa un temor que, de confirmarse, sería un mazazo para los residentes: «De seguir así va a cerrar el único bar del pueblo, con la importancia que tiene para la vida diaria; si se acaba el bar, se acaba también el pueblo». Además, Herrero explicó que «como no vayas a por el pan no ves a nadie, no hay un alma por la calle». Por su parte, la única tienda del pueblo sigue cerrando a las 14.30 horas, como lo hacía desde hace medio año.
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El alcalde aseguró que ya llevaban unos días sin registrar ningún caso de covid, que los que hay están confinados y que habían estado peor al inicio de la pandemia, cuando hubo hasta 15 casos en la colegiata, entre jesuitas y trabajadores, sin que, «por suerte, hubiese algún caso en el pueblo».
El de mayor población
Mojados, el municipio de mayor entidad poblacional de los cuatro afectados por la snuevas medidas de la Junta en la provincia vallisoletana, acordó el pasado sábado aumentar las restricciones para evitar nuevos contagios por la covid-19ante la alta incidencia que registra desde hace unos días, cómo quedó probado en el cribado llevado a cabo una semana antes en la zona básica de salud de Portillo a la cual pertenece.
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Primer día laborable por tanto bajo esta situación que ha hecho reducir al mínimo la ya escasa actividad que desde hacía días registraba. Establecimientos hosteleros cerrados a cal y canto, salvo el bar cafetería Ebony, ubicado en su interior un despacho del Loterías y apuestas del Estado, por lo que se podía apreciar un mayor goteo de personas.
Apenas se veían niños. Alguno que otro pasaba por el salón de peluquería de Ángel Recio en la calle Pío Basanta quien sin reparo expresaba su malestar al limitar horarios negocios que han demostrado sobradamente no son focos de contagio y son tan esenciales como otros al tiempo que pedida los políticos salgan a la calle y vengan a los pueblos para conocer nuestra realidad y como nuestra economía se está resistiendo.
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Las nuevas restricciones ponen en riesgo la pervivencia de más de um establecimiento de hostelería que, hasta el momento, con el servicio en terraza y pedidos para llevar o recoger estaban casi subsistiendo, como señala la propietaria de un bar que unos meses antes de que la pandemia irrumpiera había hecho una importante reforma en su negocio. Y lo peor, como señala, es que no han recibido ningún tipo de ayuda y los gastos siguen estando ahí lo quehacer que al problema económico se suma el psicológico de no saber que va a ser de nosotros.
Compartiendo que la situación es complicada, y que a la crisis sanitaria ahora se suma la económica, con muchos negocios al borde del precipicio, el odontólogo Edmundo Pozas, titular de una clínica dental, apela a la responsabilidad de todos y al cumplimiento de las medidas que van dictando,aunque sean duras, si queremos controlar los contagios. Esta pandemia nos está obligando a un cambio de hábitos y continuas adaptaciones. No cabe duda de que la situación es grave y tan difícil como complicada.
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