Valladolid
Félix Calvo Casasola, el eterno alcalde de VillalarVillalar de los Comuneros rinde homenaje por su centenario, al que fue su regidor durante 52 años
Villalar de los Comuneros celebró este viernes el siglo de vida de su vecino más ilustre, Félix Calvo Casasola, quien durante 52 años ostentó su ... bastón de mando municipal. Su centenario ha sido motivo de un sentido homenaje promovido por el Ayuntamiento, al que se han sumado instituciones provinciales y regionales, y al que han acudido, familiares, vecinos, antiguos alumnos y compañeros del ámbito político y educativo. Tras una recepción en el Ayuntamiento encabezada por el actual alcalde, Luis Alonso Laguna, el acto tuvo lugar en la iglesia de San Juan, donde se le entregó una placa conmemorativa y se dio paso a la actuación de la coral 'Voces Comuneras'. A continuación, su familia ofreció un vino español para todos los asistentes. Félix estuvo muy arropado. «Para mí Villalar ha sido lo principal de mi vida», resumía emocionado.
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Nacido el 1 de abril de 1925 en un pueblo que arrastraba las heridas del pasado, desde pequeño Félix encontró en los libros una vía de escape y fuente de conocimiento. Cuando tenía apenas un año y medio, perdió a su padre. «En Villalar estudié en la primaria. Más tarde me llevaron a estudiar al colegio de los Escolapios en Toro. Fue un cambio muy grande, de una escuela de pueblo a una enseñanza mucho más rigurosa», relata.
Su afición por el aprendizaje no se detuvo ahí. Estudió Derecho en la Universidad de Valladolid. Al ser huérfano de padre, estudió siempre becado, algo de lo que presume con orgullo. Acabó licenciándose con Premio Extraordinario Fin de Carrera en 1948. «Se me daban bien los idiomas y mi sueño era ser diplomático, aunque al final renuncié a la idea porque me di cuenta de que ese era un círculo muy cerrado y me decidí por Derecho. Que las autoridades académicas me reconociesen el premio extraordinario fue una alegría muy grande», afirma. «Más tarde estudié también Magisterio. Quería aprovechar el tiempo sacándome una segunda carrera, porque no me gusta la inactividad. Pero la música de segundo se me atravesó. No me saqué la titulación por esa asignatura», cuenta entre risas.
Más de medio siglo con el bastón de mando
En 1955, con solo 30 años, Félix fue nombrado alcalde de su pueblo. «Cuando me ofrecieron el cargo, estuve a punto de no aceptarlo. Finalmente me animé porque existían ciertos enfrentamientos entre familias y decidí entrar para intentar solucionarlos», cuenta. Y así empezó una historia de servicio que duraría de forma ininterrumpida cincuenta y dos años.
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Tras la llegada de la democracia fue elegido por UCD y más tarde, por el Partido Popular, revalidando el cargo, mandato tras mandato, gracias al apoyo incondicional de sus vecinos. «Mi mayor orgullo ha sido siempre el reconocimiento de los vecinos en las urnas y en el día a día», confiesa. Incluso aquellos con los que discrepaba políticamente le han reconocido siempre como un servidor público íntegro, algo que en tiempos de crispación política dice mucho de Félix. «Yo procuraba unir a todo el pueblo y favorecerles en todo lo que pudiera con los servicios que eran necesarios. Nunca tuve enfrentamientos con la oposición, ni tampoco enemigos políticos», relata.
Bajo su mandato, su pueblo se transformó. «Lo primero fue el servicio de agua, luego el alcantarillado. Después vinieron cosas más festivas, como la piscina», detalla. «Siempre procuré hacer lo mejor para mi pueblo», prosigue. Con él, Villalar de los Comuneros se convirtió en símbolo del espíritu autonómico castellano y leonés. Fue testigo privilegiado de los primeros años de la Fiesta de Villalar, cuando la movilización popular en torno al 23 de abril desbordaba el pueblo. «En 1978 llegaron más de 100.000 personas. Siempre trabajé para que la fiesta fuera positiva para Villalar, porque creo que debe seguir celebrándose aquí. Si que es cierto que hubo momentos difíciles. En los años 80 muchos de los que venían, lo único que querían era alborotar. Pero todo se fue aplacando y ahora es una fiesta que depende más del tiempo atmosférico, que de los visitantes», cuenta este alcalde eterno, que también promovió que Villalar fuera declarado en 1996 Bien de Interés Cultural con la categoría de Sitio Histórico.
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Un servicio público sin descanso
Fue diputado provincial en diferentes etapas, llegando a presidir la Diputación de Valladolid entre 1990 y 1991. «Estuve más de tres décadas en la institución provincial y ocupé todos los puestos, desde el más bajo, hasta el de presidente», explica. También fue procurador en las Cortes de Castilla y León. «Me nombraron precisamente por ser de un pueblo muy distinguido», presume. Además, compaginó su labor pública con la docencia universitaria. «La Universidad es lo que más me preocupaba, porque estaba formando a personas que luego iban a tener una carrera. Muchos de ellos fueron luego muy distinguidos en la vida pública», prosigue. Y, mientras tanto, también mantuvo su actividad agrícola. «Me parecía que dejar la labranza era renunciar a algo por lo que se habían sacrificado mis antecesores. He querido atenderla hasta el final. Yo procuraba llegar a todo, aunque a veces era imposible y si tenía que fallar en algo, prefería sacrificar mi vida personal antes que el bien público», añade.
A lo largo de su vida, Félix Calvo ha recogido lo que ha sembrado. Ha recibido la medalla de oro de la provincia, la medalla de oro de Villalar de los Comuneros, la Encomienda al Mérito Civil, es también hijo predilecto de Villalar y consejero de honor de diversas entidades. «De todos los reconocimientos, el más significativo para mí es ser Hijo Predilecto. Es ser querido por todos los habitantes del pueblo, con un cariño difícil de igualar», cuenta con los ojos empañados.
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Este homenaje de su ayuntamiento y sus vecinos por su centenario ha sido el colofón de una vida entregada. «Será muy emocionante», comentaba horas antes del evento. «Me dirigiré a todos los asistentes y les aplaudiré, aunque sea con el corazón», dice este veterano político, que tiene claro cómo le gustaría que le recordasen el día de mañana: «como un gran alcalde… y un mejor vecino todavía».
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