Javier Casado, portavoz y fundador de la Fundación +34
«La prisión tailandesa donde está Daniel Sancho es una guardería frente a las de Colombia»Ayuda en el exterior ·
La Fundación +34 asiste a los 908 reclusos españoles repartidos en cárceles de todo el mundo, tres de ellos, vallisoletanosHace diez años que nació para ayudar a un preso vallisoletano, un patrón de barco encarcelado en Australia, y desde entonces ha aliviado las ... condenas de 5.000 reclusos españoles repartidos por los penales más peligrosos del mundo y conseguido 51 repatriaciones, pero la Fundación +34, integrada en la actualidad por 400 voluntarios y con oficinas abiertas en Valladolid, Madrid, Lima y Bogotá, no había recibido nunca hasta ahora tanta atención mediática. La detención de Daniel Sancho ha puesto en el foco a una fundación que lleva por logo el prefijo de España, el que marcan los detenidos en el extranjero cuando les permiten hacer la primera llamada.
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La organización de ayuda a presos españoles en el exterior -siempre que no tengan en su haber delitos de sangre, terrorismo o de violencia sexual- reconoce que el contacto con la familia ha existido pero, de acuerdo a sus principios fundacionales, no llevará directamente el caso de Daniel Sancho, de 29 años. El hijo y nieto de los actores Rodolfo Sancho y Sancho Gracia ya ha pasado sus primeros días en aislamiento anticontagios en la prisión tailandesa de Koh Sumai, tras confesar el asesinato y descuartizamiento de Edwin Arrieta, un cirujano plástico colombiano de 44 años con quien mantenía una relación.
El chef compartirá presidio con Carlos Alcañiz, un catalán sentenciado por el asesinato de un chileno compañero de trabajo. Son actualmente cuatro los españoles que cumplen condena en penales tailandeses. Dos por homicidio, uno por robo y un requisitoriado que está en busca y captura por la Audiencia Nacional, por un delito que en la fundación desconocen. Con Daniel Sancho, serán cinco.
«Le recomiendo que escriba cartas a sus familiares y amigos; es lo mejor para mantener la cordura»
Javier Casado
«Hablan de que es el infierno sobre la tierra. Pero la prisión tailandesa en la que está Daniel Sancho es una guardería, un jardín de infancia si se compara con las cárceles de Colombia o Perú, «donde hay presos armados con pistolas». Normalmente, los extranjeros en Tailandia lo tienen mejor porque la población reclusa digamos que es más tranquila que los latinos», explica Casado, quien, desde que cambió su trabajo en una multinacional automovilística en Valladolid por liderar esta fundación de ayuda a los presos españoles en el exterior se ha convertido en un «experto» en la evolución de los cárteles del narcotráfico y en derecho internacional. Ha viajado en numerosas ocasiones a Tailandia y conoce la penitenciaría en la que está Sancho y las condiciones de vida, que no dejan de ser un reflejo social. «Cuando dicen que no hay agua corriente en la cárcel, es que hay que tener en cuenta el contexto social, en el barrio en el que están viven dos millones de personas que no la tienen. Y duermen en el patio, pero muchas veces es porque es más fresco que las celdas», indica en respuesta a las mil y una elucubraciones lanzadas en los medios de comunicación y en las redes sociales a propósito de lo que le espera al autor confeso del crimen en la prisión. Lo peor que tendrá que soportar y a lo que tendrá que acostumbrarse, considera, es la climatología: 32 grados con más de un 90% de humedad, unido al hacinamiento y al desconocimiento del idioma. «Tendrá que adaptarse y le recomiendo que escriba cartas, que tenga correspondencia con su familia y amigos porque es una manera de mantener la cordura dentro«.
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Si el chef español es condenado a cadena perpetua por el asesinato, pasarán entre seis y ocho años antes de que pueda solicitar un indulto y solicitar la extradición, calculan en la fundación
Respecto de la condena que le puede caer al joven cocinero, descarta de entrada la pena de muerte, «que rara vez se aplica y mucho menos a los extranjeros». La última ejecución en Tailandia tuvo lugar en el año 2018, según la Coalición Mundial contra la Pena de Muerte. Un ciudadano tailandés de 28 años recibió la inyección letal tras ser condenado por robar y matar a un joven en 2012, según informa Europa Press. Daniel Sancho tiene en su contra la supuesta premeditación del crimen y en su favor la confesión. Pero la última palabra la tendrá el rey Maha Vajiralongkorn y todavía pasarán meses para un hipotético indulto que coincida con el cumpleaños del monarca que le permita ajustar la pena -la más grave, la prisión permanente revisable al no existir la pena capital en el Código Penal español, que sería equivalente a la cadena perpetua- y ser extraditado a España para terminarla en un centro penitenciario patrio, «probablemente, Soto del Real», apunta Casado. Para poder solicitar la extradición tendría que haber sentencia firme. Si se le condena a cadena perpetua por asesinato, podría pasar allí de 8 a 10 años antes de poder tramitar el regreso a España.
'Bangkok Hilton'
Para explicar el complejo periplo procesal tailandés por el que atravesará el nieto de 'Curro Jiménez' en los próximos días, el activista lo traslada a la jurisdicción española. «Imagina que un ciudadano comete un delito en una pequeña ciudad costera como Estepona y es detenido. Ingresa en la prisión de Alhaurín de la Torre (Málaga) en preventiva hasta el juicio en la Audiencia Provincial y, tras la sentencia y la firmeza, en total pueden pasar ocho meses. A partir de ahí las autoridades pueden decidir el traslado a una prisión más grande». Sería en la denominada 'Bangkok Hilton', una macrocárcel donde suelen cumplir condena los extranjeros, explica, porque está situada cerca de las embajadas. De una población reclusa de 20.000 presos que se hacinan en esta penitenciaría, unos 1.500 internos serían de otros países. «Es como un hangar«, describe el voluntario vallisoletano.
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En total, el fundador y portavoz de la fundación +34 Nunca Olvidados y con datos del Ministerio de Exterior, indica que son 908 los españoles que están en prisiones de todo el mundo, la mayoría por delitos de tráfico de drogas. Están en Marruecos (donde más hay, 80), Ecuador, Panamá, Bolivia, Colombia, Cuba, Perú, China, Catar, Australia, Argentina y Brasil. El perfil más habitual es de personas que hacen de 'mulas' para narcotraficantes o sirven de distracción para que pasen cargamentos de droga más grandes y son detenidas en los aeropuertos. «En el 90% de los casos que llevamos suele ser su primer y único delito», apunta.
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Los originarios de Castilla y León, con datos del 1 de enero pasado, se localizan en presidios de Colombia, Perú, Ecuador, Bolivia, Cuba, Argentina y Australia. Hay tres vallisoletanos en cárceles de estos tres últimos países que menciona Casado y el objetivo, subraya, «es que los de Valladolid terminen su condena en Villanubla y los de Palencia, en Dueñas». Porque los afanes de la fundación, además de intentar mejorar las condiciones de vida de los presos españoles en cárceles para mitigar las condiciones infrahumanas en las que sobreviven, tienen como fin último la extradición de los compatriotas para que terminen de cumplir sus condenas en España.
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