Una investigación sobre Igualdad en el medio rural revela que «a mayor edad, más violencia social interiorizada»
El estudio, elaborado por la psicóloga Ana Rueda Lozano en 30 localidades vallisoletanas, arroja que «la violencia de género en las mujeres mayores está invisibilizada, ya que se ha naturalizado a lo largo del tiempo»
La Diputación de Valladolid presentó este martes los resultados de su Beca de Investigación en Igualdad, una convocatoria bienal que, desde hace más de una ... década, sirve para tomarle el pulso a las desigualdades que siguen condicionando la vida de muchas mujeres del medio rural. Esta vez, la lupa se ha puesto sobre las violencias interiorizadas en mujeres mayores de 65 años, una población compleja y «muchas veces olvidada e invisibilizada».
Publicidad
El diputado de Familia e Igualdad, Alfonso Romo, abrió el acto de presentación recordando que la institución mantiene como «prioridad transversal» la lucha contra la violencia de género y la atención integral a las víctimas. En 2024, el Programa de Apoyo a Familias atendió a 187 mujeres en colaboración con los CEAS. A ello se suma el servicio de Teleasistencia, que posibilita el seguimiento de mujeres en situaciones de riesgo y que durante el último año dio cobertura a 82 usuarias. El Centro de Acogida Micaela, gestionado con la Congregación de Adoratrices, proporcionó alojamiento y apoyo especializado a mujeres y menores que necesitaban protección, mientras que el convenio con el Ilustre Colegio de la Abogacía de Valladolid permitió atender jurídicamente a 169 víctimas mediante un total de 246 actuaciones, entre órdenes de protección, denuncias, juicios rápidos y asesoramientos. «Las políticas funcionan mejor cuando vienen respaldadas por conocimiento científico», insistió Romo.
Los resultados del informe los presentó la psicóloga, sexóloga, psicogerontóloga e investigadora Ana Rueda Lozano, que lleva meses viajando por la provincia, y colaborando con las aulas de cultura, asociaciones de mujeres y programas de envejecimiento activo para recabar datos.
El estudio se basó en un cuestionario sociodemográfico y en la aplicación del Inventario de Violencia Social Encubierta hacia la Mujer (IVISEM), una herramienta que analiza factores como los cuidados, la maternidad, el amor romántico, la sumisión o los estereotipos biológicos. La combinación de ambas muestras y la amplitud territorial permitirán adaptar futuras campañas a las necesidades de la población mayor y mejorar la identificación de violencias normalizadas en el medio rural.
Publicidad
En total, 317 personas de 30 municipios vallisoletanos de menos de 20.000 habitantes participaron en la investigación; 267 de ellas eran mujeres y 50 hombres. Algunos de los encuestados acudieron primero a una charla-coloquio antes de completar los cuestionarios; otras cumplimentaron directamente el test. Esa diferencia, explicó, permitía medir si una pequeña intervención formativa movía algo por dentro. «A mayor edad, mayor presencia de violencia interiorizada», explicó Rueda señalando que el grupo de 75 a 94 años presentaba los niveles más altos. Y no solo por la edad en sí. «Es el contexto histórico. Hablamos de mujeres que no podían abrir una cuenta bancaria sin permiso del marido, o trabajar sin autorización. Crecer con eso marca profundamente el propio concepto de lo que es normal», explicó. «La violencia de género en las mujeres mayores está invisibilizada ya que se ha naturalizado a lo largo del tiempo de una manera general. Eso significa que, aunque se trate de violencia de baja intensidad, las mujeres han normalizado microviolencias asumidas por la sociedad durante mucho tiempo. Por ese mismo motivo, son las que menos denuncian», añadió
Una de las conclusiones más llamativas del estudio, según la psicóloga, es que las mujeres mayores tienen muy arraigada la idea del cuidado como responsabilidad femenina. Tienen muy asimilados los conceptos de «sumisión, cuidado físico y prudencia». Pero no solo lo asumen ellas, también los hombres de su entorno lo consideran «natural que sean ellas quienes cuiden». Sin embargo, en cuestiones vinculadas al amor romántico —la renuncia, la media naranja, el sacrificio como prueba de afecto— son los hombres los que puntúan más alto. Ahí la investigadora puntualizó que «la muestra masculina es pequeña, pero los ítems dejan ver diferencias».
Publicidad
La Diputación insistió en que estudios como éste permiten ajustar mejor las políticas públicas y llegar a todos los segmentos poblacionales. La investigación de Rueda se suma a una línea de trabajos que, desde 2011, han analizado la empleabilidad femenina, la conciliación, la discapacidad, el trabajo en ayuda a domicilio o los nichos rurales con perspectiva de igualdad.
3€ primer mes
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión