Hallan en un contenedor de Valladolid un tesoro con fotos, planos y programas de fiestas de hace más de un siglo
El coleccionista Luis Posadas recupera un arsenal de documentos históricos: planos originales del Ayuntamiento, con fotos y albaranes de principios del siglo XX
El contenedor de cartón y papel de la calle Pedro Niño, a dos pasos de Isabel la Católica, está lleno, a rebosar, de cajas ... desmontadas, de envoltorios de Amazon, de revistas y periódicos ya leídos. Allí, apoyadas contra la chapa, en el bordillo de la acera, hay dos bolsas de basura de color azul con un montón de papeles dentro. Esos papeles son joyas, documentos históricos, recuerdos de la ciudad que han estado a punto de escaparse por el sumidero, de caer en el olvido, y que han sido rescatados en el último segundo. Hoy están en manos Luis Posadas Lubeiro, un coleccionista apasionado por los vestigios de la vida cotidiana de Valladolid. «Los tesoros son esto y no las monedas de oro», asegura, orgulloso del botín conseguido.
¿Cómo llegó a sus manos? «Hay gente que se mueve mucho por el tema de los contenedores. Que los abren, los miran, buscan a ver si encuentran algo de interés. No comida. Buscan esto, cosas así, viejas revistas, documentos, pequeños objetos que luego llevan los domingos al rastro para venderlos». Luis tiene contacto con varios de estos rastreadores. Si encuentran algo interesante, antes de subirlo al mercadillo del estadio, le llaman:«Luis, mira a ver si esto te apetece». Y sí, la última llamada fue realmente apetecible.
Porque dentro de esas dos bolsas de basura azul, depositadas junto al contenedor de cartón de la calle Pedro Niño, había un arsenal de documentos del Valladolid de finales del XIX y principios del siglo XX. Alguien hizo limpieza en casa y decidió deshacerse de una colección por la que suspiraría más de un archivo.



Está la memoria descriptiva del proyecto que, en 1898, diseñaba cómo sería la Casa Consistorial. Con los planos incluidos y un presupuesto fijado en 1.077.918,40 pesetas (6.478 euros), que se podría rebajar «si se excluyen o sustituyen algunas partidas» para la decoración interior, como los «pavimentos de mosaicos decorados o parqués, lunas grabadas, vidrios ornamentados en colores, pinturas imitando maderas, la escalera principal de mármol con columnas y su balaustrada de bronce». Así, por ejemplo, si había que abaratar la obra, se proponía cambiar las «persianas de las fachadas. proyectadas de armadura de hierro y tablas de roble» por las de «construcción corriente, sin menoscabo del aspecto del edificio», pero con un precio «mucho más bajo», escribía el arquitecto Enrique María Repullés y Vargas el 30 de noviembre de 1898.
Hay una copia del reglamento por el que, desde el 9 de septiembre de 1884, se regía la Caja de Ahorros Monte de Piedad de Valladolid. Hay ejemplares de revistas y semanarios de 1905, como 'Castilla', 'El mundo ilustrado', 'El financiero hispano-americano', la 'Revista agrícola castellana'. Está la memoria que la Electra Popular Vallisoletana redactó en 1906 para definir cómo sería el transporte de energía eléctrica que, desde el salto de agua de El porvenir, en Zamora, permitiría distribuir la electricidad en Valladolid y los pueblos por los que pasara la línea. También de la Electra hay una copia de sus estatutos, elaborada en 1910 por la Imprenta Castellana, o una memoria de la junta general celebrada el 20 de febrero de 1909.
Por todos estos documentos vinculados con la Electra, y también por la cercanía del edificio con el contenedor donde se hallaron, Posadas intuye que sus dueños originales –aquellos que se deshicieron de todos estos archivos– podían tener vinculación con la empresa. «Nuestra historia se escribe en estas pequeñas cosas y es una pena que la perdamos porque la tiramos a la basura. Esta vez hemos podido rescatar una parte, pero no quiero ni pensar en cuántas fotografías, cuántos planos y mapas, cuántos recortes o documentos que tienen un gran valor terminan en el vertedero», se lamenta Posadas, quien ya ha archivado los hallazgos en su colección particular.
En el interior de una de esas dos bolsas se encontraba también un suplemento especial que El Norte de Castilla publicó con motivo de las fiestas de septiembre de 1895. Es un ejemplar, con la portada en color (costaba 15 céntimos) en el que, además de un artículo especial de Emilio Ferrari y fotografías de la época, se incluía una profusa lista de anunciantes. Aquello servía al vallisoletano de la época como guía comercial y hoy regala al lector actual (125 años después) un paseo completo por las tiendas más importantes que tenía la ciudad a finales de 1895, cuando apenas 70.000 vecinos poblaban sus calles.
Había además en el texto principal del suplemento un recuerdo para los foráneos de la capital, «el público rural castellano, especialmente, que por azares de los tiempos y de la fortuna aciaga, por depreciación del trigo y paralización de las ventas en el vino, no se encuentran en condiciones de regalar el fatigado espíritu con las evoluciones graciosas de 'Guerrita' [famoso torero cordobés] o las vibrantes notas de 'La Dolores', de Bretón».
Entre los anuncios (muchos con ilustraciones y grabados) están los de la fábrica de tintas que Gerardo Amor tenía en la calle Prado, el Gran Bazar Parisién de Ambrosio Pérez en la esquina de San Francisco con Santiago, o la tienda que en Teresa Gil 19 y Regalado 12 atendían los sobrinos de Emeterio Miguel, «la única casa de la provincia con una gran existencia de toda clase de ropas para el culto e imágenes de cartón piedra y de talla».
El rastro comercial por el Valladolid de hace más de un siglo se puede seguir además con los albaranes y facturas también hallados en este tesoro. Está por ejemplo la del gabán (80 pesetas)y el traje (75) comprados el 26 de mayo de 1917 en los «extensos talleres de sastrería» Gregorio Hernández, en la Acera de Francisco. Ola ropa que alguien llamado Eusebio Diez adquirió el 16 de abril de 1905 en la camisería y peletería La Madrileña, en el número 8 de la calle Santiago. Incluso, está la factura de un cajón nuevo que el 6 de agosto de 1905 se compró en la funeraria de Berzosa, establecida en Cánovas del Castillo, esquina con la Libertad.
El botín se completa con carteles que anuncian circos taurinos en las ferias de 1903 o fotografías antiguas, como una nueva estampa de las aceñas del Puente Mayor o una imagen de 1914, firmada por Cacho y recogida en 'El financiero Iberoamericano', de un edificio del paseo de Zorrilla, «donde hoy está Cortefiel», precisa Posadas.
«Hay una historia cotidiana de Valladolid que se escribe con estos pequeños documentos. La vida de una ciudad no se mide solo con las grandes celebraciones, con sus joyas arquitectónicas, sino que su patrimonio también se compone de estos archivos privados. Si se pierden, se parte parte de nuestra ciudad», concluye.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.