Nicas entre vitrinas: una muestra repasa la historia de la industria que frenó el uso del estiércol en el campo
El Archivo Histórico Provincial alberga una exposición con fotografías, documentos y objetos vinculados con Nitratos de Castilla
No es, ni mucho menos, lo habitual. Así que, de entrada, sorprende el lugar elegido. «La última que montamos estuvo dedicada al Palacio Real», explican ... los responsables del Archivo Histórico Provincial, donde se acaba de inaugurar una muestra de extraño protagonista. «Lo normal es que los archivos enfoquen sus exposiciones temporales a reyes, a personas relevantes (Isabel la Católica, el Duque de Osuna…), a efemérides curiosas, a monumentos importantes para la ciudad». Esta vez, toda la atención recae en una industria ya desaparecida, pero que durante décadas estuvo presente en el aire y la vida cotidiana de la ciudad: Nitratos de Castilla, más conocida como Nicas, la empresa que frenó el uso del estiércol en el campo.
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«Era una idea que nos rondaba desde hace tiempo. Queríamos romper esa dinámica de los centros culturales, que suelen fijarse siempre en los mismos asuntos y abrir así el foco de la cultura, asomándonos a la vida cotidiana». La excusa perfecta fue el 75 aniversario de la inauguración de Nicas. Tuvo lugar, bajo la supervisión del dictador, Francisco Franco, el 2 de marzo de 1950. Pero la historia de esta empresa y de su llegada a Valladolid comienza mucho antes. De eso y de su posterior evolución habla esta muestra que recopila documentos históricos, fotografías hasta ahora inéditas y objetos donados por antiguos trabajadores y sus familias. Desde una bicicleta (azul) como la usada por muchos de los empleados para acudir hasta las instalaciones (ubicadas cerca de Santovenia) hasta un antiguo mono de trabajo o los sacos de cien kilos usados en esta empresa, que llegó a tener, en sus mejores años, casi 800 trabajadores y que se convirtió en «referencia nacional en el sector agroquímico».
«En el archivo tenemos bastante información y documentación sobre la fábrica, pero hubo que hacer frente a un problema», explican. Con el cierre de la empresa (en 1993), las instalaciones se abandonaron. «Seguramente, muchos de sus archivos internos quedaron allí». El papel, si no se cuida, custodia o cataloga, corre el riesgo de perderse y malograrse. Por eso, la mayor parte de los documentos que se exponen en esta muestra procede de la relación que Nicas mantuvo con diversas instituciones (ministerios, delegaciones de Industria o Agricultura, el Ayuntamiento…). Y a partir de ellos se puede reconstruir gran parte de la historia de la firma.
Los trabajos previos, hasta su inauguración en 1950, se prolongaron durante más de once años, cuando un empresario con raíces en Bilbao, Julio de Arteche Villabaso, mostró su interés por montar una industria encaminada a producir fertilizantes nitrogenados, abono químico. «En aquellos años de la Guerra Civil y en la posterior posguerra, la producción de la agricultura había bajado mucho y se necesitaba una fábrica de abonos que permitiera aumentar la productividad agrícola». Los responsables de la idea contactaron en 1939 con varias empresas alemanas para comprarles la maquinaria necesaria para poner en marcha la nueva planta con el objetivo de elaborar «compuestos nitrogenados sintéticos». La relación del régimen franquista con la Alemania de Hitler parecía una buena conexión. Con lo que no se contaba entonces era con que Alemania perdería la guerra y el pedido no llegara a término. Esto retrasó la implantación de la empresa, que ya había emprendido varios trámites.
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El Ministerio de Industria y Comercio, mediante un decreto del 30 de julio de 1940, declaró ese proyecto de Arteche Billabaso como de «interés nacional», con las exenciones fiscales y los privilegios que esa declaración suponía. En septiembre de ese mismo año, se constituyó la empresa en Bilbao. El primer documento de la exposición es un escrito dirigido al Tribunal Provincial Económico-Administrativo en el que José Fora Leblanc, apoderado de NItratos de Castilla, reclama la rebaja en el pago del Impuesto de Derechos Reales «al estar declarada la empresa de interés nacional».
En un primer momento, la ubicación pensada estaba en Cabezón. Sin embargo, una orden ministerial de 1941 autorizó un cambio del emplazamiento, en unos terrenos en las inmediaciones de Valladolid, más cercanos a Santovenia, y que se beneficiaba de mejores servicios y comunicaciones. «Su ubicación se benefició de la cercanía de la línea ferroviaria Madrid-Bilbao, de las carreteras, la proximidad de una cantera de caliza y el acceso a abundantes líneas de tendido eléctrico que convergen en La Mudarra». Esto era fundamental, explican las cartelas de la exposición, «dado por un lado el fuerte consumo de electricidad de la factoría y por otro, el contexto de severas restricciones en el suministro eléctrico que caracterizó a los años 40 y se prolongaron durante los 50».
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Las obras de construcción de la planta duraron años… y no estuvieron exentas de problemas. Prueba de ello es un parte -también está en la muestra- en el que el médico de guardia da fe del accidente laboral que sufrió, el 4 de julio de 1947, el jornalero Julio Sanz García, cuando se fracturó un hombro mientras descargaba desde un vagón la maquinaria para la fábrica. El médico preveía entre 40 y 50 días de recuperación. Finalmente, esa equipación no vendría desde alemania, sino desde Suiza, gracias al acuerdo con la empresa Nitro, de Ginebra.
La inauguración de sus instalaciones tuvo lugar tres años después, cuando comenzó la fabricación de fertilizante. La capacidad inicial de producción de la fábrica (que ocupaba una superficie de 135.000 metros cuadrados) fue de 32.000 toneladas de nitrato. En el primer año, tan solo se consiguió en torno al 10%. El ritmo se aceleró poco a poco. En 1953 se superaron las 20.000 toneladas, gracias a una plantilla que contaba con 456 empleados. Varios de esos trabajadores posan en una de las primeras fotos laborales que se conservan. En ella puede verse a 'El Toquilla' (contramestre), Sandalio y Aurelio (ayudantes especialistas) o Francisco Redondo Gila (oficial mecánico).
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Todos estos documentos iniciales (con planos y fotografías de las instalaciones) ocupan el zaguán del Archivo Histórico Provincial, ubicado en el número 1 de la calle Ramón y Cajal, en el antiguo Palacio de los Vivero, donde tuvo lugar (el 19 de octubre de 1469) el enlace entre Isabel de Castilla y Fernando de Aragón. La muestra continúa después en la primera planta, en el Salón Rico, sala de consulta con un bello artesonado y una histórica puerta del siglo XV. Allí, se encuentran los documentos de la exposición fechados a partir de 1960.
Hay, por ejemplo, octavillas a ciclostil que la Agencia Comarcal del Servicio de Extensión Agraria de Arévalo repartía entre los agricultores de la zona con información sobre cómo abonar bien sus tierras. «Aunque durante los años 50 hubo un gran aumento en el consumo de fertilizantes, al comienzo de 1960 era todavía bajo. Los años siguientes se elevó mucho con objeto de reducir las enormes superficies que se dedicaban al barbecho», dicen los textos explicativos de la muestra, donde se recuerda que «los organismos internacionales insistieron en que había que hacer más productiva la agricultura española. Así, en 1962, entre otras medidas, el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento destacaba la necesidad de la utilización de los abonos». Estas campañas aparecen aquí reflejadas también con varias fotos en la que labradores de Arenas de San Pedro reciben información sobre cómo usar de forma eficaz los productos fertilizantes de Nicas.
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Los censos sindicales permiten conocer el número de empleados, que alcanzó su máximo en 1972, con una plantilla de 756 trabajadores (ocho de ellos mujeres). Y varios recortes de El Norte de Castilla, donde se daba cuenta de sus asambleas, sirven para comprender las reclamaciones de los empleados. «Era un trabajo muy duro y los trabajadores recibían algunas compensaciones y gestos por parte de la empresa». Por ejemplo, una visita de los Reyes Magos (y también hay fotos de ello).
Uno de los momentos más delicados en la historia de Nicas tuvo lugar el 13 de agosto de 1981, cuando, «por causas no determinadas», reventó uno de los circuitos de síntesis para la producción de amoniaco. A continuación se declaró un incendio que produjo cuantiosos daños en la fábrica y su paralización absoluta. «Ocho trabajadores resultaron heridos leves y este accidente llevó a la suspensión temporal de empleo de 320 de los 672 trabajadores» que entonces tenía la firma. Esa década de 1980 fue la de una profunda reconversión industrial, una merma de la demanda agrícola y una reinvención del sector agroquímico, lo que llevó al progresivo desmantelamiento de la empresa. En 1985, el Gobierno declaró en reconversión el sector de fabricantes de fertilizantes.
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«El proceso se aceleró en 1989, cuando el 25 de octubre el Ministerio aprobó un nuevo programa y concedió a Nicas beneficios fiscales y la jubilación y prejubilación de 122 de los 475 trabajadores que tenía en 1988». Durante 1992 y 1993 fueron constantes las protestas contra el desmantelamiento de la empresa, que finalmente cerró el 23 de junio de 1993. A partir de ahí, se emprendió un proceso de descontaminación de los terrenos (había altos niveles de cobalto) para que pudieran ser reutilizados, ya sin problemas por otras industrias.
Todo este proceso histórico puede verse (con fotos, planos y documentos varios) en la exposición que sobre Nitratos de Castilla acoge hasta el 30 de diciembre el Archivo Histórico Provincial. La muestra, con entrada gratuita, puede visitarse de lunes a viernes, de 9:00 a 14:00 horas.
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