El detenido de la guadaña de Cabezón: «Soy el hijo de la luz»

Tres días después, en Cabezón se sigue hablando de esa actitud de Fernando. Sobre todo porque «nunca le habíamos visto meterse con nadie». «Hablaba con muy poca gente y se le veía alguna vez con sus padres y hermano. Por ejemplo, su hermano siempre está en casa y no se le ve nunca», insisten los vecinos sobre la vida solitaria de la familia.

Tras el certero disparo del guardia civil al cuádriceps, Fernando, socorrido por los propios agentes, fue derivado al Hospital Clínico donde continúa con su recuperación tras el impacto del proyectil. Todo ello desde el área de Psiquiatría. En este breve tiempo, el juez ha decretado su puesta en libertad con cargos, según ha confirmado este jueves el subdelegado del Gobierno, Jacinto Canales.

Ante la Guardia Civil, tras ser detenido, fue imposible que declarara por su estado de «enajenación», si bien durante todos estos días en el hospital, el joven no ha parado de lanzar gritos como 'Soy el hijo de la luz' o 'Soy la reencarnación de Satanás y por eso puedo hablar con Dios'. Además, se ha aventurado a desvelar un futuro número premiado de la lotería sin especificar un sorteo concreto.

A pesar de todo, desde el instituto armado defienden la intervención del agente que apretó el gatillo para reducir al joven armado con una guadaña. «Hizo lo correcto», insisten sobre una situación que ha vuelto a traer a la escena de la actualidad la empleabilidad de las pistolas inmovilizadoras por parte de la Guardia Civil. Sobre todo porque se considera que esta intervención en Cabezón se podía haber resuelto con estos dispositivos eléctricos, considerados menos lesivos.

De hecho, desde la Asociación Unificada de Guardias Civiles de Valladolid, tras conocer la noticia de que el sospechoso quedaba en libertad, se ha hecho mención a un artículo escrito por Arturo Pérez Reverte en el XL Semanal en el que decía «...Porque así, cada vez más, nos arriesgamos a que frente al fulano del cuchillo, ante el atropellador, ante el malo que siempre estará ahí, beneficiándose de nuestros derechos y libertades, pero también de nuestra estupidez y nuestra demagogia, el guardia al que le toque, aunque sea honrado y valiente, deje la pistola en la funda, mire hacia otro lado y piense: 'Anda y que os proteja vuestra puta madre'».

Reflexión y mensaje a la Subdelegación después de que tres agentes intentaran calmar esa madrugada a Fernando. Le invitaron a que soltara la guadaña con innumerables advertencias que no hizo caso. «Estaba fuera de sí y no hacía caso», relatan los testigos del incidente.

Los tres agentes, en un primer momento, encañonaron al joven en la parte posterior del cuartel a un distancia prudencial mientras éste continuaba con su actitud desafiante. «¡Al suelo!», «¡échese al suelo!», insistían los agentes antes de gritar un: «No se lo voy a decir más veces o disparo» y de continuar advirtiéndole de lo que finalmente ocurrió: «¡Deje la guadaña o disparo».

El joven, lejos de soltar el arma blanca, inició una carrera hacia la avenida de José Zorrilla para continuar en su huida, con los guardias siguiendo de cerca sus pasos, hasta la calle Monte para continuar por la calle Butacas. En esta última vía, a la altura del cruce con Cestero, los agentes lograron acorralarle y, «ante su violenta actitud» y sus reiteradas amenazas, uno de ellos efectuó un disparo que le alcanzó en una pierna. Algunos testigos, eso sí, relatan que escucharon, al menos, «dos detonaciones».