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Irene y Mauri se comunican con lengua de signos entre ellos. Agapito Ojosnegros

La mascarilla: una nueva barrera para la comunidad sorda

Personas con discapacidad auditiva se sienten «desamparadas» ante la imposibilidad de comunicarse por lectura labial y con quienes desconocen la lengua de signos

berta pontes de los ríos

Martes, 25 de agosto 2020, 07:56

Irene Valdezate y Mauri García son sordos, ambos desde pequeños, con un 51% y un 59% de discapacidad auditiva, respectivamente. Aunque, en realidad, Irene ... no puede oír nada y Mauri es hipoacúsico. En su día a día y gracias a la adaptación que han experimentado son dos personas independientes que en su vida realizan cualquier actividad que les involucre a ellos o a sus dos hijas. Pero su realidad se ha nublado con la llegada del coronavirus y la obligatoriedad de llevar mascarilla.

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La continua imposición de normas ha ido reduciendo su calidad de vida. El distanciamiento social era algo «fácil y asumible», pero que las mascarillas sean obligatorias «es un golpe bajo», apunta Irene. Ambos dicen que no es que no quieran llevarla puesta, todo lo contrario, también quieren estar protegidos frente al virus, pero colocársela es una cuestión que afecta a su vida diaria. «Y a esto hay que sumarle la poca gente que conoce la lengua de signos», lamenta, pero esto es otro tema que viene «de mucho antes y para el que no se pone solución».

«Ojalá nos proporcionaran otra forma de protegernos contra el virus que nos permita comunicarnos con el resto de la sociedad». El desconocimiento por parte de muchos ciudadanos invita a que, sin bajarse la mascarilla, haya gente que intente hacerse entender mediante mímica y «eso no sirve de nada, no entendemos otra mímica que no sea la del lenguaje de signos», explica Mauri. Además, entre ellos también pierden mucha información porque en la lengua de signos es fundamental la expresión facial para mostrar las emociones y la mascarilla impide verla.

Salir a la calle

Las posibilidades de salir a la calle se reducen drásticamente, porque el intercambio de información se ha vuelto mucho más complejo que antes. «Las gestiones en bancos, hospitales o supermercados se han hecho imposibles porque muchas veces la persona que te atiende no quiere quitarse la mascarilla para hacerse entender». Irene destaca que una administrativa de su centro de salud se negó a atenderla por no querer bajarse la mascarilla y eso le afecta, porque iba a resolver unas dudas sobre el coronavirus. Mauri, por su parte, reconoce que para él la comunicación es imposible llevando mascarilla. «Nosotros estamos sufriendo esta pandemia de una forma mucho más acusada, ya que nuestra vida se ha reducido a tener que ir acompañados de alguien que entienda y se haga entender con mascarilla», explica. Y es que, en España, los intérpretes escasean. Si normalmente no dan a basto para acompañar o realizar videollamadas con las personas sordas que les necesitan, ahora mucho menos.

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«Si algún político o alto cargo tuviese un familiar con sordera, estoy seguro de que harían algo por nuestra comunidad», apunta Mauri. «Para muchos, hasta que un problema no se les acerca es como si no existiese».

La incertidumbre en la que viven es continua. Si una persona sorda camina por la calle y se encuentra con un policía, por ejemplo, ambos deben bajarse la mascarilla para entenderse. Pero Irene y Mauri reconocen tener «miedo» por si les multan al retirarse la protección de la cara sin poder explicarlo antes. Estas situaciones hacen que las personas con discapacidad auditiva se sientan desamparadas, además de ver mermada su calidad de vida.

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Mascarillas trasparentes

Las mascarillas transparentes no están, por el momento, reguladas y su precio es mucho mayor que el de las quirúrgicas. La Asociación de Padres y Amigos del Sordo (ASPAS) de Valladolid explica que las mascarillas transparentes o con una parte visible no cumplen la normativa UNE vigente. No las recomiendan directamente porque explican que no quieren poner en riesgo la salud de nadie y prefieren utilizar pantallas o mamparas en los espacios adaptados.

En la calle es más complicado. Hay varios puntos en los que se duda si las mascarillas de plástico son perjudiciales para la salud, como si la filtración de aire es segura, si la tela es válida o si el plástico se empaña. Mientras no cumplan la normativa UNE no van a recomendarlas, aseguran desde la Asociación. «Las pantallas de plástico transparente son válidas pero únicamente si se utilizan para complementar a la mascarilla, por lo que no sirve para que se mejore la comunicación entre personas sordas y oyentes», inciden. Hay que tener en cuenta que esto no afecta solo a los que nacen con sordera, sino a todo aquel que pierde audición a lo largo de su vida, como las personas mayores.

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Cuando la covid-19 irrumpió de lleno en nuestras vidas todo era nuevo, nadie sabía cómo actuar ante el virus y se tomaron medidas preventivas. Ahora, que tras varios meses conviviendo con la enfermedad, la comunidad sorda alerta de la necesidad de pensar en aquellas personas a las que las imposiciones que implican a toda la sociedad les afecta negativamente. Todo sigue siendo cuestión de empatía y cuando se trata de imponer normas, de pensar en todos los miembros de la sociedad.

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