Miles de cartas llenas de deseos para Papá Noel
Más de trescientos figurantes ambientaron la puesta en escena de la 'Cabalgaza' hasta la Plaza Mayor de Valladolid
El Genio de Aladino frotó su lámpara y, como si de una poción mágica se tratara, las farolas que este sábado por la tarde iluminaban el Paseo de Filipinos se apagaron entre el griterío nervioso de los más pequeños, que aguardaban impacientes la llegada de Papá Noel a Valladolid. Faltaba más de una hora y media para que comenzara la 'Cabalgaza' (desfile patrocinado por Leche Gaza, previsto para las seis y media de la tarde) y, en cuestión de segundos, el céntrico paseo comenzó a llenarse de hadas madrinas, soldaditos de plomo, princesas, elfos, duendes, personajes de cuentos y renos que buscaban su sitio en la carroza correspondiente. Más de trescientas personas conformaron el cortejo de Santa Claus que este sábado visitó la capital para regalar ilusión y repartir abrazos y globos entre los miles de vallisoletanos. La magia había llegado para quedarse.
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El desfile que anuncia la llegada de Papá Noel batió este sábado récord de figurantes y actores, que no dejaron de exhibir sus bailes y saludar a los asistentes. Hasta cinco carrozas de gran altura iluminadas con miles de luces led y cuatro «elementos móviles» protagonizaron una cita ya convertida en «ineludible» para la Navidad vallisoletana. «La respuesta es espectacular, estamos muy agradecidos porque hay mucho trabajo detrás», aseguró el director general de Leche Gaza, Ignacio Quintanilla.
¿La fórmula de su «éxito»? Arriesgar e innovar. No hay dos 'Cabalgazas' iguales. Siempre tratan de incorporar carrozas y detalles nuevos, con diferentes personajes, para lo que estamos trabajando y estudiando todo el año. Mañana mismo comenzarán a confeccionar y plantear la del año que viene, para la que dicen ya tener ideas.
El primer acto del desfile comenzó con un libro gigante que recogía el conjuro mágico para que el cuento se iniciara. Érase una vez una princesa, de nombre Elsa, que quería descubrir la verdad sobre un antiguo misterio de su reino. Llegó a la capital acompañada por una Big Band de osos polares y la vaca Gazy.
Turno para los malvados
Por segundo año consecutivo, y por «cuestiones de seguridad», explicó Quintanilla, la organización decidió entregar piruletas –que no caramelos– en mano tanto a grandes como a mayores. «Creemos que así es mejor; habremos repartido unas 75.000 piruletas», aseveró.
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El mundo de los cuentos, encabezado por una enorme carroza con forma de calabaza, abanderó la segunda parte de la 'Cabalgaza', que contó con carruajes dedicados a 'La Cenicienta' y 'Aladdin'. Este último, flanqueado por una amplia comitiva, llegó en su barco. A bordo estaba el Genio, que no dejó de frotar su lámpara mágica para cumplir los deseos de los pequeños de la casa. También el propio Aladdin, que comandó una flota en la que hubo hueco para su gran enemigo, Jafar, el malvado mago árabe.
La organización repartió cerca de 75.000 piruletas entre los asistentes
La enorme calabaza cobijaba en su interior a personajes de otras películas de dibujos animados, como Campanilla, que condujo el carruaje empujado por cuatro gigantes caballos luminosos confeccionados para la ocasión. En lo alto, saludando y repartiendo hechizos mágicos hubo hueco, por primera vez, para las brujas y villanas de Disney: la malvada Maléfica y la Reina Grimhilde, la madrastra de Blancanieves. «Es un giro de guion en nuestro intento de innovar; tiene que haber cabida para todos», explicó el responsable de organización de la 'Cabalgaza', Roberto Vizán.
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Tras una mínima espera amortiguada por la melodía de los villancicos y las gotas de agua que por unos instantes pusieron en peligro el desfile apareció él. El hombre más buscado. El más esperado. Aquel que está hecho con los sueños de los niños: Santa Claus, con su frondosa barba blanca, sus gafas empañadas y su característico atuendo rojo. No dejó de lanzar besos, repartir saludos y simular abrazos durante un recorrido que transcurrió por la plaza de Colón, la calle de Gamazo, las plazas de Madrid y España, Duque de la Victoria y culminó en la Plaza Mayor, donde recibió miles de cartas llenas de deseos. Y colorín, colorado, este cuento tan solo ha empezado.
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