Un ladrón desvalija dos tiendas y lo intenta en una tercera en un barrio de Valladolid

Un solitario delincuente recorrió durante la madrugada de este miércoles el corazón de La Rondilla para desvalijar dos negocios e intentarlo en un tercero, los dos primeros situados en la misma calle (Portillo de Balboa) y el último a la vuelta de la esquina (Linares), en un intervalo de poco más de media hora. Eso a pesar de que en el primer local, una farmacia, saltó la alarma y tuvo que huir a toda prisa por el boquete que había abierto a pedradas en la luna del escaparate. El sonoro ladrón, pese a todo, prosiguió su periplo para desvalijar una frutería unos metros más adelante y logró huir finalmente al ser descubierto cuando intentaba reventar de nuevo a porrazos el cristal de un tercer establecimiento, un bazar, a escasos cien metros del anterior.

El primer asalto tuvo lugar a las 5:30 horas en una farmacia situada en el número 56 de la calle Portillo de Balboa, una de las vías más largas y comerciales de La Rondilla. Allí el delincuente cogió «el bloque de hormigón de una sombrilla de un bar cercano y destrozó a golpes el cristal de seguridad» del local. Después se coló por el boquete y, al saltar la alarma –el establecimiento cuenta también con cámaras–, tuvo que coger a toda prisa el poco dinero que pudo encontrar en la caja. Al salir de vuelta a la calle, al parecer, «se cortó al colarse por el hueco del cristal» y prosiguió su camino calle abajo hasta encontrar otro objetivo.

No anduvo mucho. El delincuente se paró en una frutería, situada en el número 45 de la misma calle, y de nuevo destrozó el cristal (también de seguridad) de la puerta a pedradas y «se llevó el dinero de los cambios, que precisamente acababa de cambiar en billetes, y unas cuantas tabletas de turrón», relataba ayer el propietario del establecimiento, quien lamenta que «tuvo cierta suerte a la hora de conseguir algo más de dinero de lo habitual».

Las manillas del reloj aún no habían alcanzado las seis cuando el tozudo, y ruidoso, ladrón dobló la esquina hacia la calle Linares y enseguida la emprendió otra vez a pedradas contra el escaparate de un bazar, situado en el número 18. El problema es que la dueña «vive encima y oyó los golpes». Así que se asomó por la ventana a tiempo de descubrir al autor antes de que rompiera del todo la cristalera. De allí huyó, al menos, sin incrementar el botín.

Los robos de ayer vienen a sumarse, aunque en un nuevo escenario, a los asaltos a comercios y viviendas registrados en las últimas semanas en distintos puntos de la ciudad.