65 años de la gran nevada, cuando las campanas tocaron a solidaridad en Berrueces

El 23 de febrero se cumplen el aniversario de la gran nevada en este municipio vallisoletano, un hecho que puso de manifiesto la fraternidad vecinal e hizo merecedor al pueblo de la medalla de la Beneficencia

Domingo, 21 de febrero 2021, 07:58

A las diez de la noche de un gélido día de invierno las campanas de la iglesia de San Pedro Apóstol de Berrueces comenzaron a ... sonar con gran estruendo. Pero no sonaban porque hubiera fuego, se hubiera muerto alguien o para ir a misa. Tocaban a solidaridad. Este 23 de febrero se cumplirán 65 años de la gran nevada que ocurrió en 1956, siendo ejemplar el comportamiento solidario que llevaron a cabo los vecinos de la terracampina localidad por el que dos años después el pueblo ingresaría en la Orden de Beneficencia, portando la condecoración la patrona, la Virgen de Pedrosa, con gran orgullo de todos los vecinos.

Publicidad

La nevada era tan intensa que varios autobuses, camiones y vehículos quedaron atrapados en la carretera Nacional 601 en varios kilómetros del término municipal. Ya entrada la noche, el alcalde, Felipe Brezmes; y el párroco, Manuel Castañeda, mandaron tocar las campanas para que los vecinos fueran en auxilio de los viajeros atrapados en la nieve, según relata el suceso de forma minuciosa el vecino José María Delgado en 'Apuntes de Berrueces del siglo XX' (Diputación de Valladolid, 2005).

Vídeo. Rodrigo Ucero

Poco a poco, en distintas expediciones, con recorridos de varios kilómetros a través de una capa de nieve que oscilaba «entre uno y cinco metros de espesor», como relataba una crónica de la época, las más de 150 personas, entre los que había niños y algún enfermo, fueron traslados y alojados en casas del pueblo durante varios días hasta que la nieve permitió que regresaran a sus respectivos domicilios.

Hace unas semanas fallecía Andrés Choya Delgado, uno de los protagonistas de aquel gesto de valor. Tenía entonces 18 años cuando cargó a cuestas durante varios kilómetros a una joven paralítica, según «lo ha contado mil veces» en palabras de su hija María Jesús, quien no olvida cómo en casa de sus abuelos maternos, Marciano González y Catalina Sánchez, se alojó una familia de Mayorga y, con el tiempo, su madre, Mariluz González, fue la madrina de una de sus hijas, siendo invitada junto a su marido a su boda cuando se casó.

Publicidad

Diego Delgado, Braulio Ãlvarez y Conchita Rodríguez en una calle del pueblo

Aquella noche en la que las temperaturas llegaron a los 14 grados bajo cero también tiene un lugar en la memoria de Conchita Rodríguez Brezmes quien, aunque solo tenía 13 años, recuerda con nitidez aquel día en el que a media tarde comenzó a nevar «como nunca se había visto». Por la noche, muy oscura, «porque se había ido la luz», al oír las campanas, «salimos a la calle y se decía que había que ir al salón parroquial porque se había quedado gente atrapada en la carretera por la nieve, pero los pequeños que no salgan». No tardaron en formarse grupos e ir a por los quedaron cerca del pueblo, pero también al lugar más alejado conocido como vivero, donde hay una lagunas y se hacían adobes. «Era peligroso, porque no se sabía dónde se pisaba, algunos iban con farol y otros con linterna eléctrica». Una vez en las casas se hizo fuego en los hogares «porque hacía mucho frío y la gente venía helada, unos vecinos quemaron sillas porque no tenían leña».

En casa de Conchita, sus padres, Justo y Cesárea, alojaron al acomodador del teatro y cine Zorrilla, junto a su esposa y su hija, que iban a Mayorga a visitar a unos familiares. «Siempre hubo mucha relación con la gente que se alojó». De hecho, «nuestro invitado nos dijo que cada vez que fuéramos a Valladolid que fuésemos al cine».

Publicidad

Conchita se acuerda todavía con emoción de los grandes túneles abiertos en la calle en los que solo se veía la cabeza de las personas cuando al día siguientes fue a casa de una vecina a por recentadura (porción de levadura que se deja reservada para fermentar otra masa) para cocer pan, que «también repartimos entre otros vecinos». Pan que se unió a los productos de la matanza y a legumbres, como los garbanzos, para ser la base de la alimentación diaria. Después de 65 años, Conchita tiene claro que «se hizo lo que se tenía que hacer porque no se podía quedar a la gente a la carretera para que muriesen de frío».

En las cuadrillas

El que fuera alcalde de la localidad Braulio Álvarez, que en la actualidad tiene 89 años, vivía entonces en su pueblo natal, Moral de la Reina, y durante días participó en las cuadrillas que estuvieron quitando nieve «para que pudieran pasar los coches y el tren». El actual regidor, Diego Delgado, solo puede hablar de oídas, «de lo que nos han contado nuestros mayores y de lo leído en periódicos y fotografías que tenemos en el Ayuntamiento».

Publicidad

No obstante muestra el orgullo por tan solidario comportamiento, que «ya pertenece a lo mejor de nuestra historia». Como anécdota, añade que aquel gesto solidario de todos los vecinos del pueblo por el que recibieron la medalla de la Beneficencia «viene a desmentir el dicho de que a Berrueces pocas veces y si vas lleva pan que allí no te lo dan».

Este contenido es exclusivo para suscriptores

3€ primer mes

Publicidad