Miguel San José pasa el azadón a su parcela. Alberto Mingueza

Valladolid

Los huertos ecológicos de Inea cumplen veinte años cultivando «hermandad»

Más de cuatrocientos jubilados siembran sus alimentos en una «comunidad» que disfruta del tiempo libre compartido en los terrenos del Camino Viejo de Simancas

Lucía San José

Valladolid

Lunes, 7 de julio 2025, 06:50

El verano ya está aquí y con él las jornadas intensas y calurosas en los huertos ecológicos de Inea en el Camino Viejo de Simancas. ... Es tiempo de tomates que maduran al sol, de calabazas que buscan su sitio y de conversaciones a la sombra de las parras. Sin utilizar productos de síntesis, solo los que «permite la agricultura de este tipo», según aclara su encargada comercial, Ana Mateo, este espacio ha supuesto un cambio de vida, un lugar donde encontrar amistades, desconexión y pequeños retos diarios durante sus veinte años de existencia. Gabriel Ortega, Eva Correa, Alfonso Negredo y Miguel San José, cuatro de sus usuarios, reflexionan entre surcos sobre su rutina, el valor del compañerismo y las anécdotas que les regala este «otro mundo».

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Gabriel Ortega recoge las cebollas. Alberto Mingueza

En estos 426 huertos de los terrenos de la escuela agraria, cuya gestión nace de un convenio entre la institución y el Consistorio, no queda una sola parcela vacía. «Llegando San Isidro, el Ayuntamiento reparte los que quedan libres», explica Gabriel, que empezó a cuidar su huerto con la pandemia y lleva cinco años cultivándolo. «Aquí pasas las horas muertas contemplando este panorama, que es fabuloso», destaca con orgullo mientras muestra sus cebollas ya preparadas para recogerse y los tomates, «la joya de la corona», protegidos con vallas para que no invadan el resto del terreno. Pero su parte favorita es la compañía de sus vecinos: «Si alguien necesita algo o un consejo, siempre echamos una mano. Hay personas mayores que ya no pueden y se les ayuda». Los huertos se extienden desde los invernaderos hasta la ribera del Pisuerga, terreno muy fértil por su valiosa humedad.

La encargada comercial de Inea, Ana Mateo, destaca el «ambiente de apoyo» que se respira: «Aquí hay mucha ayuda y eso genera comunidad». Subraya que es «un espacio social» donde los usuarios se sienten «valorados, activos y con un motivo para salir de casa» y añade que muchos «se animan, incluso, a participar en talleres y actividades de formación», como es el caso de Eva Correa, la más joven usuaria de los huertos.

Eva Correa cuida sus flores. Alberto Mingueza

También encontró su espacio en la huerta y este es su cuarto año. «Aquí vengo a plantar, recoger y quitar hierbas», resume antes de destacar que «hay muy buena hermandad, si necesitas algo, te lo dan. Si ellos necesitan, te lo piden». Su especialidad son las flores. Y por eso ha realizado cursos de jardinería y arte floral.

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Los huertos también reflejan una realidad de género y, aunque muchas mujeres acuden con sus parejas, Eva se enorgullece de ser de las pocas que trabajan solas: «Aquí mujeres al poder, hacemos piña».

Alfonso Negredo sonríe junto a los tomates. Alberto Mingueza

Entre los bancales cargados de tomates y calabacines, Alfonso Negredo se mueve con la seguridad que dan dieciséis años de experiencia. «Me gusta recoger, es la parte más satisfactoria», asegura mientras observa cómo crecen los cultivos. «Aquí aprendes de todo, desde el riego hasta qué plantar en cada temporada», añade mientras sonríe al recordar las primeras formaciones que recibieron en Inea.

Para Miguel San José, el huerto también es un espacio que en ocasiones comparte con su nieto, al que «le encanta venir». «Siempre vengo pensando en hacer una cosa y luego hago otra que me parece más urgente», afirma con humor sobre los imprevistos de cada jornada. «Te dan agua gratis y asesoramiento, te dejan trabajar con tranquilidad». Entre los zumbidos de los abejorros, Miguel aconseja plantar lavanda o caléndulas, ya que atraen a los insectos y favorecen la polinización.

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Con el sol de julio que marca temperaturas extremas, la actividad en los huertos de Inea se adapta a los horarios más frescos, pero la dedicación no se detiene. Los hortelanos de Valladolid demuestran que cada lechuga, cada calabacín y cada tomate son fruto de una rutina constante, un aprendizaje entre compañeros y un fruto que va más allá de la cosecha.

Desde que comenzó esta iniciativa en 2005, los huertos de Inea han acogido a cientos de agricultores como forma de ocio y de relaciones humanas y con la naturaleza. Estas parcelas de cien metros cuadrados pueden utilizarse si se es mayor de 65 años o titular en la convocatoria anterior y si se está empadronado en Valladolid. El 30 de septiembre cierra el plazo para presentar nuevas solicitudes.

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