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Estado del interior del Teatro Zorrilla en 2005 con su patio de butacas, palcos y gradería. Henar Sastre

Curioseando

La maldición de las butacas vacías del Teatro Zorrilla de Valladolid

Los administradores del auditorio, construido sobre el antiguo Convento de San Francisco, dejaron sin vender entradas por temor a provocar un incendio repentino

Carolina Amo

Valladolid

Martes, 19 de agosto 2025, 07:14

El Teatro Zorrilla es un icono cultural ubicado en pleno corazón de la ciudad. Este ha sido testigo de aplausos y miles de actuaciones en ... su interior, pero también ha sido el protagonista de una famosa leyenda que lo convierte en más que un simple edificio con historia en Valladolid. El auditorio de la ciudad fue construido en 1884 por el arquitecto Joaquín Ruíz Sierra e inaugurado por el propio poeta José Zorrilla.

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Además, cuenta con un aforo de 534 personas en su sala principal y en su foso pueden llegar a actuar hasta veinte músicos. El edificio fue construido sobre los terrenos que ocupó el antiguo convento de San Francisco, un lugar que pone punto de partida a su leyenda.

Y es que la conexión con su pasado conventual dio origen a una persistente habladuría que se ha transmitido de boca en boca. A raíz de su inauguración, tanto empleados como el público que acudían a presenciar las actuaciones, sentían cierto desasosiego recordando maldiciones anteriores a otros teatros que habían nacido sobre terrenos pertenecientes a la Iglesia. Es el caso del Teatro Romea y Teatro Toro, ubicados en Murcia, que comenzaron la maldición que asegura que levantar edificios en los que se representaban «la encarnación de todos los vicios y males» era fuertemente castigado por la Iglesia y conllevaba la profetización de tres incendios graves.

El germen de la leyenda

Cuando el cronista murciano Juan Barceló, informó esta profecía ya se habían producido dos incendios. Barceló advirtió que los terrenos sobre los que se asentaba este teatro se hallaba el cementerio del convento de Santo Domingo, que había sido expropiado durante la desamortización y pasó a manos del Ayuntamiento. Al conocer esta información, el cronista supuso que los dominicos lanzaron una maldición sobre esas tierras.

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Algo similar ocurre con el Teatro Zorrilla de Valladolid. En el siglo XIII, recién inaugurado el Convento de San Francisco, este llegó a convertirse en un gran complejo que contaba con celdas, casas para alojar a la servidumbre y su iglesia. Como en todos los lugares santos, entre otras funciones, el convento servía como cementerio y estaba plagado de lápidas que recordaban dónde descansaban los allí enterrados. Pasados varios años y entrada la guerra de los franceses y las desamortizaciones, el templo terminó en ruinas y sus terrenos aledaños vendidos. El solar en aquella época se presentaba suculento para aquellos constructores que no dudaron en aprovechar sus tierras consagradas para dar un lavado de cara al espacio y albergar nuevos edificios.

Sin embargo, uno de los terrenos, donde se dice que se encontraba el cementerio fue comprado para construir un espacio lúdico que, en aquellos tiempos, representaba la encarnación de todos los vicios y males. El futuro teatro Teatro Zorrilla. No se habían finalizado los trabajos para rematar la construcción del teatro y este ya se hizo merecedor de la maldición que perseguía a otros compañeros construidos sobre tierra consagrada. «El día que el aforo esté completo el teatro arderá hasta sus cimientos», decía la leyenda.

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Por temor a provocar un incendio repentino, los administradores del auditorio se encargaron de dejar varias entradas sin vender. De hecho, cuando se estrenó el cine sonoro el 16 de octubre de 1930, eran muchas las localidades que aún dejaban varias butacas libres del teatro por el miedo a la profecía.

Sin ningún contratiempo inesperado, a principios de los noventa el teatro había quedado relegado a ser una sala de cine de reestreno. Cada sábado el edificio se llenaba de jóvenes dispuestos a consumir arte a un precio reducido en un lugar donde ya no bloqueaban las butacas. La leyenda se alargó mucho más al conocer otras suposiciones que señalaban que en la construcción del Teatro Zorrilla se utilizaron restos de tumbas que procedían de los enterramientos que se habían realizado en el convento. Pese a los relatos conspiranoicos, hasta el momento, el teatro vallisoletano no ha sufrido ningún incendio y su última rehabilitación se realizó en 2009, un lavado de imagen que ha permitido recuperar su gran valor arquitectónico y cultural.

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