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19.000 inscritos y subiendo: Pingüinos pide ampliar el nido
Óscar Puente confirma que están estudiando la posible ampliación del recinto hacia los Paúles o incluso hacia el pinar
Una de las cosas que te hace sentir ridículo en una concentración de motos es llegar con la moto y tener que dar vueltas para ... aparcar. No es común en el día a día de un motero y en la concentración vallisoletana suele suceder los sábados por la noche. Ayer, sin embargo, los 19.000 inscritos superados a las diez de la noche, a hora y media del cierre de la caseta y con una cola interminable. Desde luego, las señales son inmejorables de cara a lo que pueda suceder hoy, cuando el frío se intensificará pero la lluvia y la niebla seguirán lejos.
Entre que llega el frío y no, los 11º de las doce del mediodía saludaron a la troupe política en la visita de revista a las instalaciones. Suficiente como para tener el pinar abarrotado, con una mañana de viernes que confirmaba la impresionante inscripción del jueves por la noche. «Nos conformábamos con estar un 1-2% por encima del año pasado, y estamos en torno a un 5-6%», se congratulaba José Manuel Navas, portavoz de Turismoto. Y el alcalde, Óscar Puente, aún quería más. «Habíamos marcado el objetivo de llegar a los 40.000 en la edición 40, pero a este paso es posible que lleguemos antes», aventuraba. Quedan tres años aún para alcanzar el fin del plazo. Aunque para eso, resultaba obvio ayer, sería necesario ampliar una zona de acampada que se queda corta. Si por la mañana era ya evidente, por la noche se había convertido en misión imposible encontrar un hueco libre de tiendas en las zonas arboladas y ya en muchas de las que quedan más al descubierto.
«Tenemos dos posibilidades de expansión», apuntaba Puente. «Una hacia la parcela de los Paúles, que ahora se utiliza como aparcamiento y que se podría estudiar, y otra hacia el otro lado que está un poco más complicada por la protección medioambiental, pero trabajaremos para que esta ubicación tenga la amplitud suficiente para ir albergando la capacidad de crecimiento que tenga la concentración, que creo que es mucha», explicó el regidor.
Y tanta. Solo hay que ver los medios desplegados para garantizar la seguridad. Mercedes Martín, delegada del Gobierno, pasó por la carpa de la Dirección General de Tráfico, donde unas gafas con lentes distorsionadas invitaban a comprobar cómo se percibe la realidad al intentar conducir después de haberse pasado con el alcohol o los opiáceos. Setenta agentes más el helicoptero Pegasus, que ayer se dejó ver por el cielo en la antigua Hípica Militar. Conrado Íscar, presidente de la Diputación, también se pasó por el recinto a mediodía a brindar su apoyo. La cita, hoy, recibirá la visita de la ministra Reyes Maroto, que se ha animado a confirmar su participación en el desfile de antorchas.
Orgullo búlgaro afincado en España
La bandera de Bulgaria ondea bien alto en su terreno acotado, bien visible para los recién llegados, a cincuenta metros de la plaza Pingüinos, mientras Veselin descarga leña de un contenedor. Justo delante luce otra, más pequeña, en la trasera de la Kawsaki Vulcan de Preslav. Al lado, la Pan European de Mario. Los tres son búgaros pero hablan un castellano fluido. Al fin y al cabo, llevan tiempo ya afincados en España. Preslav, en Palencia. Sus compañeros, en Madrid. Y aún esperan que lleguen otros cuantos para completar la expedición. «Vivimos en Madrid y esperamos a unos chicos de allí, vendrán diez o quince personas más», explican mientras ultiman todos los preparativos. Es su cuarto año en Pingüinos, pero algo dice que no será el último. «Nos gustan las concentraciones de motos, nos da igual el tiempo y dónde sean. Si tenemos tiempo libre nos vamos, nos da igual Barcelona, Granada...», explica Preslav. Y tercia Mario son sorna: «Y pasta, no solo tiempo». Aunque cada cual tiene su estilo de moto, Veselin resume el espíritu de la concentración con bastante sencillez: «Yo soy más de trail, pero cada persona a su gusto. Todas las motos son buenas, cada uno como prefiera. Si tuviera más pasta me compraría una custom, una de campo...».
Al calor de una hoguera se refugiaba una de esas parejas que prueban Pingüinos por primera vez.
No habían venido nunca, pero parece que Javier rumiaba algo desde hace tiempo. «Yo conocía a gente que había estado», comienza Susana. «Antiguamente decían que si eres motero y no has estado en Pingüinos, no eres motero», corrobora él. Así que echaron un vistazo al parte meteorológico y se dejaron convencer para bautizarse en condiciones. «Es la primera vez que venimos, ha sido pensado y hecho», dice ella. Miramos el tiempo, porque estábamos esquiando los fines de semana y como veíamos que hacía sol, sol, sol... Porque nevando no tengo valor. Como vi que hacía sol, aunque haya frío dije 'podemos aprovechar'». Y tal cual. Los bártulos a la Honda Goldwing y camino desde Tarragona y Barcelona, que es de donde son, hasta Valladolid.
Hasta el pinar, concretamente. Porque serán nuevos en la cita, pero tienen claro que «el hotel no es Pingüinos, no vives lo que se vive aquí, el ambiente, las hogueras, la noche, la fiesta». Así van a ir «a todo», aseguran. «Lo de la antorcha ya lo tengo», cuenta Javier. Y concluye: «Aquí, como en todos sitios, lo bueno es el ambiente, la gente. Siempre que haces algo, lo importante es la gente, son hermanos todos».
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