Hosteleros de Valladolid recurren al reparto a domicilio para evitar el paro total de su actividad
El coronavirus les ha obligado a cerrar sus puertas al público, pero hay mesones y restaurantes que, de acuerdo con la normativa, ofrecen servicios de cocina para llevar
«Yo lo que quiero es abrir, que volvamos todos lo antes posible a la normalidad», asegura Ramón Molpeceres, propietario del asador El Caballero ... de Olmedo, cerrado (como toda la hostelería) por el decreto de alarma aprobado por la crisis del coronavirus. Aunque, en su caso (porque así lo permite la normativa), ofrece un servicio de comida a domicilio, para servir sus viandas a aquellas personas confinadas en el hogar.
«Lo hacemos de un día para otro, por encargo. Y lo sirvo yo mismo, con todas las medidas de seguridad», explica. Lleva mascarillas. Lo deja en la puerta de las casas. «El cliente lo suele pagar con el dinero justo». El lechazo asado, a 35 euros. El pollo, a 7. «El contacto es cero».
«En realidad no hago esto por negocio. Porque además estoy llevando comida gratis, sin coste, para la residencia de Olmedo y el centro médico, de forma solidaria. Es sobre todo una forma de estar entretenido», cuenta Ramón. Tiene más salida el pollo («gusta mucho en horno de leña»), aunque esta situación no es más que un parche para el complicado momento que vive la hostelería.
«Yo abrí en el 2007, con la crisis. Y ahora que habíamos levantado cabeza, nos llega esto, con una incertidumbre enorme, además. He tenido que despedir a la mitad de la plantilla. A ver cómo podemos aguantar», explica el hostelero olmedano, quien ha donado los manteles de algodón de su restaurante a una fábrica que hace guantes en el pueblo, con el objetivo de que puedan fabricar mascarillas. «A ver si podemos abrir rápido, aunque sea con manteles de papel», desea.
También en Peñafiel hay negocios que llevan comida a domicilio. Es el caso del asador El Corralillo. Su regente, Goyo de la Fuente –y mientras el local está cerrado–, ha puesto en marcha una iniciativa que consiste en asar cuartos de lechazo «para repartir en Peñafiel, un sábado sí y otro no, mientras dura la cuarentena». «Mi idea es asar a precio de mercado. No pretendo ganar dinero con esto. Desde mi situación como asador de lechazos, me gustaría aportar lo que se pueda con esta iniciativa». La intención es apoyar al sector ganadero que, «como consecuencia del cierre de la hostelería está sufriendo la crisis, ya que no tienen cómo dar salida a los lechazos y corderos».

En la capital, está el caso del restaurante Dos mujeres al borde de un ataque de nervios, en la céntrica calle Francisco Zarandona. Hasta allí se desplaza todos los días Natalia Regueira, para mantener encendidos los fogones de su cocina. «No podemos abrir al público. Y eso es un palo muy grande. Sobre todo ahora que empieza a hacer bueno, que se acercaba la Semana Santa, y siempre era una inyección muy importante para la hostelería», explica.
«Nosotras hemos estado muy volcadas con la comida a domicilio y, como el decreto lo permite, tenemos toda nuestra carta de envíos disponible para hacer pedidos». Eso sí, reconoce que las ventas han caído mucho durante estos días. «Sobre todo por miedo. Hay mucho temor al contagio. Y eso que nosotras ponemos todas las medidas de seguridad». Piden que, en la medida de lo posible, el pago se haga con tarjeta de crédito. O, cuando el cliente hace el pedido, recomiendan que digan con qué cantidad van a pagar, «para llevar la vuelta justa metida en una bolsita que dejamos a la puerta, y así no hay ningún tipo de contacto».
Consejos y recomendaciones
Mar, la madre de Natalia, es quien se encarga de llevar los pedidos a domicilio, a no ser que el reparto se haga a través de alguno de los mensajeros de las plataformas de Internet. «En ese caso, también hay mucho cuidado. Dejamos la comida en una silla que tenemos a la puerta, para que la puedan recoger sin problemas», cuenta Natalia.
Su carta incluye cachopo, hamburguesa, sartenes... «Como ahora todos los días parecen el mismo, casi no hay diferencia entre laborables y fines de semana. El otro día, un señor nos hizo un pedido para celebrar el cumpleaños de su hija de una forma especial. Y un chico nos encargó comida para darle una sorpresa a su chica. No están juntos, y le quería hacer un regalo desde la distancia», cuenta Natalia.
En Cogeces del Monte, Yolanda Martín sirve menús a domicilio (8 euros) entre los vecinos que lo solicitan. Hoy, brócoli de primero y chicharros con patata y cebolla de segundo. Hay flan de postre y pan. «Antes del coronavirus, había dos vecinos que venían a recoger aquí la comida. Todos los días. Como ya son mayores, decidí que se lo llevaría a casa. Y también a todos aquellos que me lo solicitaran», asegura la propietaria de la casa rural y mesón Maryobeli.
La Confederación Española de la Pequeña y Mediana Empresa concluye que la hostelería es uno de los sectores que con más fuerza se resiente de los efectos económicos del coronavirus. El sector ha reclamado ventajas fiscales en el pago de impuestos (como IBI, terrazas, autónomos) y de sus alquileres. Valladolid cuenta con 216 establecimientos de hospedaje y 3.225 bares y restaurantes.
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